Petro me arrebató la fe que le tenía al país. Mil disculpas, pero me quiero desahogar.
Por más fraude que hubiera habido. Por más, compra de votos, violación de topes, dineros mal habidos, pactos con el crimen, todo. Pues igual, la realidad es que, al menos 9 millones de colombianos salieron a votar voluntariamente por Petro, sin que nadie les pusiera un fusil en la cabeza y sin que les pagaran por su voto.
Se limpiaron el cuatro letras con el espejo de las familias venezolanas pidiendo limosna en los semáforos. Estaban antojadísimos de comer mierda y ya se la están comiendo, ¡y les está gustando!
Y votaron gratis y voluntariamente por un hampón, guerrillero, secuestrador, extorsionista y asesino que ya había demostrado ser el peor Alcalde de Bogotá, con todos los escándalos de chancucos, de corrupción, de desgreño. ¡Y de nada sirvió!
Votaron por Petro, porque finalmente eso es Colombia: un país de resentidos sociales, de ignorantes y envidiosos, aleccionados, llenos de odio por el éxito de los demás. ¡Y se identifican con Petro! ¡Petro los representa! Nada que hacer.
No soportaron a un tipo decente, con buen semblante, cultura y bien hablado, como Iván Duque. Y le incendiaron el país. El colombiano promedio es alérgico a las personas decentes. Eso les ofende y les humilla. Muchos votaron por Petro para vengarse del uribismo y por el odio visceral y enfermizo a Uribe. Les dolió que Uribe les mejorara sus condiciones de vida.
Y lo peor: conozco personas estrato 1000, graduados de Los Andes, con maestría en La Sorbona y doctorado en Princeton; de familias acaudaladas y supuestamente con cultura que ¡¡VOTARON POR PETRO!!
¿Entonces? Nada. El problema de Colombia NO ES PETRO. Es cultural. Y hasta genético. Es un país cagado. De gente canalla y miserable.
Siempre recuerdo el famoso chiste de Dios creando el mundo y dejándole todo lo mejor a Colombia: las mejores montañas, lagos, lagunas, ríos, dos océanos, nevados, llanos, valles, agua por doquier, oro, esmeraldas, petróleo, ¡todo lo mejor de lo mejor!
Y entonces, Jesús recrimina a Dios y le dice: «Papá, pero le dejaste todo lo mejor a Colombia y no te quedó mucho para repartir en los demás países, ¿no va a quedar como descompensado ese mundo que estás creando?»
Y entonces Dios le responde: «nooo, mijito, tranquilo. Es que le puse todo lo mejor a Colombia, porque, ¡espérese la porquería de gentecita que le voy a poner!»
Así que, ya bajémonos de la falacia: el problema somos nosotros los colombianos. La gente sabía quién era Petro. ¡A nadie engañó! ¡A otro con ese cuentazo de que «fuimos engañados.» Votaron por Petro porque eso querían: volver mierda todo. ¡Cagarse con el país! Yo me cansé de rogar. Me cansé de dar argumentos, datos, cifras. De nada sirvió.
Colombia, como decía el maestro Echandía, es «un país de cafres», de gente mala. De ladrones. De gentecita que sólo busca aprovecharse del otro; engañar al prójimo y ver qué le roba. Somos un pueblo malo y corrompido. Y para un país de cafres: ¡un cafre en la Presidencia! No hay más. Eso es lo que da la tierrita.
Por eso votaron por un psicópata como Petro, sabiendo que era eso: un depravado y psicópata adorador de Chávez. Yo ya perdí toda fe en Colombia.
Y saber que Petro tiene un 30% de favorabilidad inamovible y que hoy en la encuesta de Invamer, ese 30% ¡subió a un 37% de aprobación! Pues nada. Colombia es una letrina. Y Petro es el representante de esa letrina.
Aún más: creo que por fin los colombianos fueron coherentes y eligieron a un presidente acorde con su idiosincrasia: hampón, tramposo, mañoso, mentiroso, ladrón, caco, abusivo, atrabiliario, desleal, infame, miserable y canalla.