No con el ánimo de ofender a ninguna persona, pero sí con la clara intención de mostrar la realidad política en la casa de Nariño, no encontré un símil mejor, que un preservativo para evidenciar esa situación.
Un preservativo es un adminículo que se una cuando estrictamente se necesita, y hay que desecharlo de inmediato después de usarlo.
Es muy corto su tiempo útil y para nada es reciclable. Recuerdo como si fuera ayer que Gustavo Petro en su paso, también desafortunado por la Alcaldía Mayor de Bogotá, tenía la clara costumbre de despedir a sus secretarios de despacho con una velocidad inimaginable y después de una gazapera con cada uno de Ellos.
En la presidencia de la República, este fenómeno se repite incluso con más intensidad. La última información que tuve a la mano hablaba de 51 ministros, viceministros, en 34 meses de mandato. Una barbaridad.
Manejar cualquier Institución en esos términos es absolutamente imposible. Una torre de Babel.
De ahí el fracaso ejecutivo rotundo del gobierno Petro, cuya principal impronta es que ni siquiera ejecuta los recursos disponibles en cada Ministerio e institución. Petro no tiene amigos ni quiere a nadie, ese tipo de afectos no están en su confusa personalidad.
Salíeron por la puerta de atrás, los pesos pesados que decidieron equivocadamente participar en ese gobierno.
Jose Antonio Ocampo MinHacienda, Alejandro Gaviria, MinEducación, Cecilia López, MinAgricultura, Ricardo Bonilla MinHacienda, Álvaro Leyva, Canciller y una larga lista de desconocidos que apenas alcanzaron a colgar el saco en la oficina, y de inmediato eran cambiados y no se les notificó siquiera su retiro.
Salieron por el Chut de basuras, tampoco atendía a los ministros en su despacho. Vaya manera de gobernar.
Ahora preparan su salida, Gustavo Bolívar, su más fiel escudero, y Laura Sarabia, su confidente, cómplice y más cercana funcionaria. La razón, la llegada de Benedetti, que no quiere a ninguno de los dos.
Bolívar parecía ser el candidato presidencial del Petrismo, y las últimas encuestas acompañaban esa aspiración, pero Petro, definitivamente no quiere que sea su aspirante a sucederlo.
Como le negó también, la Presidencia del Senado para dársela a un oportunista sin méritos petristas como Roy Barreras. “Presidente yo lo amo”, fue la más categórica declaración de incondicionalidad de Bolívar, pero de nada sirvió.
Ya Petro, anda en conversaciones con Carlos Amaya, actual gobernador de Boyaca, y militante de la Alianza Verde, para que este renuncie a su cargo y asuma esa candidatura.
Es un timonazo brusco que bota a la basura a los suyos y los reemplaza por unos preservativos nuevos, cuya permanencia tampoco está asegurada.
Laura Sarabia se consolidó como la reina del Palacio de Nariño, manejaba a su amaño la agenda floja e impuntual de Petro, como lo dice Leyva en su carta, “lo dejaba sentado en una sala de espera toda la tarde» y era el Canciller de la República.
Sarabia se perfiló como la dama de hierro del gobierno por la que tenía que tramitarse cualquier acercamiento con Petro. Hasta que llegó Benedetti. Dos personas que no se toleran.
Tanto que Sarabia empezó sin consultarle al jefe de Estado, a entregar pruebas contra Benedetti a la Fiscalía y a las Cortes.
Como Canciller, Sarabia actuó con mucho más serenidad y madurez que el viejo loco e irresponsable de Leyva, que salió con una larga sanción de la Procuraduría.
Y bastó un comunicado de Sarabia, felicitando al presidente Noboa del Ecuador, para desatar la ira de Petro. Que no solo la desautorizó, sino que cortó todos los lazos que los unían. Ganó el pulso Benedetti.
Sarabia y Bolívar son los dos nuevos preservativos que acaba de desechar el gobierno Petro. Bolívar no será el candidato del mandatario a la Presidencia.
Y Sarabia, “sale para pintura” y más adelante para asegurar su silencio, recibirá un cargo diplomático.
Así se usan y se desechan los preservativos en el Palacio de Nariño y en el régimen Petro.
Sobremesa
Que circo. Pobre país.