El presidente, que en 2021 calificó como “irresponsable” invertir en aviones de guerra, firmó la adquisición de 17 cazas Gripen por $16,5 billones.
Argumenta que la decisión busca “disuadir agresiones” y garantizar soberanía en un contexto geopolítico incierto.
Gustavo Petro sorprendió al país al oficializar la compra de 17 aviones de combate Gripen a la empresa sueca Saab, por un valor superior a $16,5 billones. El anuncio contrasta con sus declaraciones de 2021, cuando calificó como “el máximo grado de irresponsabilidad” destinar recursos a armamento en medio de crisis sociales. Hoy, el mandatario justifica la inversión como una medida para “disuadir la muerte” y proteger la soberanía nacional ante riesgos externos.
La firma del contrato se realizó en Cali, durante la conmemoración de los 106 años de la Fuerza Aeroespacial Colombiana. Petro destacó que la operación, inédita en medio siglo, dota al país de “lo más avanzado en tecnología aérea” y permitirá que “nadie se atreva a amenazarnos ni afuera ni adentro”. Según el presidente, los Gripen no son para la guerra ofensiva, sino para disuadir agresiones y garantizar la paz, en un “mundo geopolítico desordenado” donde Colombia podría ser blanco de presiones externas.
El cambio de postura ha generado críticas. En 2021, siendo senador, Petro escribió en redes: “La compra de aviones en medio de una crisis como la que vivimos es el máximo grado de irresponsabilidad. No entiendo un país que aplauda que no se usen recursos para salvar vidas y sí en instrumentos para bombardear niños”. Hoy, el mandatario admite que la decisión “no es fácil para una nación que no es rica”, pero insiste en que la función de los Gripen será “disuadir la muerte de personas y agresiones contra Colombia, vengan de donde vengan”.
El contrato incluye compensaciones sociales: instalación de una planta de paneles solares en Córdoba, acceso a agua potable en La Guajira y modernización tecnológica del hospital San Juan de Dios en Bogotá. Petro afirmó que esta inversión busca equilibrar defensa y bienestar social, y que los pagos iniciarán en dos o tres años.
Analistas señalan que el giro responde a tres factores:
- Obsolescencia de la flota Kfir, que limita la capacidad defensiva.
- Tensiones regionales y globales, con riesgos en el Caribe y la Amazonía.
- Necesidad de soberanía tecnológica, pues el acuerdo contempla transferencia de conocimiento para que Colombia produzca aeronaves en el futuro.
Mientras el Gobierno defiende la compra como una apuesta por la seguridad estratégica, la oposición cuestiona la coherencia del presidente y el impacto fiscal en medio de crisis sociales. El debate sobre si la inversión fortalece la paz o contradice su esencia apenas comienza.





