Durante la madrugada del pasado miércoles 22 de octubre, Rusia lanzó un nuevo ataque aéreo masivo sobre diversas regiones de Ucrania que dejó sin energía a gran parte de ese país, además de cobrar la vida de al menos seis personas, entre ellos un bebé de seis meses. El ataque dejó al menos 17 personas más heridas según informaron las autoridades ucranianas.
El bombardeo, que combinó el uso de misiles balísticos y drones, afectó infraestructuras energéticas en regiones clave del centro, norte, noreste, sureste y sur de Ucrania. La empresa estatal de energía señaló que debido a los daños en la infraestructura se implementaron cortes programados para mantener la estabilidad en la red eléctrica, afectando a millones de personas.
El impacto en la infraestructura energética ya comienza a generar preocupación en el Gobierno y en la población ucraniana. Varios de los ataques más recientes de Rusia han sido contra las redes energéticas y de gas, las cuales suministran el recurso principalmente en épocas de otoño e invierno para combatir las bajas temperaturas. En varias ciudades de Ucrania ya se presentan temperaturas bajo cero, lo que hace que el recurso energético y de gas sea fundamental.
Por su parte, el presidente ucraniano Volodímir Zelenski condenó enérgicamente el ataque, calificándolo como “una brutal agresión contra ciudades pacíficas y civiles inocentes”. Manifestó que “estas acciones muestran la brutalidad y desprecio de Rusia por la vida humana” y agregó que “es vital que la comunidad internacional incremente la presión sobre el Kremlin para que termine esta guerra”.
Este nuevo asalto ocurre en medio de un contexto político complicado, después de la cancelación de la cumbre entre Estados Unidos y Rusia en donde se buscaría iniciar posibles acuerdos sobre el alto al fuego, sin embargo, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump confirmó el día de ayer la cancelación de este encuentro. Evidenciando la falta de avances en el diálogo para resolver el conflicto.
La guerra entre Rusia y Ucrania ha estado en una constante escalada, con zonas del país ucraniano bajo constantes ataques y la población enfrentando crisis humanitarias y energéticas. Ucrania continúa reclamando apoyo internacional para fortalecer su defensa y garantizar la reparación de las infraestructuras dañadas que permitan suministrar recursos esenciales en las temporadas de invierno en donde las temperaturas son extremadamente bajas.
Los servicios de emergencia ucranianos se mantienen en alerta máxima para responder a las consecuencias de los ataques mientras la población enfrenta dificultades por los cortes eléctricos y la inseguridad generada por la continuidad de la guerra.
