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lunes, enero 13, 2025
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    (OPINIÓN) Quiero llorar porque me da la gana. Por: José Alejandro Ramírez londoño

    Con esta frase de Federico García Lorca, titulo esta columna que describe mi sentir luego de digerir y analizar las declaraciones de la gran heroína venezolana, María Corina Machado y de Edmundo González Urrutia, Presidente electo de nuestros hermanos Venezolanos, en las postrimerías del hurto que el déspota Maduro les dispuso como destino, como si no merecieran ya un respiro.

    El esperado video de María Corina Machado deja ver su inmenso dolor, no tanto por las contusiones que le causó la Policía Nacional Bolivariana que la secuestró y luego se vio obligada a liberar en camino a la Boleita, donde hoy se encuentra herido Roalmi Cabeza, quien conducía la moto en que pretendieron evadir el cerco criminal que les fijó el régimen en su camino; es más grande el dolor de esta ejemplar mujer por el ultraje que sucedió en presencia de los dictadores del continente y con el aval de los hipócritas gobiernos que enviaron sus representantes, caso que hoy nos llena de vergüenza a los colombianos, por desventura malgobernados por un maniaco aliado del dictador Maduro, como Petro.

    Hagamos una breve referencia a sus desteñidos argumentos para avalar la tiranía de Maduro y Cabello: dijo no reconocer las elecciones bajo el yugo del bloqueo y por ende, desconocer sus actas. Nada más equivocado, cuando fruto de los acuerdos de barbados se flexibilizó el mismo, al punto de liberar las rentas que le proveía el oro negro o al criminal Saab, y que le evitaba hurtar el otrora bloqueo a todas luces justificado.

    Con un atrevimiento infame le atribuyó a las “fake News” el secuestro de Maria Corina, a quien obligaron a hacer un video de supervivencia “como una fe de Vida” en palabras de María Corina. A Petro, su soberbia y testarudez le impiden apreciar las actas de la libertad, que fueron expuestas en más de un 85%, porque las otras las mantuvo ocultas el régimen por el bochorno que le valió esa paliza que le dió el pueblo venezolano en las urnas al hoy dictador, pese a ocupar 13 casillas de las 38 disponibles en ese tarjetón. Actas de la libertad que fueron expuestas en el Senado de la República y que le valieron el reconocimiento como presidente de Venezuela a Edmundo González por el legislativo Colombiano.

    “No hay mayor causa de llanto que no poder llorar”, decía el sabio Séneca. Y es que escuchando los testimonios de nuestros hermanos venezolanos, ultrajados por el tirano, no pude ocultar mi deseo de llorar, cuando se les veía la rabia por la medida de hecho que hoy mantiene a sus familias, en un número de cerca de 9 millones de venezolanos, en el exilio, después de ilusionarse con el reencuentro, pero habla mas por ellos el silencio al que los conminan, reconociéndose víctimas de una dictadura que los mantiene secuestrados y que cercena su derecho a la libertad de expresión, luego de que la CIDH documentara la tragedia en estas magnitudes:

    “Tras la jornada electoral, en lo que constituiría la tercera fase de la represión, la violencia aumentó en respuesta a las protestas de rechazo al fraude electoral. Alrededor de 300 manifestaciones espontáneas fueron reprimidas por las fuerzas del régimen y grupos civiles de choque. La «Operación Tun Tun» resultó en al menos 25 muertes, más de 2 mil detenciones arbitrarias, desapariciones forzadas, torturas y otras graves violaciones a los derechos humanos. Las fuerzas de seguridad también llevaron a cabo allanamientos sin orden judicial y detenciones masivas, además de recurrir a actos de violencia sistemática contra personas manifestantes.”

    Cómo también es cierto que “Llorar no indica que eres débil. Desde el nacimiento, siempre ha sido una señal de que estás vivo” según lo afirmó la novelista inglesa Charlotte Brontë, nuestros hermanos venezolanos están más vivos que nunca y por más que el tirano los aniquile, los reduzca en sus mazmorras o los exilie, más temprano que tarde se verá obligado a dejar el poder, como también lo hicieron una serie de tiranos a quienes decidió seguir y que la modernidad nos ha permitido ver desmoronarse como Sadam Husein, Muamar Gadafi o Bashar al-Ásad.

    Estoy seguro que veremos regresar a González Urrutia para encabezar la Presidencia que se ganó voto a voto, de la mano de su futura vicepresidente Maria Corina Machado, la heroína suramericana, para cesar la represión sobre nuestros hermanos venezolanos y ponerle fin a ese exilio inmisericorde; como también estoy seguro que lo hará una vez las bases de las fuerzas militares recuperen su norte y decidan rescatar de la esclavitud a los suyos, porque bien lo afirmó Simón Bolívar el 2 de agosto de 1824: “¡Soldados! Vais a completar la obra más grande que el cielo ha encomendado a los hombres: la de salvar un mundo entero de la esclavitud” y no es menor el sometimiento al hambre, a la ignonimia, a la esclavitud de sus familiares, hoy despojados venezolanos. Concuerdo pues con Maria Corina Machado cuando dijo que “Maduro hoy no se puso la banda en el pecho, se la puso en el tobillo. como un grillete que cada día le apretará más.”

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