Desde que recorrí por primera vez las zonas rurales más golpeadas por el conflicto armado, entendí que los discursos sin obras no cambian realidades. Lo supe como edil, lo confirmé como concejal, y lo vivo cada vez que una madre campesina me muestra el cuaderno de su hijo lleno de sueños, pero sin un aula digna donde aprender.
Por eso defiendo las Obras por Impuestos (OxI). Porque cuando están bien diseñadas y bien ejecutadas, pueden ser la diferencia entre el olvido y la oportunidad para cientos de municipios. En Antioquia lo hemos demostrado con hechos.
Entre 2018 y 2025, el departamento ha logrado gestionar 79 proyectos por más de 1,03 billones de pesos, convirtiéndose en líder nacional de este mecanismo. Esta cifra no es un número frío: son carreteras abiertas, colegios nuevos, acueductos en veredas donde el agua antes llegaba en mulas.
Solo en 2025, logramos algo sin precedentes:
21 nuevos proyectos gestionados.
64 nuevos contribuyentes del sector privado.
$405.580 millones movilizados en un solo año.
¿En qué se traduce esto?
Sector
Inversión 2025
Transporte (6 proyectos)
$170.340 millones
Educación (7 proyectos)
$85.283 millones
Educación – ICBF (4 proyectos)
$16.306 millones
Agua potable y saneamiento (1)
$112.743 millones
Gestión del riesgo (2 proyectos)
$18.925 millones
TIC (1 proyecto)
$1.981 millones
Estas inversiones han llegado a territorios ZOMAC y PDET, donde la pobreza, la violencia y el olvido estatal eran una constante. Y lo han hecho porque el sector privado antioqueño, acompañado por actores como Proantioquia y la mesa departamental de OxI, entendió que el desarrollo no puede esperar.
Pero no todo es épico. Este mecanismo, que debería ser ley permanente y no estar sujeto a las reformas tributarias de turno, tiene riesgos reales que debemos corregir con urgencia:
Las regiones más pobres siguen siendo las más difíciles de atender, porque el interés empresarial se concentra donde hay visibilidad o retorno reputacional.
Los tiempos de aprobación aún son lentos, y la competencia entre departamentos crece mientras el cupo fiscal CONFIS no se amplía.
Las pequeñas empresas quedan por fuera, y las comunidades a veces ni se enteran de qué se construirá en su nombre.
En varios casos, la calidad de las obras no ha estado a la altura de la esperanza que generaron.
Como lo señaló la Comisión Accidental de OxI y el mismo sector empresarial, se necesita una ley propia, seguridad jurídica y ajustes normativos que hagan más flexible y confiable este instrumento.
Antioquia no puede perder el liderazgo que ha construido. Por eso, desde el congreso lo seguiré acompañando. No basta con hacer obras. Hay que hacerlas donde duelen las brechas, donde sangra la desigualdad, donde nadie quiere ir. Las Obras por Impuestos tienen el poder de hacerlo, pero necesitamos ajustar el timón.
Desde donde esté, como ciudadano o como congresista, no dejaré que este salvavidas deje por fuera a quienes más lo necesitan. Porque cuando la política se ensucia los zapatos y pone el oído en la tierra, puede salvar vidas y sembrar futuro.