Este Jueves Santo, el papa Francisco no presidió la tradicional Misa Crismal celebrada en la basílica de San Pedro, debido a que continúa su proceso de recuperación tras haber permanecido hospitalizado durante 38 días por una afección respiratoria. Sin embargo, el Santo Padre no dejó de estar presente en espíritu, ya que escribió la homilía, la cual fue leída durante la ceremonia por el cardenal Domenico Calcagno.
En su mensaje, el Papa dirigió palabras llenas de fuerza y sentido pastoral a los más de 1.800 sacerdotes que participaron en la eucaristía, junto a 2.500 fieles, alcanzando un total aproximado de 4.300 asistentes.
“El campo es el mundo. Nuestra casa común, tan herida, y la fraternidad humana, tan negada pero imborrable, nos llaman a tomar posición”, expresó el Papa, haciendo un llamado directo a los sacerdotes a comprometerse con las heridas del mundo y a no ser indiferentes ante las realidades que aquejan a la humanidad.
También les animó con un mensaje de esperanza y fe en medio de las dificultades:
“Pongan atención, ¡nunca hay que desanimarse, porque es obra de Dios! ¡Creer, sí! ¡Creer que Dios no fracasa conmigo! Dios nunca falla.”
En el contexto del Año Jubilar 2025, el pontífice resaltó que esta etapa representa un llamado particular a la conversión, especialmente dirigido a los sacerdotes, para que renueven su vocación bajo el signo de la esperanza y el compromiso.
Por otro lado, desde el Vaticano aún no se da a conocer la asistencia del Papa en horas de la tarde en uno de los actos más emblemáticos de su pontificado: la visita a una cárcel para la misa In Coena Domini, que conmemora la Última Cena de Jesús y su gesto de lavar los pies a sus discípulos, símbolo de humildad y servicio. Todo parece indicar que su asistencia dependerá de cómo evolucione su estado de salud a lo largo del día.
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