El debate por el modelo de ordenamiento territorial está pendiente hace treinta y tres años. Una Misión sin un debate serio y sin claridad es letra muerta.
Las misiones son mecanismos de prospectiva y concertación entre expertos de diferentes sectores sobre retos estructurales, muchos de los cuales son deudas históricas de desarrollo económico y social de Colombia. Estrategias que se centran en el largo plazo, pensadas para modernizar la gestión sectorial e institucional y aportar soluciones a los problemas públicos, articulando el hacer del Gobierno con el sector productivo y la sociedad civil.
Entre 2019 y 2022, Colombia se ha embarcado en cinco grandes misiones: Empleo, Internacionalización, Inteligencia Artificial, Crecimiento Verde y Descentralización, cada una de ellas dedicada a desafíos específicos. Actualmente, las misiones de Inteligencia Artificial (2019) y Crecimiento Verde (2020) están en desarrollo, mientras que las otras tres, lideradas por el DNP, han entregado recomendaciones y propuestas para su implementación.
La de Descentralización presentó en abril nueve propuestas que buscan el necesario cierre de brechas entre el centro y las regiones: mientras el centro recaba 81% de los impuestos, los departamentos y los municipios el 19%. El documento evalúa y propone redefinir la distribución de capacidades y recursos de las entidades territoriales, reconociendo las enormes desigualdades que existen y construyendo un modelo preliminar de organización capaz de integrar la diversidad poblacional y étnica, y las disparidades socioeconómicas y geográficas de nuestro país. Sin duda, un esfuerzo de diseño institucional ambicioso.
Por ejemplo, se propone adoptar una nueva regionalización que refleje las necesidades y oportunidades de los territorios, con una tipología alternativa de entidades y de división administrativa del país, según las diferencias poblacionales, económicas y ambientales. Una mirada necesaria y urgente.
Algunas alertas: queda sin resolver el cómo y cuál es la ruta para fortalecer las capacidades de las regiones. Una descentralización diferencial requiere herramientas de gestión y coordinación de políticas que no parecen claras.
Igualmente, las alternativas de asignación de recursos se quedan cortas y no tienen en cuenta ni el Presupuesto General de la Nación ni las renuncias que el Gobierno tendría que hacer para fortalecer las finanzas de las entidades territoriales. Este no es un problema solo de redistribución.
Otras preguntas que surgen: ¿Dónde se están dando las discusiones? ¿Con qué actores? ¿Quién es el responsable del liderazgo de la Misión una vez entregadas las recomendaciones? ¿Qué sigue?
Colombia tiene cinco misiones que se han estructurado para el cierre de brechas de desarrollo económico y social en el largo plazo. ¿Qué está pasando con estas? ¿En qué va su implementación? ¿Cuánto representan estos procesos en términos de recursos, ideas y tiempo para el país y cuántas oportunidades estamos dejando de ganar mientras sigue pendiente su ejecución?
El debate por el modelo de ordenamiento territorial está pendiente hace treinta y tres años. Las recomendaciones de un esfuerzo institucional que inició hace 3 años, como la Misión de Descentralización, deben ser debatidas amplia y profundamente, con todos los actores sociales.
Es una discusión sobre el futuro del país y sus territorios. Una misión sin un debate serio y sin claridad en su ejecución es letra muerta. Ojo, podemos perder una oportunidad única de mejorar las condiciones de vida y el bienestar de millones de colombianos de las regiones.