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martes, diciembre 17, 2024
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    (OPINIÓN) Todos nos hemos prostituido un tanto. Por: Juan Ortiz Osorno


    Una niña, como de 12 años, se toma selfis, mientras va en el Metro de Medellín. Posa y prueba con diferentes fondos de la ciudad. Y ¿Qué quieres ser cuando seas grande? Le pregunta una amiga de la mamá, a la niña que se toma fotos con su celular, mientras habla. Y responde la niña, en pleno vagón del Metro: Productora de contenido o bandida… Silencio.

    El tiempo detenido. El vagón congelado y ni una sola carcajada. Todos estupefactos. Como en los momentos previos de los accidentes aéreos: En las películas siempre nos muestran que la gente grita, pero el que haya estado en una emergencia aérea real, sabrá qué el silencio es sepulcral. Como éste, en el vagón del Metro, ante esta realidad social imposible de aceptar e imposible de digerir y contra argumentar.

    Entiéndase por Productora de Contenido, las chicas que venden su cuerpo de manera sexual hasta las perversiones no imaginadas, por redes sociales, desde su hogar. O las que tienen que ir a hacerlo, a una casa webcam, donde las conectan con tres plataformas tipo “Chaturbate” que transmiten al mundo entero.

    Entiéndase por bandida, fabricar Tusi en tu apartamento, mientras vas a la universidad. Tusi, la droga que si el Estado no hace algo, va a tragarse ésta y la siguiente generación.

    La crisis social que creará el Tusi será de proporciones similares a la que tuvimos con el bazuco en los 80’s y 90’s. O ser bandida, como la cara que seduce extranjeros para darles el paseo millonario, cuando estos dicen visitar la ciudad como turistas y en realidad no son más que depredadores sexuales, validados como cifras orgullosas del incremento en el turismo actual.

    La prostitución y el narcotráfico se han metido en la cama, en el baño, en el cuarto y van al colegio y a la universidad con los menores y jóvenes. Conviven con ellos, todo el día, en sus teléfonos, laptops y televisores. Y nadie en la sociedad está haciendo nada y mucho menos, en los gobiernos, para combatirlo o evitarlo. Por el contrario, todos los medios legales existentes, están siendo usados para reproducir y ampliar el impacto de estos dos flagelos en nuestra sociedad.

    Emisoras, plataformas de TV, canales públicos y privados, redes sociales, sobre todo, líderes de opinión e influencers y youtubers, todos, sirven para amplificar el llamado a ser prostituta o narcotraficante.

    Lo gritan los corridos en YouTube, Amazon o Deezer. Lo reafirman, como verdad absoluta, las plataformas en series, películas y documentales. Las únicas posibilidades de ser, que les muestran a las y los jóvenes hoy, son, ser bandido, como sicario, narco, vendedor, lavador… Bandido o ser prostituta, con nombre elegante: Productora de Contenido.

    Nunca antes tan cierto. Prostitutas virtuales, reales, mix y “freelancers” Eso sí, se ofrecen estas posibilidades de manera democrática e igualitaria, participativa y solidaria y de manera incluyente para todos. Puedes ser Bandido o puedes ofrecerte y venderte, siendo gay, trans, hetero, bi, homo, lo que quieras o te sientas, pero sólo bandido y prostituta serás.

    Lo muestran los videos que se ruedan en nuestras ciudades y ganan premios internacionales mientras la imagen del país y la realidad del país, se pudren por igual. No basta ser participativo e incluyente, si en lo que piensas incluir a los jóvenes, no sale de estos dos imaginarios colectivos, de sólo estas dos ideas perversas de ser.

    La misión número uno de un Presidente a través de su Ministerio de Cultura, de Comunicaciones y de Educación, debería ser la creación mancomunada, la promoción y el mantenimiento de Imaginarios Colectivos Positivos. De ideas positivas de ser: Profesional en algo, técnico en algo, experto en algo, deportista en algo, artista en algo; científico en algo.

    Diferentes ideas de ser, por supuesto, todas participativas e incluyentes. Pero sobre todo, diversas maneras positivas de ser. No habría otra tarea más importante que esa, en los colegios, en los hogares, en los transportes públicos, en la publicidad de medios y en la callejera, en el discurso de los políticos, de las ONG, de los defensores de derechos humanos, de los medios.

    No debería haber otra tarea más importante que enseñarle a los niños, niñas y jóvenes de hoy, que existen formas diferentes de ser, a ser bandido y prostituta. Y que ninguna de esas formas, por incluyente y participativa que sea, tiene algo de positivo o empoderador. Pero ¿Qué oímos, vemos e interactuamos hoy? Todos, absolutamente todos, asistimos a todo lo contrario: Padres corean orgullosos, con sus hijos versos de canciones que son sólo películas porno en audio.

    Los colegios permiten las grabaciones de sus estudiantes en claras declaraciones erótico sexuales, con el uniforme de los colegios, con los logos de sus planteles. Hemos, no sólo sexualizado a las menores, sino que las hemos híper sexualizado. Y a todos nos parece normal. Y a otros les parece positivo y a destacar.

    El mundo está al revés y a nadie le parece importante voltearlo. Ni siquiera mencionarlo. Ese temor de los teóricos de los 60, en el siglo pasado, que afirmaban que los contenidos de los medios iban a influenciar nuestra sociedad, a tal punto de afectar nuestro comportamiento, no fueron miedos vanos sino simples conclusiones de lo que iba a pasar, vistos ahora en perspectiva.

    Los científicos sociales crearon el término “Imaginario Colectivo”, para lo que denominaron La Mente Social. La creencia popular, de todos, sobre una idea de cómo una sociedad debe ser y de allí los actos que acometemos para que esa sociedad sea. Por eso es importante que esos Imaginarios Colectivos Positivos, sean una Política de Estado. Pero ni siquiera llegamos a una legislatura, en ningún gobierno, sobre el tema.

    Todos los políticos son cobardes, para enfrentar este tema, el principal en nuestra sociedad. El siglo pasado los científicos sociales afirmaron que los productos de televisión le quitarían la imaginación a los niños y de allí el llamado a preservar los juegos con actividad física. ¿Hablaban tonterías sin sentido? El sedentarismo es hoy la principal raíz, de las tres causas de muerte en el mundo.

    Está probado. Luego los científicos sociales escribieron sobre cómo los videojuegos y las películas de acción, podían volvernos violentos y generar comportamientos violentos. ¿Y cómo son las guerras de hoy? Desde un contenedor de carga camuflado, 4 pilotos por contenedor, vuelan drones que manejan como video juegos y disparan cohetes mortales referenciándose, en pantallas, no en una imagen real.

    La sociedad en la que vivimos hoy, fue predicha por los científicos sociales y nadie hizo nada para evitar que todo lo malo que predecían, pasara. ¿Quién, hoy día, no está firmemente convencido de que los medios y las redes sociales determinan al cien por ciento nuestra sociedad y su comportamiento? Y esta influencia sucede sin una lógica. De hecho sucede de manera ilógica y sin seguir ninguna teoría y sin que ningún teórico pueda seguirla.

    La comunicación solía ser entre un Emisor que era un canal con un Mensaje. Un Medio que era la TV o la radio o el periódico. Y finalmente un Receptor, que era el que leía, veía y oía. La comunicación de hoy no es así. Hoy, existen aún las plataformas, como canales privados, que disparan un Mensaje que el Receptor recibe. Pero ese, no es el grueso de las comunicaciones humanas, hoy en día. El grueso de las comunicaciones humanas, sucede en las redes sociales y en plataformas donde el que era habitualmente el Receptor del Mensaje, sigue siéndolo, pero además, tiene los medios para convertirse en Emisor, producir un contenido independiente, que consumen otros miles de usuarios, que a su vez hacen lo mismo.

    Borrando esa línea entre Emisor y Receptor y entre Medio y Mensaje. Lo que hay hoy, es sin duda, ausencia de comunicación real y un exceso de ruido mediático. Pero como ese ruido produce dinero y da ganancias, porque es el entretenimiento mismo, seguirá creciendo, mientras que los canales oficiales seguirán desapareciendo, para ser reemplazados por el protagonismo absoluto de los individuos, como Emisores y Receptores y Mensaje y Medio, al mismo tiempo.

    Me explico: Cuando una chica ve la película en Netflix, se entiende claro quién es el Emisor (Netflix) el Medio es la TV por suscripción y el Receptor es Ella (Suscriptor Privado). El Mensaje es la película o serie. Ahora bien, cuando esa misma chica se graba a sí misma, con su teléfono, que usa como cámara y le vende ese contenido a un consumidor ávido, a través de una red social, usando su mismo teléfono y recibiendo el dinero por el mismo teléfono, ella se transforma en Emisor, en Medio y en Mensaje, porque es a ella y por ella que pagan y es lo que consumen. Y la ecuación puede complicarse más: Si esa misma chica produce contenido desde una Casa Webcam: Ella es la Emisora. Receptores y Emisores usan una plataforma (Medio) que no emite nada, sino que sólo hospeda a los que quieren mostrarse (Emisores) y a los que quieren ver a los que se muestran (Receptores).

    Las y los que se muestran no ven a quienes los ven, pero sí reciben mensajes por un chat de estos. Así que el Receptor, que está en su casa, puede pedirle a la chica, al chico, a la pareja, al trio, etc., que generen el contenido que él quiere ver, y hace que el contenido cambie a su voluntad, porque él está pagando. Entonces el Receptor se vuelve el Emisor, el director de la emisión. Emite para sí mismo, un contenido que interpretan, los que creíamos eran la Emisora o el Emisor o los Emisores, en una plataforma que es el Medio y le cobra a todos.

    Y podemos ir más allá en complicaciones teóricas, porque el Receptor, en su casa, puede a través de sus tokens, donaciones de dinero virtual, hacer que un aparato conectado al sexo de la modelo, llamado «Lush», se active, provocándole orgasmos, que varían la programación que se está emitiendo. Haciéndola impredecible para ambos. Y en ese caso, el Mensaje, el Receptor y el Emisor, se mezclan y son lo mismo. Como claramente vemos, las comunicaciones humanas, vistas a la luz de la teoría de las comunicaciones, no funcionan.

    Por eso las plataformas de entretenimiento tradicional, cada vez más, pierden audiencia y estas plataformas de entretenimiento sexual, cada vez ganan más visitantes. Se calcula que equiparan audiencias y se calcula que el tráfico de internet es 90% sobre búsquedas sexuales. Por eso los medios tradicionales y alternativos, andan todos, desesperados, persiguiendo las tendencias y las maneras expresadas por los consumidores, en las redes sociales. Y en lo que hemos acabado, es en que todos se convirtieron en eco multiplicador de un mensaje que era de nicho, de unos cuantos aislados, que eran raros, pero que en la necesidad de vender y de conectarse con la audiencia, los medios tradicionales debieron hacerles la hipérbole a esos contenidos de pocos, para vendérnoslos a todos, para poder vendérnoslos además, como “merchandising”.

    La primera experiencia, fue asistir en horario familiar, a ver en detalle de manera burda, carente de interpretación, provocadora y vulgar, la hipótesis de un grupo pequeño, de chicas, que pensaban que sin tetas no había paraíso. Una vez permitimos eso, todos los contenidos se prostituyeron un tanto. Todos. Y así todos los criterios para evaluarlos.

    El impacto de ese producto, hizo hipérbole y expuso, cómo un grupo de chicas había pervertido su moral y su ética. Pero no nos contaron eso. Nos contaron es que esas chicas que habían trasgredido la ley y las normas y las costumbres, eran admirables y empoderadas y habían hecho eso, arrinconadas por la realidad. Y así de repente, un tema de un nicho, de un grupo de chicas, de una ciudad específica, de un barrio, se convirtió, en la filosofía y la moda de Latinoamérica y de varios canales de TV. Y todo, por cómo eligieron contarnos esa historia de nicho. Sin rigor, sin responsabilidad social, sin adaptación responsable, sino sólo haciendo hipérbole a lo sexual. Y así quedo normalizado en Latinoamérica, ser prepago.

    Los problemas de la sociedad colombiana y latinoamericana, no vienen sólo de lo que nos ha pasado, sino de cómo nos hemos contado, eso, que nos pasó. Nos dedicamos a hacer y vender series sobre narcotraficantes vistos como héroes de acción.

    Desde Pablo Escobar. Nunca hemos visto ni supimos cómo era Pablo Escobar en realidad. Sólo nos contaron que era un hombre que arrodilló al Estado con bombas. ¿Plomo o Plata? Y detuvimos ahí la historia. Como si ese hombre que llegó a ser el séptimo hombre más rico del mundo, no hubiera muerto, sin poder disfrutar de su dinero, corriendo de sus enemigos, en cuatro guerras.

    Escobar murió joven, solo, en un tejado, como consecuencia de sus actos. Pero si murió Pablo, joven y sin poder gastarse el dinero, claramente Pablo ni ningún narco puede ser un héroe de acción. Son tan sólo los protagonistas de un drama, tan colombiano como los miles de Pablos que han surgido, por contarnos las historias mal.

    Si le hubiésemos contado a los niños que Pablo era como ellos y tomó decisiones que lo llevaron a convertirse en el hombre más buscado del mundo. Si nos hubieran dicho: Sí Pablo Escobar, que era el más grande narcotraficante, no salió vivo de ese negocio, entonces ningún narco va a lograrlo y acabará muerto o en la cárcel, otro sería el panorama de la juventud colombiana.

    Millones de Pablos están ahora en sus casas, fabricando y vendiendo Tusi, inspirados sólo en la historia equivocada que nos contamos sobre los capos. Capítulos y capítulos de capos y más capos que viven triunfando. Cuando en la realidad ningún narco la ha logrado.

    El Chapo Guzmán llegó a ser más grande que Pablo y está encarcelado en una celda de 3 metros cuadrados. Y ve el sol una hora, una vez a la semana. Nadie lo toca ni le habla y sale encadenado de pies y manos. Su compadre era el mito del bandido ni siquiera fotografiado y entre compadres todos se traicionaron, para privilegiar acuerdos favorables, para las condenas de sus hijos, también encarcelados.

    Y ahora El Mayo, del que no había ni una foto y había reinado, con la complicidad de las autoridades, está en una celda igual a la del Chapo. Entonces, si ningún narco, realmente la ha logrado ¿por qué insistimos en contar esas historias, como películas de acción, donde son aguerridos y bellos actores los que personifican a estos individuos tan malos? Simplemente, como sociedad, decidimos contarnos mal nuestra propia historia. ¿Por qué?

    No hay una real responsabilidad social en las plataformas, productoras ni canales. Menos en los que producen para internet. Sólo hay una búsqueda desesperada por lo que desean los nichos para hacerle hipérbole de una manera poco responsable. Olvidando toda teoría de guion. Los que buscan historias sólo buscan lo obvio de las redes para reproducirlo y multiplicarlo de una manera hueca. Olvidando que las personas no pueden ser personajes y que toda historia real precisa de una adaptación. Olvidando sobre todo que esa adaptación debe ser responsable además de entretenida.

    Series de televisión con presupuestos de millones de dólares, son puestas en la parte de atrás de las plataformas, porque las plataformas quieren decir que hacen obras con responsabilidad social, pero no creen que sean entretenidas. Entonces producen para citar en medios y en comunicados, que actúan con consciencia social, pero no le apuestan a los lanzamientos ni a la promoción ni a la difusión, de estas obras, como le apuestan a las que son entretenimiento puro, basado en prostitutas y bandidos.

    En otros lados ni siquiera pretenden y sólo hacen “copy” y “paste” de la realidad y la repiten y la multiplican. Validando sólo dos ideas: Ser prepago y ser narco. Muchas producciones usan a Colombia y concretamente, el nombre de Medellín, para remarcar lo malo. Nos han vendido como un prostíbulo con drogas baratas, con buen clima y mujeres fáciles y bellas, mientras nuestros gobernantes nos dicen que han hecho grandes pactos internacionales para promover el turismo. Por supuesto que hay sectores del turismo positivos, pero no pueden comprarse ni opacar lo que el turismo perverso y pervertido está haciendo y provocando en nuestras ciudades: La deserción escolar, la drogadicción a temprana edad, el incremento en enfermedades sexuales, la esclavitud sexual por dinero, virtual y real.

    Las autoridades a veces quedan al servicio de la perversión. En toda zona de prostitución es visible la presencia de la policía. Es la manera en la que el Estado aparece para asistir este flagelo. Le preocupa a las autoridades, la seguridad de los turistas, visitantes, pero no el desarrollo positivo de sus habitantes, prostituidas y convertidas en mercancía, en souvenirs para turistas; en atracciones siempre abiertas, para que los extranjeros vuelvan o se queden a gastar.

    Cuando famosos visitan Medellín, como en ciertas producciones de televisión internacional, que usan a la ciudad como set de grabación, las autoridades deben dar protección a estas personas, que en muchos casos documentados, se han dedicado a frecuentar prostitutas, mientras los cuadrantes de seguridad son notificados para prevenir que una de estas celebridades sea secuestrada.

    Así que con nuestras autoridades, pagas con nuestros impuestos, vigilamos con la última tecnología de cámaras y cuadrantes, que los extranjeros famosos, puedan ejercer su adicción al sexo, en nuestra ciudad y con mujeres colombianas empoderadas, para evitarles así un mal mayor a los grandes personajes, mientras dejan un puñado de dólares, ojalá en efectivo. Todos nos hemos prostituido un poco. Con las prostitutas, nos hemos prostituido y ampliado nuestras fronteras morales y éticas, todos, en nuestra sociedad. Permitiendo lo que era imposible de permitir.

    Antes, los lugares de prostitución, drogas y alcohol, eran las zonas de tolerancia, alejadas de la ciudad, donde la gente iba oculta. Ahora están en el teléfono. Puedes pedir domicilio de personas, alcohol y drogas. Y sucede también en nuestras calles, a plena luz del día, en los mejores barrios, en los sitios turísticos y es sólo una actividad más y además es expresión de empoderamiento.

    ¿Dónde de está el feminismo radical para defender a estas mujeres prostituidas sin clara esperanza y capacitarlas, rescatarlas y aclararles que la prostitución y la pornografía no son empoderamiento? ¿Dónde están? De seguro, reclamando lo que las mujeres, por sí solas y de manera aislada, ya lograron hace años. ¿Dónde están mientras dejan a una generación completa perderse? Y ¿Dónde están los defensores de la comunidad LGTBI para defender a prostitutas y modelos webcam de su comunidad?

    Son famosas las historias, en Medellín, de empleados prestigiosos de compañías prestigiosas internacionales, que han perdido sus empleos, luego de ser enviados a Medellín y perderse en el consumo de Tusi y de prostitutas. Sus compañías empleadoras han tenido que enviar representantes para embarcarlos en el vuelo de regreso a sus países, con tal de cerrar el ciclo, con este empleado perdido, que afecta la imagen y el qué dirán.

    Son costumbre las casas alquiladas por días en Medellín, para realizar orgías y fiestas temáticas sexuales. Son muchos los edificios que han interpuesto quejas al respecto sin que haya una gestión real, para evitar esto de parte de las autoridades. Y son costumbre, cada vez más soterrada, los altos ejecutivos que llegan pidiendo, como un bono extra y obvio, por estar en Colombia, el contacto con el mundo de las drogas y la prostitución, de manera integrada en los servicios que se les prestan, de producción o de servicios. Y con la imposición además, de contactarlos de manera secreta y discreta, para que puedan preservar sus puestos en EE.UU, donde defienden los derechos igualitarios de las mujeres, pero rumbean con prostitutas, en nuestras ciudades, hasta el amanecer.

    Son populares en Bogotá, por ejemplo, lo bares de Karaoke donde altos ejecutivos chinos, que abundan por esta época, pueden escoger entre 40 y 50 chicas, todas, sin cirugías y de cabello negro y cuerpo delgado, como exigen en mensajes privados y en redes sociales, los que manejan la convocatoria diaria de las chicas, a las que citan según la reserva, de los prestigiosos funcionarios.

    Una vez en el lugar, que tiene múltiples salas equipadas con televisores, sofás y mesas para servir grandes bufetes, los altos dignatarios orientales hacen seguir a las chicas, sala por sala, para escoger una o varias chicas para que les acompañen, mientras cantan el karaoke. En estas salas privadas arreglan el precio, por las relaciones sexuales, con las chicas que fueron elegidas, para amanecer en un hotel cercano, sin dejar pruebas de prostitución en los establecimientos de karaoke, que son a todas luces legales.

    Pero lo que no debe ser legal es que se cite por redes a las chicas, se les exija cumplir un horario, no se les pague por estar disponibles para ser escogidas, por los altos ejecutivos orientales y que algunas luego de ser exhibidas como ganado, regresen a casa sin ganar nada, por no ser escogidas. Lo que no debería ser posible es que unos extranjeros llegaran a un país a citar mujeres para escogerlas, a cambio de dinero. Todos estos bares que hay en Chicó y Chapinero, deberían ser declarados ilegales. Y debería la Contraloría, la Procuraduría, revisar, cuánto de estos gastos, en prostitución, por parte de ejecutivos de China, Japón y Corea, son costeados con coimas o con los dineros mismos de la contratación de las obras monumentales en Bogotá.

    La búsqueda de los contenidos, dentro de estos nichos, evoluciona y cada vez su contenido tiene que ser más retorcido, para poder vender más. En los videos de hoy sólo se ve una fiesta perpetua donde todos consumen Tusi, lo venden, compran chicas con él y sin él, no pueden relacionarse. Cada vez se muestra más la entraña del tráfico urbano.

    El micro-tráfico, es el Universo Narrativo de las historias de hoy. Barrio Antioquia es el barrio protagonista en la escena mundial. Los piques de sus motos, su cantantes y sus letras. Pero el barrio no cambió con esta exposición, para mejorar. Tan sólo sufrió, como los contenidos, una hipérbole. Y todavía cualquier turista. Y ahora, mucho más que antes, puede ir allí a comprar drogas a cualquier hora del día o de la noche, a ese barrio, que distribuye a toda la ciudad, en físico y por WhatsApp.

    Sólo hay dos maneras de ser que se promueven en Colombia y Suramérica, países de Europa del Este y en algunos estados pobres de los Estados Unidos: Prostituta o Bandido. Puedes ser prostituta virtual, como en Medellín, la ciudad del mundo con mayor número de casas webcam. Chicas en turnos de 12 horas mínimo, transmiten 7 días a la semana, sin descanso, para estar entre las primeras páginas, que los espectadores del mundo entero están mirando. Cuando se inician en esta vida, las y los modelos webcam, reciben el “privilegio” de salir en la primera página con un aviso que dice que eres “nueva o nuevo”. Súper pervertido. Pero es una práctica normal. De hecho esos 6 días las y los modelos dan lo mejor de sí, casi sin parar a comer ni a dormir.

    Eso pasa durante 6 días y luego deben seducir al algoritmo. Y sólo hay una manera probada y es transmitir sin parar, todo lo que puedas. Cada portal puede mostrar hasta 10 mil mujeres conectadas al tiempo. Entonces mientras más transmitas y mientras más tokens te den, más escalas, para tratar de estar entre las primeras páginas que muestra el portal. Así que todos en estas casas webcam se vuelven hámsteres, corriendo en una rueda de orgasmos provocados y de orgasmos inducidos por los «Lush», poco sueño, mala alimentación, consumo de drogas, sobre todo Tusi, para disfrutar de esta maratón de hiper-sexualidad.

    ¿Cómo pueden estas casas ser legales? ¿Cómo pueden funcionar a la vista de las autoridades y de todos nosotros, sin que a nadie se le haga mal, que todos los pervertidos del mundo, tengan en una forma económica de esclavitud, por dinero, esclavizadas a miles de mujeres en casas, encerradas masturbándose sin parar, en todos los países pobres? Cómo las mujeres que asisten a este trabajo, dicen asistir felices y empoderadas a esta actividad? ¿Cómo esta misma actividad era la expresión del machismo patriarcal, antes, y ahora, la misma actividad, para el mismo público, sin cambiarle nada, resulta ser es expresión de empoderamiento? ¿Cómo pueden estas casas hacerles contratos a las y los modelos, donde elles trabajan a veces 2 y 3 turnos seguidos para lograr más propinas y dinero, del que las casas les cobran el 40% de sus ingresos, teniendo las y los modelos que pagar todos los “props”, dildos, juguetes sexuales, lencería o disfraces que usan en escena, e incluso deben costear hasta su maquillaje, peinados y extensiones? ¿Cómo podemos llamar a eso empoderamiento? Y ¿Cómo pueden ser estas mujeres empoderadas? ¿Cómo pueden salir en redes y decirlo y ser ejemplo para que otras chicas que consumen en casa, se formen con la idea errada de que prostitución y pornografía es empoderamiento? ¿Cómo puede ser empoderamiento, una actividad que produce afectaciones sicológicas y pone en riesgo la salud física y mental de las involucradas?

    En los 80’s las mujeres posando desnudas eran simplemente chicas usadas por el machismo patriarcal. Ahora las chicas posan en las mismas poses, para el mismo tipo de consumidor, pero las dueñas y administradoras de las casas, son mujeres, a veces lesbianas y los que trabajan con las chicas son gays, para que las modelos estén “confortables” lejos del abuso del machismo patriarcal, que antes las vendía y las compraba, mientras ahora sólo las puede comprar.

    Las lesbianas y los gay alquilan y venden mujeres y les ayudan a venderse. Siguen siendo las mujeres las más vendidas en esta actividad que es incluyente y vende de todo tipo de modelos, en oferta sexual: Hetero, homos, bi, grupos, tríos, trans y parejas. Pero siguen siendo las mujeres heterosexuales las más vendidas. Y es la prostitución de las mujeres heterosexuales, la que recibe el calificativo de la profesión más antigua del mundo. Y con esta frase nos la han justificado milenio tras milenio.

    Como raza humana, fuimos capaces de llegar a consensos sobre no tolerar, denunciar y prohibir la esclavitud. Desde la declaración de los derechos humanos, el gran logro fue decir que todos somos iguales y libres. Y si todos somos iguales, cómo es que hay unos que pueden alquilar a otros y hasta comprarlos, en pleno final de 2024. Por qué no hemos sido capaces de llegar al acuerdo de que la prostitución no es una profesión ni es la más antigua. La prostitución es una desviación social. Es un síntoma del deterioro del tejido social.

    Las cifras demuestran que Colombia, por ejemplo, es el país con el mayor número de hijas e hijos nacidos, fuera de una vida de convivencia en pareja, en todo el mundo. Y lo es, por mucho, lejos de los demás. Algo destruimos en nuestras entrañas colombianas, cuando aceptamos ser uno de los prostíbulos de la humanidad.

    En Colombia, en las últimas generaciones, las mujeres han crecido solas con sus hijos. Los hombres se han ido a los actores armados, han sido irresponsables o han muerto o están detenidos. Por eso las mujeres vieron en el pasado, la prostitución, como una opción siempre transitoria. Era la última opción antes y ahora parece la primera, pero sigue siendo una opción a una cadena de vicios asociados, a consumos asociados, a patologías asociadas, a delincuencia asociada, a ilegalidad asociada, a prohibido, a transgresor, a disruptivo de mala forma. Ahora las redes sociales promocionan el discurso de las productoras de contenido o actrices porno o prepagos, que dicen estar ejerciendo su feminidad de la mejor forma y sacando provecho económico de ello, orgullosamente, porque esas son actividades empoderadoras.

    Si como humanidad hemos sido capaces de decir, la esclavitud no es legal, porque simplemente no podemos decirnos, eso, en todas partes, sobre la prostitución y la pornografía asociada a ésta. ¿Por qué es un negocio multibillonario? ¿Es por eso, que hemos terminado pontificando, que es muestra de empoderamiento?
    También puedes ser prostituta real en cientos de reservados que nuestras ciudades ofrecen en todos los barrios que antes fueron barrios residenciales y hoy son sólo grandes espacios para que las mafias paramilitares que controlan la prostitución urbana, se apoderen de casas espaciosas para habilitarlas de la peor manera, para que en cuartos hechizos, los clientes tengan sexo, con las falsas masajistas, que trabajan en cientos de salas de masajes. Y también puedes ser prostituta a plena luz del día en cualquier calle o puedes ir, en Medellín, al Parque Lleras o a pararte en la 10, los dos prostíbulos más grandes, al aire libre, donde acuden mujeres de Venezuela, Ecuador y de todas las ciudades de Colombia a pedirle 300 dólares a cualquier extranjero, que vienen por manadas, a una conferencia, a una grabación, a una compra, a una transacción legal e ilegal.

    Mientras eso pasa, los jóvenes de los barrios, ven cómo sólo los extranjeros, son los que pueden tener sexo con las mujeres bellas de sus barrios. Y con la fabricación de Tusi han encontrado cómo venderles droga a bajo costo y fácil fabricación, casi irrastreable por las autoridades, a los extranjeros.

    Obvio, a través de las chicas, de las mujeres de nuestra sociedad y todos se han hecho adictos al Tusi, que es lo que los une y que es la razón de tanto visitante extranjero en nuestras calles. Debería darnos vergüenza, gran parte de las cifras de turismo, porque son sólo evidencia circunstancial y prueba reina de la presencia de cientos de consumidores de Tusi y cocaína y demás, de pervertidos sexuales, consumidores sexuales, turistas sexuales y pedófilos, visitando y abusando de las mujeres y niñas colombianas, en todas partes, sin que ellas se crean abusadas y al contrario se vean como mujeres empoderadas que están sacando provecho de los extranjeros, algunos tan simpáticos. Porque eso les han hecho creer las redes sociales, en combinación con el Tusi.

    El consumo de Tusi desinhibe las barreras sexuales y la mayor perversidad sexual puede parecerle a estas consumidoras, sólo parte de una sexualidad no explorada. Así de grave es. Con la venta de Tusi, también ha progresado el negocio casero de producirlo y las chicas y chicos de los barrios se han dedicado a hacerlo. Han creado redes con las enfermeras de clínicas y hospitales para robarse botellas de ketamina aquí y allá, por debajo de inventarios y producir Tusi. También, en la realidad de la demanda por sexo, los hombres de los barrios, han puesto a las mujeres como carnadas para robar a extranjeros y así vengarse.

    Esto está en auge. A tal punto que de Bogotá, esquemas de bandas especializadas en fabricación de Tusi y secuestro express, con prostitutas de carnada, están yendo a eventos en Medellín y otras ciudades. Mucha de la violencia de hoy que coincide con eventos, son sólo expresiones armadas de luchas territoriales, producto del enfrentamiento de esas estructuras delincuenciales, por el monopolio del consumidor extranjero y del lavador y del narco, cargados con dólares.

    Los extranjeros, han provocado la gentrificación, el desplazamiento de las personas que habitaban muchos de los barrios de la ciudad de Medellín, por el encarecimiento en el costo de la vida, provocado por la llegada de personas que ganan en dólares y gastan en pesos. Los nómadas digitales que habitan la antigua tacita de plata, han encarecido los precios de todo, haciendo que la plata sea menos plata, cada vez, para los que no son bandidos ni prostitutas y que deben trabajar en un horario, todos los días del año. Así que una taza de café hoy para un Paisa le cuesta lo mismo que le cuesta, a un norteamericano, que cobra en dólares y al que lo caro en Colombia, le parece muy barato. Eso hace que muchos Paisas no puedan comprar la tasa de café donde antes la tomaban.

    Como una ironía más de la vida, las prostitutas de Medellín tienen tarifas diferenciadas. Si te ven como extranjero vale $300 dólares, pero si te ven colombiano, vale $300 mil pesos colombianos. Así que en una astuta estrategia de mercado, han encontrado la fórmula para no perder los clientes nacionales, que no cobran en dólares. Son las únicas, en toda la ciudad, que tienen un tarifario diferenciado. Son las únicas que no han permitido que la gentrificación les perjudique su mercado. Han aprendido a venderse, para todos los posibles mercados. Hasta allá hemos llegado.


    He llegado a la estación del Metro, donde debo bajarme. La niña de 12 ya no posa ni habla. Edita sus fotos. Veo manadas de hombres en grupos que exploran Medellín, la ciudad donde nací y que visito como turista o grabando, todos los años. Veo las manadas de hombres y sus miradas lascivas sobre todas las mujeres sin distinción. Decenas de depredadores sexuales, de turistas sexuales, felices haciendo el tour del mito falso de Pablo Escobar y felices alquilando chicas, por horas, a un precio que les parece casi un regalo.

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