A veces los temas energéticos parecen lejanos. Pero la verdad es que tienen todo que ver con la vida diaria: con el gas con el que cocinamos, con el transporte que usamos para ir al trabajo, con el costo de la energía que pagamos mes a mes.
Por eso, cuando la Contraloría General nos advierte que estamos en riesgo de quedarnos sin reservas suficientes de gas y petróleo, no podemos hacer oídos sordos.
Según el informe más reciente, las reservas de gas en Colombia bajaron 13% en solo un año. Eso significa que, al ritmo actual, solo tenemos gas garantizado hasta 2031.
En petróleo, la situación no es mucho mejor: aunque hubo un leve aumento, se está logrando gracias a revisar y exprimir los yacimientos que ya tenemos, no por encontrar nuevos.
En resumen: por cada 100 barriles de petróleo que sacamos, apenas estamos encontrando uno nuevo. En gas, solo reponemos 1 de cada 10.
Es como si cada vez que sacamos un pescado del río, no sembráramos más ¿Qué va a pasar cuando se acabe?
Este no es un problema de mañana. Es un problema de hoy. Y si no tomamos decisiones ya, dentro de pocos años vamos a tener que importar el gas y el petróleo que antes producíamos.
Eso significa más dependencia, más costos y menos control sobre lo que consumimos.
¿Y por qué está pasando esto? Porque durante años no se impulsó la exploración de nuevos yacimientos. Porque dejamos de sembrar energía mientras seguíamos cosechando. Porque confundimos la transición energética con dejar de producir lo que aún necesitamos.
Me duele ver que seguimos aplazando decisiones por miedo o por cálculo político. Claro que tenemos que avanzar hacia energías limpias, pero no podemos hacerlo apagando la luz antes de tener lista la nueva fuente de energía.
El gas y el petróleo siguen siendo fundamentales para nuestra economía, para nuestros hogares y para nuestros empleos.
Apostar por su exploración responsable no es retroceder, es asegurar el camino hacia una transición energética real, no improvisada.
El tiempo se agota. Actuar no es opcional: es un compromiso con la gente, con el bolsillo de las familias, con la soberanía del país.