Se extiende la sospecha de adicciones al alcohol y drogas del presidente Gustavo Petro. De eso se viene hablando tiempo atrás. Hasta ahora no existe ninguna confirmación de que así sea, aunque recientemente el excanciller Álvaro Leyva si lo aseguró en una carta enviada y radicada al Presidente, donde le dice que está convencido de su adicción y narra un episodio sucedido en París, en junio de 2023, en que el mandatario estando en visita oficial, alteró su agenda desapareciendo abruptamente un par de días, hecho comprobado por la misma Presidencia que emitió un documento de urgencia extendiendo la delegación de funciones presidenciales al Ministro de Hacienda.
Ante la anterior afirmación del excanciller, el presidente Petro la refuta vagamente indicando que París ofrece lugares de interés a visitar y además tiene hijos y nietos que viven en esa ciudad, lo cual es cierto. Pero teniendo en cuenta la gravedad de la acusación que, de no ser cierta, ya que ha tenido repercusión nacional e internacional, afectan la imagen de Colombia y de su Presidente, más aún siendo un país señalado de ser uno de los principales productores y exportadores de cocaína y marihuana al mundo.
Extraña que el presidente Petro no haya llamado a rectificación o demandado por calumnia a Leyva, puesto que con la imagen de un país y de su primer mandatario no se juega. Tampoco lo ha conminado a que rebele a qué lugar fue el que supuestamente Petro estuvo en París aquel día y tampoco el Presidente en su responsabilidad como conductor de un país, no sea él mismo quien solicite que se le practiquen unos exámenes clínicos de toxicología que indiquen que no consume drogas, ni que es alcohólico, algo que zanjaría toda especulación aclarando la realidad de los hechos.
En consecuencia, dada la gravedad de lo anterior, no es para manifestarse vagamente en su cuenta X por el enorme significado que conlleva una posible adicción del Presidente en las delicadas decisiones a tomar en un país convulsionado como Colombia, con graves problemas de toda índole que diariamente afectan a la población.
Ahora bien, las actitudes del Presidente en muchas ocasiones si señalan comportamientos típicos de los adictos al alcohol y a las drogas, como por ejemplo sus repetidas ausencias injustificadas, sus retardos en compromisos oficiales, sus incoherencias en sus escritos y alocuciones, en decisiones erróneas y además han rodado fotos, audios y videos reales estando Petro en estado de borrachera y situaciones comprometedoras como en Panamá, donde se exhibe tomado de la mano con un trans, además testimonios de personas que lo han visto en estado etílico e incoherente.
En conclusión, no está comprobado oficialmente que el presidente Petro sea un adicto, pero como lo dice el refrán: “Todos los caminos lo llevan a Roma”, su comportamiento, señalamientos y demás indican que, si tiene las características de una persona en dichas condiciones, es solo consultar en internet sobre las actitudes del adicto y sacar conclusiones.
Pero para terminar con esa reflexión que desde luego afecta el país, al gobierno y a la imagen del presidente a nivel nacional e internacional, Petro bajo su propia iniciativa debería permitir o solicitar él mismo unos exámenes clínicos que desvirtúen esos señalamientos y también es responsabilidad del Congreso y las altas cortes que le exijan que se haga dichos exámenes, de esa manera al no ser cierto se acabaría esa especulación nociva a Colombia y su propia integridad, de no hacerlo queda la cereza de que el que calla otorga, siendo así cierta la adicción, algo muy grave para nuestra Nación.