martes, mayo 6, 2025
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(OPINIÓN) ¿Oposición tibia o decente? Por: Juan Espinal

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El pasado 01 de mayo, el presidente Gustavo Petro convirtió la tradicional marcha de los trabajadores -una jornada mundial de reivindicación laboral-, en una plataforma para imponer su narrativa personal. Aprovechó el acto no solo para presentar su Consulta Popular ante el Senado, sino para lanzar un discurso plagado de odio, división y amenazas veladas. Lo más grave fue su ataque directo al Congreso de la República, desacreditando a quienes no se someten a su ideología. En un gesto peligroso para la democracia, Petro intentó intimidar a los parlamentarios, poniendo sobre sus hombros una lápida simbólica por ejercer la oposición.

Ante este escenario, las redes sociales se llenaron de críticas hacia la oposición, tildándola de tibia o ineficaz. Pero antes de emitir juicios ligeros, es necesario hacer memoria y evaluar con claridad. De los 296 congresistas, apenas el 22% integran la oposición formal al Gobierno Petro. Aun así, esa minoría ha logrado frenar tres reformas destructivas: una a la salud y dos laborales. También ha liderado debates de control político, destapado casos de corrupción y promovido una denuncia ante el Consejo Nacional Electoral por presuntas irregularidades en la campaña presidencial.

Aún así, no podemos reprocharle al ciudadano su frustración. Muchos recuerdan, con razón, la oposición incendiaria que lideró el entonces senador Petro contra el gobierno Duque, una oposición que paralizó al país, justificó la violencia, puso en jaque la institucionalidad y la vida de los colombianos. Esa oposición sí fue “efectiva”, pero a costa de incendiar la nación.

Nosotros elegimos un camino distinto. No somos una oposición de piedras y bloqueos. Somos una oposición firme, pero responsable. Una oposición que no quema CAIs ni agrede policías, que no paraliza puertos, ni sabotea la economía. Somos una oposición que defiende la vida, la propiedad privada, el trabajo digno y la legalidad. ¡No somos tibios, somos decentes!

Pero la decencia no puede ir sola. La unidad es hoy más urgente que nunca, como lo advirtió la senadora y precandidata presidencial Paola Holguín: “este no es momento para fraccionar ni al Centro Democrático, ni al país”.

Petro pasará. Colombia no le pertenece a una ideología ni a un caudillo. Le pertenece a sus 52 millones de ciudadanos. La responsabilidad de frenar el daño que este gobierno le está haciendo al país no es solo de los partidos políticos. Es de todos: empresarios, académicos, tanques de pensamiento, jóvenes, campesinos, sociedad civil y también de los arrepentidos del petrismo. Todos debemos unirnos para defender las instituciones, la democracia, la libertad y la vida.

Y sobre todo, no olvidemos a quienes nunca mencionó Petro en su encendido discurso: nuestros soldados y policías, que han sido blanco del plan pistola y han pagado con su vida el precio del abandono estatal. Más de 30 héroes han sido asesinados, y el silencio del presidente es ensordecedor.

La historia no perdonará la indiferencia. En 2026, Colombia retomará su rumbo, pero desde ya debemos prepararnos, con firmeza, inteligencia y determinación para corregir el rumbo, reconstruir lo destruido y volver a unir a esta gran Nación. Colombia tiene con qué ser potencia, pero necesita liderazgo y valentía para lograrlo.

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