Por Claudia Posada
Los puntos de vista que se han escuchado desde el momento en el que la votación en el Concejo de Medellín, este miércoles 9 de noviembre (y reitero la fecha porque marcó definitivamente un hito) dan para muchas interpretaciones. La primera lectura que hago es inquietante debido a las expresiones tan duras en contra de la decisión que dividió la votación del CD para la elección del presidente para la nueva mesa directiva, dirigidas a los mismos compañeros de bancada, dado que se salieron de la camisa de fuerza y votaron según su leal saber y entender. Senadoras, Representantes a la Cámara, congresistas, exsenadores y aspirantes al Congreso en las próximas elecciones, tratan a los cuatro concejales que no votaron por Simón Molina, como a indeseables traicioneros; como si no merecieran respeto, aún en la diferencia de criterio. Zanjar las diferencias en el marco del respeto por los contrarios es lo que está faltando en las campañas del momento. Lo que se definió y lo que se quería ganar en el Concejo no era simplemente la presidencia de esta corporación pública, era la plataforma de proyección para conseguir poder más allá de los escenarios locales.
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No quiero ni pensar qué será de Colombia en manos de un gobernante altanero, engreída o tal vez un ser petulante que, si en campaña está dando innegables señales de superficialidad, qué miedo pavoneándose por la Casa de Nariño. Las impertinencias no pueden tener cabida en candidatos o candidatas que pretendan gobernar a Colombia. Esas posturas cargadas de improperios no son buenas nunca; menos en nuestro país, bajo las circunstancias que hacen de su entorno social y político una delicada complejidad; no podemos permitir oportunidades de más poder a quienes no han sabido conducirlo para ir sacando a Colombia de los atolladeros. No vemos a las ramas del poder, en pleno, caminado en consonancia con las urgencias del país.
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Me gusta de Yesenia Bedoya su franqueza en todo lo que manifiesta a la opinión pública; ella se dio a conocer con el asunto de la Revocatoria del mandato de Daniel Quintero. Por estos días leyó una comunicación de excombatientes de las AUC a los que ella va a defender como abogada que cree plenamente en los derechos que nos cobijan a todos. Yesenia siempre expresa sus posiciones con argumentos, con alto sentido crítico, más no con la fastidiosa altivez de las insolentes que con altanerías quieren aplastar a los que piensan distinto. Para las mujeres que incursionan en lo público, o se hacen visibles en la política, no es fácil sobresalir debido al muy conocido machismo que sigue estorbándoles; aun así, con ponderación, sin convertirse en incondicionales de sus jefes políticos, pueden lucirse sin necesidad de echarle codo a las demás, o a los señores con los que compiten. No me identifico en todo con Yesenia Bedoya, pero la admiro.
