El mercado de vehículos eléctricos en Colombia ha mostrado un crecimiento sostenido en los últimos años, impulsado por una combinación de incentivos regulatorios, arancelarios, cambios en los hábitos de consumo y el encarecimiento de los combustibles tradicionales. De cara a 2026, el sector se perfila como uno de los segmentos más dinámicos de la industria automotriz nacional, con transformaciones que ya se evidencian en la oferta, la demanda y la infraestructura.
Uno de los principales factores que explica este avance es el marco de incentivos vigente. La reducción de aranceles para vehículos eléctricos, los beneficios tributarios y la exención de medidas como el pico y placa en varias ciudades han convertido a esta tecnología en una alternativa cada vez más competitiva frente a los automóviles de combustión interna. A ello se suma el impacto del alto precio de la gasolina y el diésel, que ha llevado a muchos compradores a priorizar el costo total de uso sobre el precio inicial del vehículo.
En este contexto, los carros eléctricos han comenzado a desplazar gradualmente a los híbridos, que durante varios años fueron vistos como una solución de transición. Para muchos usuarios, la mayor autonomía de las nuevas baterías, la reducción de tiempos de carga y el menor costo de mantenimiento han inclinado la balanza hacia los modelos 100% eléctricos, especialmente en entornos urbanos.
Otro elemento clave en las perspectivas para 2026 es el protagonismo creciente de las marcas chinas. Fabricantes de ese país han logrado posicionarse con fuerza en el mercado colombiano gracias a una oferta más amplia de vehículos eléctricos, precios competitivos y una rápida adaptación a las necesidades locales con calidad que supera las expectativas. Su presencia ha intensificado la competencia y ha presionado a marcas tradicionales a acelerar la incorporación de tecnologías eléctricas en sus portafolios.
En paralelo, la infraestructura de carga continúa siendo un reto, pero también un eje de avance. Tanto el sector público como el privado han incrementado la instalación de estaciones de carga en ciudades principales, corredores viales y centros comerciales. Este proceso, aunque aún en desarrollo, ha contribuido a reducir la percepción de riesgo asociada a la autonomía y al uso diario de estos vehículos.
Para el 2026, Bogotá se perfila como la ciudad con mayor crecimiento en la venta de vehículos eléctricos en Colombia. La capital concentra el mayor número de estaciones de carga del país, una política sostenida de incentivos a la movilidad limpia y una alta aceptación entre usuarios corporativos, flotas empresariales y compradores particulares. La exención del pico y placa, la expansión de cargadores rápidos en centros comerciales y corredores estratégicos, y la presión por reducir emisiones en una ciudad con problemas estructurales de calidad del aire hacen que el vehículo eléctrico sea cada vez más atractivo. En Bogotá, marcas como BYD, Tesla, Renault, BMW, Volvo y Kia lideran el mercado, con fuerte presencia tanto en el segmento particular como en taxis y transporte corporativo.
Medellín y el Valle de Aburrá aparecen como el segundo gran polo de crecimiento. La región ha mostrado una rápida adopción de tecnologías limpias, apoyada en una infraestructura de carga que crece de la mano de empresas públicas y privadas, así como en una cultura ciudadana favorable a la sostenibilidad. Medellín ha sido pionera en la electrificación del transporte público y empresarial, lo que ha facilitado la confianza en esta tecnología para el uso diario. Para 2026, se espera que la demanda se expanda hacia municipios como Envigado, Sabaneta y Bello. En este mercado destacan marcas como BYD, Hyundai, Chevrolet, Nissan y BMW, con una fuerte entrada de fabricantes chinos que han ganado terreno por precio y autonomía.
En tercer lugar, Cali, Barranquilla y la región Caribe mostrarán un crecimiento relevante, impulsado por la ampliación de infraestructura de carga y el aumento del costo de los combustibles tradicionales. Aunque estas ciudades partieron de una base más baja, para 2026 se espera una aceleración en ventas gracias a proyectos privados de cargadores, renovación de flotas empresariales y mayor disponibilidad de modelos eléctricos de entrada. Barranquilla, en particular, ha avanzado en corredores de carga urbana, mientras Cali comienza a consolidar una red más robusta. En estas ciudades, las marcas con mayor proyección son BYD, MG, Chery, Renault y Kia, reflejando el peso creciente de fabricantes asiáticos en la transición hacia la movilidad eléctrica en Colombia.
Para 2026, el mercado colombiano de vehículos eléctricos se perfila como más diverso y accesible, con una mayor cantidad de modelos disponibles y una base de usuarios en crecimiento. La transición no será homogénea en todo el país, pero la tendencia indica que la movilidad eléctrica dejará de ser un nicho para consolidarse como una opción real dentro del parque automotor, especialmente en las grandes ciudades y sus áreas metropolitanas.



