Desde la década de los años 70, se viene escuchando el termino de Capitalismo Salvaje para referirse a unas prácticas cuestionables que han utilizado personas o grupos económicos, maximizando sus beneficios en la adquisición de sociedades, en detrimento de los propietarios o accionistas de la empresa adquirida.
Estas prácticas conllevan a un aumento masivo de la pobreza y desempleo en los países en vías de desarrollo, por la pérdida de valor y desconfianza que se genera con esas operaciones.
Durante varios años, se consideraron superadas las tomas hostiles de empresas que se sucedieron entre los años 70 y los 90 cuando grandes grupos económicos como los Santodomingo, los Sefair, los Michelsen Uribe, los Correa Maya y otros más, utilizaron recursos de sus propias instituciones y en la mayoría de las veces del ahorro privado o créditos privilegiados de entidades financieras, para cumplir los objetivos de quienes participaron en esos negocios y en otras oportunidades con la complicidad de algunos corredores de bolsa, como en el caso de Interbolsa.
Para superar esas situaciones que mostraban un desorden en el mercado de acciones, el gobierno estableció una serie de decretos y leyes que le sirvieron de instrumento a la Comisión Nacional de Valores que luego, a partir del 2005, se transformó en la Superintendencia Financiera de Colombia para tomar medias contra esas prácticas abusivas frente al mercado accionario y posteriormente se legisló para establecer las OPA´s como medio para ejercer mayor ordenamiento en el mercado de valores.
A pesar de todas las medias adoptadas por el gobierno, se dió la toma hostil del Grupo Nutresa por parte del Grupo Guilinsky que vio una oportunidad de hacerse al control de Nutresa, mediante varias OPA´s muy cuestionadas por la opinión pública alrededor de las actuaciones de algunos funcionarios de la Superintendencia de Sociedades. No contento ese grupo y sus socios de los Emiratos Árabes Unidos y de International Holding Co. con haberse al control de la empresa, desplazando a un sinnúmero de accionistas que vibraban con la posesión de sus títulos, se informa que están interesados en vender a multinacionales de alimentos como Nestlé o Unilever.
Esto nos demuestra que ese grupo de inversores solo buscaba el beneficio económico, antes que impulsar a NUTRESA como un gran conglomerado generador de riqueza y empleo para el país; no se pretende estigmatizar la inversión externa que tenga como objetivo generar valor en las empresas que adquieren, sino el que se aproveche de oportunidades licitas a los ojos de las leyes económicas, para desmembrar empresas y venderlas al mejor postor como lo haría un mercader.
La historia que se ha escrito alrededor del caso de NUTRESA, debe quedar escrita para evitar que se presenten nuevas situaciones que nos presenta el Capitalismo Salvaje, con las tomas hostiles que se han dado y que los acuerdos a los que lleguen SURA y ARGOS para protegerse y permitir una mayor apertura para que lleguen más inversionistas foráneos a reforzar su crecimiento aprovechando las oportunidades del mercado; esta sería la oportunidad para el país de proteger su base empresarial e impulsar su crecimiento para generar confianza y así fortalecer la inversión privada, tan cuestionada y amenazada por el gobierno que impera en Colombia.