No soy de ninguna manera internacionalista, pero si soy, a mucho honor, un ser humano y como lo dijo hace milenios el gran comediante romano Publio Terencio Afro en frase perdurable Homo sum, humani nihil a me alienum puto, que traducido significa:” “Soy un hombre, nada de lo humano me resulta ajeno”, motivo por el cual me duele profundamente y al mismo tiempo me produce intensa rabia lo que está sucediendo ahora en la hermana Nación venezolana, cuando por la acción vil y criminal de un grupo de maleantes, cuyos nombres figurarán para siempre en el libro universal de la infamia: Nicolás Maduro, Diosdado Cabello, Vladimir Padrino, Delcy y Jorge Rodríguez, millones de venezolanos han sido objeto de un violento robo de algo que es tan preciado como la vida misma, que es su derecho a vivir libres dentro de los límites del orden social y a que se respete ese derecho cuando se ejerce mediante el proceso democrático del voto.
Son ya veinticinco años de esclavitud los que ha cumplido el infortunado pueblo venezolano. Un cuarto de siglo desde que esa sociedad fue objeto de un condenable engaño y una posterior traición por parte de un astuto militar, Hugo Chávez, quien primero protagonizó un golpe de Estado que resultó fallido, pero que después, por la absurda generosidad de un Presidente de cuyo nombre no quiero acordarme, fue amnistiado y con engaños logró ser elegido Presidente, pero ya disfrutando del poder mostró su verdadera cara de en dictador cruel y sanguinario y luego de colocarse a la sombra de Fidel Castro, de imitarlo ciegamente y de gloriarse de su participación en las doctrinas malditas del socialismo del siglo XXI, falleció de cáncer en Cuba, no sin antes hacerle a Venezuela el último y mas cruel daño, como fue el de dejar como su heredero a un miserable camionero adiestrado en la podredumbre del comunismo en la isla caribeña, de nombre Nicolás Maduro Moros, el tirano actual, el que con la ayuda de unos bastardos de su misma calaña se ha adueñado del poder, ha puesto todas las instituciones venezolanas en manos de sus cómplices y sostenido por un corrupto y se dice que narcotraficante militar Vladimir Padrino, comandante de las fuerzas militares y por unos grupos paramilitares de asesinos a sueldo, dominando todos los territorios del país, ha causado la expatriación de millones de venezolanos que forman una diáspora dolorosa; el mismo Maduro que carente de los mas elementales sentidos del decoro y del patriotismo, se ha robado las últimas elecciones presidenciales mediante un fraude comprobado hecho a la vista de todos, al ganador Edmundo González Urrutia hoy presidente electo y sobre todo, a la verdadera autora del triunfo, a la heroína de la libertad y a la dama que es honor del sexo femenino en América, a Corina Machado una mujer ejemplo de patriotismo, de valor y de fe cristiana.
Los hombres y mujeres del mundo, especialmente los de América y muy particularmente los colombianos que somos mas que vecinos de los venezolanos porque con ellos nos une una historia y un destino común y un glorioso Libertador, estamos moralmente obligados a hacer cuanto sea humanamente posible por ayudarlos en su tragedia. Infortunadamente no contamos con un gobierno que sea amigo del pueblo venezolano porque lo es de su tirano, pero nada nos impide elevar fervientes y continuas súplicas al cielo implorando la Divina Misericordia para esas madres e hijos, padres y hermanos que tanto en el propio territorio como en diferentes países viven en la más absoluta pobreza, procurando con los expatriados darles calor de hogar, alimento y techo para que no perezcan de frío y de abandono en las calles y veredas de las ciudades y poblaciones que los acogen.
Pero la más importante ayuda, especialmente en los actuales y trágicos días que transcurren, es la de los gobiernos democráticos y decentes que si el incuestionable presidente electo Edmundo González invocando el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca -TIAR- la solicita, puede ser la solución para que mediante las armas se imponga la legitimidad y la justicia en el gobierno venezolano. Y que no se diga que ese tratado solo es aplicable cuando está de por medio la invasión de una potencia extranjera, pues tanto en los antecedentes como en el hecho mismo del fraude electoral se da esta circunstancia ya que China, Rusia, Irán y Cuba son directamente responsables desde tiempo atrás de todos los males que afectan la libre y normal existencia del pueblo venezolano, porque no solo proveen armas a los traidores militares y a los grupos paramilitares del país, sino que físicamente lo han invadido con sus Fuerzas Armadas. Y si los poderosos Estados Unidos, el protector natural de la democracia continental y los demás estados amigos de la legitimidad venezolana, aduciendo cualquier motivo no quieren o no pueden rescatar la libertad de ese pueblo que es su aliado, por lo menos que entrenen venezolanos en sus territorios y los provean de armas y a través de sus propios hijos hagan que Venezuela sea liberada y los mafiosos criminales que la malgobiernan reciban el más severo y merecido castigo.
Finalmente, una advertencia para mis compatriotas: no olviden que Colombia por muy poderosos y conocidos motivos corre el mismo peligro que sus hermanos venezolanos, si es que llegamos a las elecciones del 2026. Por eso, tomemos desde ahora los deplorables acontecimientos del vecino país como una campanada de alerta sobre lo que nos ocurrirá si no lo remediamos y, por Dios Vivo y por el bien de la Patria, unámonos desde hoy mismo sin permitir que nada nos divida y entre todos salvemos a nuestro país de la tiranía que claramente se perfila en el horizonte colombiano.