El pasado domingo miles de colombianos salimos a las calles para rechazar el atentado contra el precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, rechazar la ola de violencia que vivió el país durante la semana anterior y además para solidarizarnos con las víctimas, tanto civiles como de la Fuerza Pública, alcanzadas por la violencia terrorista.
También fue un acto simbólico en el que expresamos nuestra preocupación por la salud de la democracia y la libertad de nuestro país, puestas en jaque por los terroristas, y por el propio presidente, quien pretende pasar por encima de la Constitución. Muchos de esos colombianos que se sumaron a las marchas, apoyaron al presidente Petro, pero hoy están expresando su decepción, su indignación o su desconcierto. Algunos lo hacen en voz baja. Otros ya se atreven a alzarla públicamente. Lo hacen con dolor, porque se sienten engañados, porque creyeron en algo que no fue.
Y es aquí donde, quienes advertimos el peligro y sabíamos que un gobierno Petro era un “salto al vacío” para nuestra tradición republicana, debemos tener altura. No caigamos en la tentación de decir: “te lo advertí”, “ahora sí te diste cuenta”, “ingenuo”, etc.
Ese tipo de frases no construyen, por el contrario, alejan y dividen. Alimentan el ego, pero debilitan el propósito común: Defender la democracia.
Tampoco se trata de desconocer los malos precedentes que sembramos y que como sociedad hemos tolerado, como el desconocimiento del resultado del plebiscito en 2016 y los innumerables acuerdos de paz, cada vez cargados de mayor impunidad. Hay que aprender de los errores cometidos, pero para avanzar. Por eso les digo: No es momento de recriminar, es momento de sumar. ¡Está en juego nuestro país!
Hoy no es momento de revanchismos, sino de madurez, pues más que nunca, Colombia necesita unión entre quienes, vengan de donde vengan, compartimos un mismo propósito: defender la democracia, el Estado de derecho y las instituciones. Ya no más división. Recordemos como nos unimos alrededor de propósitos en el año 2002 con el liderazgo del presidente Álvaro Uribe Vélez. Seguir dividiendo sería imitar el ejemplo de Santos cuando nos clasificó entre “Amigos” y “Enemigos” de la PAZ o replicar lo que lleva haciendo Petro y su proyecto político, ahondando en el resentimiento y en el odio de clases, géneros, razas, etc.
No importa si antes pensaron distinto y votaron diferente. Si hoy despertaron y defienden la libertad, el orden, la verdad y el respeto a la Constitución, son aliados. Y deben ser escuchados, respetados e integrados: atraerlos con argumentos hacia unas ideas prácticas, fundamentadas en el sentido común, los hechos y los datos; las cuales no suenan tan bonitas como las pintadas por ideologías utópicas, pero llevan a mejor puerto. Debemos articular redes ciudadanas que integren a los “nuevos conscientes”, visibilizar una narrativa positiva y encontrar unos puntos mínimos que nos unan en torno a una visión conjunta de la Colombia que queremos.
Hoy, quienes despiertan del hechizo populista no deben encontrar burlas y recriminaciones violentas, sino brazos abiertos y RESPETO por reconocer el error, además porque con frecuencia, los conversos terminan siendo los mejores difusores de los desaciertos de las políticas totalitarias. Cuando está en riesgo lo esencial, las diferencias políticas pueden posponerse.
La historia está llena de personas que rectificaron a tiempo, de ciudadanos que cambiaron de opinión con valentía, de líderes que pasaron de la ingenuidad a la conciencia. Ejemplos de ello son: George Orwell, Mario Vargas Llosa, Octavio Paz, André Gide, Thomas Sowell, entre muchos otros casos.
La reconstrucción y la transformación positiva de Colombia no se hará desde la venganza ni la humillación. Se hará desde el sentido común, la generosidad estratégica y la conciencia del peligro que enfrentamos.
Hoy debemos enfrentar unidos el peligro que representa el proyecto autoritario que quiere normalizar el caos, destruir los contrapesos, perseguir a los jueces, callar a la prensa, ahogar a las empresas, destruir el sistema de salud, desmoralizar la Fuerza Pública y dejar al país en manos de los violentos… pues si no se hace lo que el Presidente quiere… entonces “guerra a muerte”
Hoy no se trata de tener razón. Se trata de no perder la República. Porque defender la democracia no es ser de “izquierda”, de “centro”, ni de “derecha”, es ser un humano consciente y responsable.
Hoy celebro esta MARCHA DEL SILENCIO y el hecho de que el país se una en torno a causas comunes, no partidistas. Unidos contra la violencia y el totalitarismo, no los unos contra los otros.
Gracias Miguel por unir a un país herido, por darnos esperanza, por hacernos “pellizcar” en medio del letargo.
Y aprovecho para recordar a tu madre, la valiente Diana Turbay, quien fue enfática en no sacrificar el futuro del país y ceder a la presión narcoterrorista por su liberación.