El mundo se llenó de mentira, engaño y falsedad, ya nadie está seguro de su propia realidad, y las estrategias de falsedad nos incluyen a todos, porque hemos caído en el engaño. Demostrar la honestidad propia se volvió una quimera, porque cualquiera participa en el engaño que está de moda.
Se señala a alguien, dice cualquier disparate y ya todos entran en el juego, culpable ¿De qué? De lo que alguien dijo sobre uno para justificar su propio comportamiento, como defenderse, es casi imposible, porque nos hemos convertido en personas que no verifican, sino que señalan, el señalado sigue siendo visto como culpable. Lo más particular es que los verdaderos culpables sí se saben esconder unos a otros. Se tapan entre sí.
En este momento, en todo el mundo, no hay que demostrar culpabilidad sino inocencia.
Los verdaderos culpables tienen todo un sistema para desviar sus errores, pecados, hacia los inocentes, que no tienen la infraestructura para defender su honestidad.
Lo que significa que la justicia, tanto legal como social, incluso familiar, se convirtió en un juego de ocultar la culpa e impregnar a los inocentes para desviar la atención de sus propios errores.
Tenemos un vocabulario tremendo para juzgar y casi nada para defenderse. La diplomacia pasó del manejo sutil de la información sensible a «catalogar sin necesidad de comprobación» lo que necesita como cortina de humo para tapar errores y desviarlo hacia quien no tiene como defenderse.
Cada ser humano tiene dentro de sí mismo su propia verdad, pero también sus mentiras, trampas, engaños, traiciones. Es su propia REALIDAD. La tiene adentro. Muchas veces lo importante no es lo que los demás «piensen o crean de uno», es lo que uno ES.
Uno responde por uno mismo. No puede responder por los demás. Uno «Sabe» quien es uno. Uno «NO SABE» quien es el que está al lado y normalmente es quien está al lado quien lo descalifica ante los demás.
Sutilmente, pequeñas críticas, una aquí, otra allá, y resulta que uno mismo entra en el juego y se convierte en el difusor de críticas, incluso de sus propios seres queridos, y poco a poco nos vamos descalificando unos a otros y entramos “inocentemente” en el juego.
La desconfianza es ahora la que está en su apogeo. Todos nos juzgamos y nos miramos como «potenciales enemigos» porque no confiamos en nadie y nadie confía en nosotros.
Es la manera en la que perdimos los valores. Caímos en el juzgamiento a priori, lo llamábamos CHISME.
Y se convirtió en lo que estamos viviendo actualmente. Casi un sistema de vida totalmente insano e irreal. El primer paso para salir de esta encrucijada es: Ser Honesto consigo mismo y empezar a trabajar el juzgamiento. Si veo defectos en alguien, me miro en el espejo.
Empezar a sanar dentro de uno mismo la crítica, el chisme, la traición. «Ver a los demás como me veo a mí mismo» Uno a uno, regresemos a la realidad.
Impezaperdon para TODOS.