Un clásico ritmo musical caribeño, que sigue siendo popular en la actualidad, nos recuerda con su letra: “Otro año que pasa y yo esperando, y yo esperando. Se pasan los meses. Se pasan los años. Veo que pasa el tiempo, pero tú no dices nada…”. Esta canción, que originalmente se refiere a una relación romántica no correspondida, puede ser aplicada perfectamente a la situación actual de nuestro país.
Si adaptamos la letra de esa canción a nuestra realidad nacional, podríamos decir: ‘Otro año que pasa y todos esperando’. Esperando que la pesadilla termine, que los errores no se repitan y que las promesas se cumplan. La frustración colectiva se hace palpable, especialmente cuando vemos cómo la política divide y los problemas persisten.
En efecto, muchos colombianos están esperando que se acabe el gobierno actual, que los políticos dejen de dividir a la sociedad con ideologías y discursos populistas. Estamos esperando que se imponga una justicia ecuánime, que la seguridad sea una realidad y que la ciudadanía tenga consciencia ambiental.
Pero la espera no se limita a lo político y social. También estamos esperando que los conductores respeten las normas de tránsito, que los vecinos ruidosos sean más considerados y que los padres de familia separados dejen de utilizar a sus hijos como trofeos para ofender a su ex.
La lista de esperas es interminable. Estamos esperando que las personas dejen de maltratar a los animales de compañía, que los violentos de fútbol aprendan a manejar sus emociones y que las citas médicas no se demoren tanto.
Y los anhelos cotidianos también se acumulan: desde la esperanza de reconquistar un amor perdido hasta la ilusión de ganar la lotería. Muchos soñamos con alcanzar la independencia económica, mejorar nuestra salud o simplemente sentirnos reconocidos en nuestro trabajo.
Pero, a pesar de todo, seguimos esperando. Esperamos que el nuevo año traiga consigo cambios positivos, que los colombianos nos unamos y trabajemos juntos para construir un país mejor.
