Para evitar malos entendidos, debo declarar de entrada que uso esta frase, que es el título de una comedia del gran William Shakespeare, no como una crítica negativa a los acontecimientos de los días 9 y 10 del presente mes en Venezuela, sino mas bien como un análisis comprensivo de lo que no ocurrió, a pesar de lo que se esperaba que sucediera, con base en la expectativa que se había creado sobre la terminación de la horrenda dictadura de Maduro, Cabello, Padrino y demás opresores venezolanos.
Soy de los que detestan el régimen chavista y espera ansiosos su final, como espero igualmente que terminen los gobiernos espurios de Cuba y Nicaragua. En el caso venezolano, admiro al caballeroso y legítimo presidente don Edmundo González Urrutia y especialmente a esa extraordinaria mujer, verdadera heroína y líder indiscutible de la mayoritaria población democrática de la hermana república, María Corina Machado, a la que espero ver ocupando el palacio de Miraflores en fecha no remota.
Pero referente a lo que se esperaba, según todos los anuncios y comentarios de diplomáticos y altos funcionarios de gobiernos amigos, lo mismo que medios de comunicación de diversos países, que ocurriría el jueves 9 y el viernes 10 de enero de 2025 en Venezuela, me parece que se creó una falsa expectativa que o bien tenía el ingenuo propósito de asustar a Maduro y a los jerarcas del régimen para forzarlos a entregarse o por lo menos a negociar, o se trató de un plan estructurado con débiles supuestos imaginarios que a la hora de la verdad resultó fallido.
Asustar a Maduro es tarea poco menos que imposible. No puede olvidarse que este grosero sujeto fue formado por Fidel Castro en Cuba, sacándolo de su oficio de chofer de bus y líder sindical en Caracas para convertirlo en un grosero y duro comunista, (que cuando se trata de su enriquecimiento personal o el de su esposa y cómplice Cilia Flores o de su hijos es un capitalista integral), de malísimos modales y poca o ninguna cultura, pero eso sí, de una supuesta firmeza ideológica y de una idea fija como es la de tiranizar a Venezuela y convertir a ese hermoso país en una satrapía comunista, obediente solo a las órdenes de la dictadura cubana.
Por lo demás, Maduro le fue impuesto a Chávez por Fidel Castro, primero como su canciller y cuando ya el “comandante eterno” agonizaba en La Habana, como su sucesor, lo cual fue cumplido puntualmente por el moribundo presidente
En cuanto a Diosdado Cabello, su caso no es de obsesión por el poder en nombre de una ideología, sino de desmedida ambición de dinero y de una malvada mente criminal, que ha organizado el gobierno al estilo mafioso, de una manera piramidal, con un “padrone” en la cima, que por ahora es él, un “caporegímen” que es Vladimir Padrino, oficialmente titulado como Ministro de Defensa y unos aspirantes a “padrones” que por ahora se han colocado a la sombra de Maduro, esperando dar el golpe y temiendo que se los den a ellos, que son los hermanos Jorge Rodríguez, presidente de la Asamblea Nacional y su hermana Delcy, vicepresidenta de la Nación y por otra parte Tarek William Saab, quien desempeña el poderoso cargo de Fiscal General de la República.
En cuanto a lo que ansiosamente se esperaba para el 9 de enero era que María Corina en las calles caraqueñas, rodeada de multitudes como nunca antes se habían visto, con su dulce, patriótico y apasionado verbo lograra que la mayoría de los soldados y policías supuestamente fieles al régimen, se voltearan hacia el lado correcto de la historia y acompañados de las multitudes se tomaran por asalto el palacio de Miraflores, las sedes de los batallones, los ministerios, los aeropuertos, el palacio de la Asamblea Legislativa y los lugares públicos; aprisionaran a Maduro, Cabello, Padrino, los Rodríguez y demás figurones que no hubieran logrado escapar previamente y al día siguiente recibieran con solemnidad y regocijo a don Edmundo y a sus acompañantes los exjefes de estado y de gobierno del Idea y lo llevaran en triunfo a posesionarse de la presidencia de Venezuela, para la cual fue elegido por una inmensa mayoría electoral el pasado 28 de julio. Pero nada de eso ocurrió.
¿Qué sigue ahora? Dios lo sabe. O talvez haya algunos jefes de Estado y de gobierno y cancilleres americanos y europeos que también lo sepan. Nayib Bukele, por ejemplo, ha dicho ¡Paciencia! y a lo mejor esa palabra tiene un significado adicional al propio. Don Edmundo, por su parte, también se ha manifestado optimista, aunque por una prudente recomendación de María Corina no haya pisado suelo venezolano ni él ni sus ilustres acompañantes. La líder máxima, la mujer fuerte y ejemplar, como de costumbre ha expresado su optimismo y ha declarado que el tiránico y mafioso gobierno perdió y que su derrocamiento es cosa asegurada. En fin: por casi toda parte se respira optimismo o por lo menos eso es lo que se aparenta. Solo falta algo que en mi modesto sentir generaría una sólida esperanza y es que el señor Donald J. Trump condenara con la energía que le es propia en sus expresiones públicas al podrido régimen encabezado por el gorila Nicolás Maduro Moros y directamente lo amenazara.
Finalmente hay un tema que es totalmente pertinente a la actual situación venezolana. Se trata de que si don Edmundo González ha sido reconocido como legítimo Presidente de Venezuela por varios países americanos signatarios del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, TIAR, entre ellos Estados Unidos y si la nación venezolana que antes se había retirado de dicho tratado se reintegró en tiempos del mandato de Juan Guaidó ¿acaso no es posible que don Edmundo, en ejercicio de su calidad de Presidente constitucional de Venezuela solicite y obtenga asistencia militar de Estados Unidos y de otras naciones signatarias del TIAR, habida cuenta de que su país ha sido objeto de una terrible agresión por parte de un organismo criminal mafioso de origen interno pero de conexiones internacionales, el llamado “cartel de los soles”, cuyas actividades ponen en peligro la seguridad interna de Venezuela y la de otros países del continente y aún de territorios extracontinentales?