jueves, marzo 13, 2025
InicioCésar Bedoya(OPINIÓN) Universidades colombianas: ¿adaptarse o extinguirse? Por: César Bedoya

(OPINIÓN) Universidades colombianas: ¿adaptarse o extinguirse? Por: César Bedoya

La deserción en la educación superior colombiana no es una simple estadística, sino un síntoma de una enfermedad profunda que carcome los nacimientos de nuestro futuro. Las aulas, otros templos del conocimiento, se están vaciando, y no por falta de jóvenes ávidos de aprender, sino por un sistema educativo anquilosado que se niega a evolucionar.

Un foro de la Asociación Colombiana de Instituciones reveló que, en Antioquia, cerca de 25.000 jóvenes desertaron de procesos formativos o no los iniciaron en los últimos cinco años.

Si las universidades no se sacuden el polvo de la tradición y se atreven a transformar sus programas, sus currículos y sus docentes, condenados a la obsolescencia, el éxodo estudiantil será inevitable.

¿Cómo pretenden competir con las vertiginosas demandas del mundo actual, con carreras de diez semestres que palidecen ante tecnologías de dos o tres años? La respuesta es simple: no pueden.
A esta desconexión académica se suma la dictadura familiar, que impone a los jóvenes carreras ajenas a sus sueños y talentos. ¿Cuándo entenderán los padres que el futuro de sus hijos no se construye sobre sus propias frustraciones? Es hora de escuchar a los jóvenes, de comprender sus anhelos y de ofrecerles caminos que los conduzcan a la realización personal y profesional.

La masificación de las aulas, con altas tasas de profesor por alumno, atenta contra la calidad de la educación y convierte el aprendizaje en una experiencia tediosa y despersonalizada. ¿Cómo motivar a un estudiante cuando siente un número más en una multitud? La respuesta es evidente: es imposible.

La realidad económica también juega un papel crucial en la deserción. Muchos estudiantes se ven obligados a trabajar para subsistir, lo que dificulta su rendimiento académico y los lleva a abandonar sus estudios. La presión es insostenible de mantener a sus familias, cumplir con sus obligaciones laborales y asistir a la universidad es una carga demasiado pesada para muchos jóvenes.

Las universidades, en un intento por paliar las deficiencias de la educación básica, ofrecen cursos de nivelación en áreas como lenguaje y matemáticas. Sin embargo, esta sobrecarga académica, sumada a la desorientación que produce el paso de un ambiente escolar estructurado a la autonomía universitaria, termina por abrumar a muchos estudiantes.

Las instituciones se deben reinventar, de que abandonen la rigidez de sus estructuras y se adapten a las nuevas realidades. La virtualidad, las carreras cortas, los programas flexibles y la conexión con el mundo empresarial son algunas de las claves para atraer y retener a los estudiantes. La educación superior no puede seguir siendo un fósil del pasado; debe transformarse que tenga coherencia con el presente y el futuro.

ÚLTIMAS NOTICIAS