Con motivo del atentado al senador Miguel Uribe Turbay realizado por un joven de tan solo 14 años y en relación con mi anterior articulo titulado “Los niños y jóvenes colombianos”, deseo extenderme sobre el perfil del asesino adolescente para así poder entender este singular caso que conmueve al país.
Comienzo describiendo el perfil psicológico y personalidad de un joven convertido en asesino: por lo general son introspectivos, callados y extremadamente observadores. En apariencia, pasan desapercibidos, poseen pocas amistades y un expediente escolar medianamente aceptable. Sin embargo, detrás de esa fachada se esconde una personalidad compleja, marcada por una profunda desconexión emocional con los demás y una tendencia al aislamiento.
Tienen rasgos claros de psicopatía adolescente: falta de empatía, manipulación emocional, encanto superficial, frialdad afectiva y una notable ausencia de remordimiento. A pesar de su silencio donde tienden a negar sus hechos, su mente es activa, estratégica y obsesiva. Asume una fascinación por la muerte y el control, aunque lo mantiene en secreto. Suele racionalizar sus actos como una forma de «justicia» personal.
Comúnmente no mata por placer, sino por una combinación de motivos profundos como el control, ya que siente una compulsiva necesidad de dominar situaciones que le resultan caóticas o dolorosas. También lo motiva una venganza simbólica que canaliza su odio hacia figuras de poder, autoridad o personas que le recuerdan su propia vulnerabilidad.
De otra parte, busca la ruptura con la indiferencia ya que sus crímenes le hacen sentir que existe y que tienen impacto, algo que la vida cotidiana no le ofrece; y de otra parte les atrae la curiosidad mórbida ya que desea “experimentar” lo que se siente al quitarle la vida a alguien, más aún si es una personalidad importante, esto casi como un experimento personal sobre los límites humanos.
En el caso del joven de los hechos, su motivación central, creo que no fue el control o la venganza simbólica, sino más bien por el beneficio económico que persigue. Por lo general estas psicopatías son calculadoras, pragmáticas y ambiciosas. Tienen una visión nihilista del mundo, creen que todo se puede comprar y que la moral es un lujo de quienes ya tienen poder. Recordemos que él mismo confesó a grito abierto: “lo hice por plata, por mi familia”, ahora fríamente lo niega.
Este tipo de personalidad persigue el dinero como medio de escape, ya que quiere huir de la pobreza o del entorno tóxico en el que vive. Anhela un ascenso rápido en su mundo, despreciando los caminos tradicionales como el estudio o el trabajo honesto y prefiere un atajo hacia el poder, el lujo y el estatus. Además, busca un reconocimiento clandestino en el mundo delictivo que vive, quiere hacerse un nombre como alguien «confiable» para trabajos sucios. Un joven así no siente apego por las normas sociales y ve el asesinato como un medio más, no como un fin. Su capacidad para desconectarse emocionalmente de sus actos lo convierte en un ejecutor frío y eficiente. A diferencia del asesino impulsivo, él trata de no dejar huellas y suele pensar en el crimen como una “transacción”. En este caso no le resultó así.
Ahora veamos el rasgo de sus antecedentes familiares: este joven tiene su padre ausente, quien emigró a Polonia con el fin de alistarse en el ejercito ucraniano como mercenario, dejándole una huella de abandono y resentimiento. Su madre falleció siendo aun niño, lo recogió una tía y su esposo. Quizás nunca logró conectar emocionalmente con ellos, sin muestras de afecto, ni apoyo emocional donde la comunicación suele ser mínima. Al parecer ha sufrido antecedentes de violencia doméstica que fueron denunciados oficialmente.
Principios íntimos o código personal: aunque el joven asesino actúa al margen de toda ética, este tipo de personalidades tienen un código distorsionado, solo matan a quienes creen que lo merecen, según su criterio personal. Entiende que el mundo está podrido y que él, a través del crimen, está revelando una “verdad” oculta sobre la naturaleza humana. Se ve a sí mismo no como un villano, sino como un ejecutor inevitable de un orden más sincero que el de la sociedad hipócrita, además le pagan.
A grandes rasgos esta es una breve descripción de la personalidad y motivaciones de un joven como el que atentó contra el senador Miguel Uribe Turbay, Dios, la ley y la sociedad lo juzgará.