sábado, junio 14, 2025
InicioOpiniónBernardo Henao Jaramillo(OPINIÓN) Un llamado a la conciencia nacional. Por: Bernardo Henao Jaramillo

(OPINIÓN) Un llamado a la conciencia nacional. Por: Bernardo Henao Jaramillo

Hoy, arrecia en la Nación la sensación de inseguridad, la insatisfacción por las políticas implementadas, la polarización, la tentación del odio y la toma de decisiones autoritarias. El gobierno cree que la vía es el conflicto en las palabras y en las calles, por eso es hora de que el verdadero pueblo alce su voz y busque la reconciliación y los acuerdos en defensa de la democracia y el desarrollo para tener y vivir en la Colombia que sueña.

Y es que, desde el inicio del gobierno del Pacto Histórico, con ocasión del programa de la paz total, el país ha sido testigo de una preocupante escalada terrorista que ha comprometido seriamente la integridad de la Nación y la estabilidad democrática. En diversos municipios del país especialmente en zonas como el Catatumbo, el Cauca, el Bajo Cauca y Arauca los grupos armados ilegales han intensificado su control territorial, imponiendo normas propias, restringiendo libertades civiles, reclutando menores, asesinando líderes sociales y hostigando a la Fuerza Pública

Curso de Inteligencia Artificial - Carlos Betancur Gálvez

Lejos de contener esta amenaza, el gobierno ha optado por una política de sometimiento de la sociedad civil. Ha abierto canales de diálogo y ceses bilaterales con estructuras que no han mostrado voluntad real de desmovilización, sino que han utilizado estos escenarios para fortalecerse, reagruparse y expandirse. La consecuencia ha sido el crecimiento de la criminalidad organizada, el retorno del secuestro como herramienta política y económica, y el aumento del número de víctimas en el territorio.

La tentativa de asesinato contra figuras políticas o sociales, el crecimiento de amenazas a periodistas, congresistas y líderes de opinión, y la normalización del lenguaje del odio en el discurso gubernamental nos presentan el peor horizonte que haya avasallado a este país, más caótico que el vivido en las épocas más oscuras de los años 90, cuando la democracia tambaleó frente al fuego cruzado entre guerrillas, paramilitares y carteles del narcotráfico.

No es coincidencia que esto ocurra en medio de un ambiente de polarización extrema, en donde desde las esferas de poder se ha inoculado un discurso de resentimiento, estigmatización y negación del otro. Las instituciones han sido debilitadas desde adentro, y la confianza ciudadana en la justicia, el Congreso y el Ejecutivo se encuentra en niveles alarmantemente bajos.

¿Qué hacer?

Frente a este panorama crítico, sin duda, se deben promover mecanismos de contención y defensa democrática. Comenzando por la Reinstitucionalización del Estado: se requiere fortalecer y garantizar la independencia de los poderes públicos, especialmente la justicia, pilar fundamental de una sociedad, así como a los órganos de control, pues no deben en ningún caso responder a intereses políticos.

Es urgente actuar con celeridad replanteando la política de seguridad: se necesita una estrategia que combine presencia efectiva de Fuerza Pública, inversión social con resultados verificables y mecanismos serios de judicialización de grupos ilegales. Las FFMM y de Policía deben ser fortalecidas y dotadas de herramientas efectivas que puedan combatir la criminalidad en ascenso.

Los diálogos de paz, conducidos en forma equivocada por el presidente y por Otty Patiño, han fracasado completamente. Estos diálogos deben ser sometidos al escrutinio público y contar con veeduría técnica y jurídica, pues, no debe haber ni opacidad ni improvisación.

Hay urgente necesidad de celebrar un pacto nacional por la vida y la verdad. Colombia debe reencontrarse en torno a unos mínimos éticos que prioricen la defensa de la vida, la verdad sobre el pasado y la reconciliación sin impunidad.

Ante el actual colapso institucional debe hacerse una gran convocatoria ciudadana en paz y sin banderas partidistas, encaminada a forjar lazos de unidad.

En tiempos del Bogotazo, cuando se vivía una violencia sin precedentes, se realizó una marcha llamada «de las antorchas» más conocida como la marcha del silencio. Fue precedida por la Oración por la Paz que pronunciara Jorge Eliécer Gaitán. En ella hacía un llamado a la unidad, la tranquilidad, la calma, y también expresaba su compromiso con la defensa de la libertad.

Hoy, en medio de la grave situación que afrontamos esa Oración, se recuerda como manifestación de esperanza e invitación a concurrir a una nueva marcha del silencio. 

Antes de la tradicional celebración del día del padre tenemos el deber de participar en la marcha y expresar, como ciudadanos, nuestra inconformidad con un gobierno indolente que mantiene desde su inicio un discurso de división y odio y que ha olvidado que por mandato constitucional representa a todos los colombianos.

El silencio será un clamor profundo por la vida, la democracia y la libertad. En el silencio caminaremos por quienes han sido asesinados, por los desaparecidos, por los niños reclutados, por los territorios olvidados, por los líderes sociales que ya no están. Por el cese de la violencia que aqueja a Colombia, el silencio será nuestro grito más fuerte.

Hoy más que nunca, Colombia necesita que su gente se levante, sin violencia, sin odio, sin armas, pero con el corazón lleno de dignidad. No dejemos que nos arrebaten el país. No permitamos que la historia nos repita como tragedia.

Todos, unidos, estaremos en la marcha del silencio.

ÚLTIMAS NOTICIAS