Podríamos decir que el planeta tierra está desde el centro, aunque no lo conocemos todavía, que sepamos. Sigue la superficie, donde la gravedad nos «ancla» y todos los días trabajamos para despegar un poco, hacemos competencias: 1 milímetro más es un récord. Y sigue hasta la atmósfera. Queríamos volar, como las aves, y desarrollamos aeronaves y hasta parapentes.
Queríamos nadar y aprendimos a hacer canoas y barcos, queríamos sumergirnos y lo logramos, a veces con tanques que nos proveen oxígeno, hasta submarinos. Aprendimos a guardar comida para el invierno y a refrescarnos en verano. Miles de años, el ser humano ha tenido ingenio para solucionar los desafíos, poco a poco, investigando, trabajando duro, error y más errores hasta que se encuentre la solución. No nos hemos rendido.
Construimos puentes, edificios, máquinas, solucionamos problemas de salud, organizamos sociedad. Salimos de la tierra, en cohetes espaciales, para explorar el universo, y los astronautas quedan maravillados de lo pequeño que es nuestro planeta con respecto a la inmensidad del universo, que veíamos pequeño desde la superficie donde vivimos. Nos movemos, luchando por conocer, comprender y darle manejo, desde nuestra inteligencia.
¿Y ahora, qué hacemos con nuestros conocimientos? ¿Por qué, siendo el universo tan inmenso, estamos solos? ¿No hay más gente en los otros planetas? ¿Quién o qué nos puso aquí? ¿De dónde salimos? Algunas historias de la antigüedad dicen que fuimos creados. Está bien, a los primeros, y ahora somos miles de millones.
¿Qué hacemos aquí? ¿Vivimos, trabajamos, nos reproducimos, aprendemos y nos morimos? ¿Así, nada más? Creemos en alguien más grande que nos premia o castiga. ¿Nos aferramos a las diferentes opciones que nos presentan? La realidad es que la información está donde algunos han buscado, con disciplinas, buscando silencio mental, pero no estamos seguros de que nos sirve a todos. Entonces, ¿dónde buscamos? Adentro, en el propio ser vivo. El que olvidamos. El que no nos atrevemos a explorar, porque hay demasiados pensamientos, ideas, recuerdos, voces en desorden, que muchas veces nos agobian o enferman, o también que nos dan ideas geniales.
El pensamiento: lo cultivamos con disciplina y estudio, tratando de poner orden, pero si nos descuidamos, nos la pone difícil. El sentimiento, que a veces nos alegra y a veces nos «duele demasiado» Ahí está el bloqueo. En nuestro interior. Lo llenamos, pero no lo “vaciamos”. Sí, rezamos, oramos, meditamos, pero sin conocer qué es el pensamiento, de dónde viene y qué significa para uno como persona.
¿Cómo define nuestro comportamiento? Nuestra personalidad. Nuestros talentos. Nuestra inteligencia. A veces estamos muy desligados de nuestra herencia familiar y comunitaria. Hicimos algo diferente: ¿Después de renunciar a “buscar” y darnos cuenta de que hay mucho que no entendemos, Que no tenemos nada inteligente para decir, Dios, ¿dónde estás? ¿Qué significa? ¿Cuál Dios es? ¿Real? Encontramos las «voces». Y descubrimos que son los seres que murieron, pero siguen vivos, dentro de nosotros.
¿Por qué? Porque hay raíces que no conocemos, raíces de una conexión no física, más bien espiritual. Pero muchas voces no son bonitas, lo que significa que los «muertos no están muertos» tampoco se sanaron al morir su cuerpo. Y nos hablan, a veces se “ven”, nos hablan y escuchamos. Se nos presentan en sueños o pesadillas. A veces nos llevan a perder el control y hacemos «cosas’ que no recordamos haberlas hecho.
A veces nos inspiran, a veces nos dan sensación de ausencia. Y nos hacen doler. Porque es lo que tienen: dolor, ausencia, miedo, rabia, lujuria, agresividad, venganza, hambre, amor, saber, ideas, y eso es lo que captamos. Al identificar la situación, sentimos «dolor por ellos» por su estado, a veces desde hace muchísimo tiempo. Y siguen ahí… a veces nos enferman.
¿Por qué? Porque no han podido encontrar la salida. Están como en un círculo eterno. Así que buscamos ayuda, ¿Dónde? A través del mismo pensamiento. PERDÓN para todos. Para los muertos y para los vivos. ¿A quién? Al que nos creó, del que depende todo. Dios. Hasta que nos llegó la respuesta: Dios Creador de todo lo que existe, todo es Vida que se manifiesta en muchos seres de diferentes dimensiones, vibraciones. Desde la Creación hasta los infiernos más difíciles, y también los olvidados, nosotros, los vivos con cuerpo, y los vivos sin cuerpo, humanos, animales, vegetales, minerales, elementos, y todos los seres que no vemos, pero tenemos algunas referencias, porque algunos sí los han visto.
Desde Ángeles hasta diablos y demonios. Todos “conectados” de una manera que no es física ni material. Pedimos perdón para todos sin excepción. Sentimos COMPASIÓN por ellos. Dios se hace presente, nos “muestra” que es PadreMadre Creador. Así, unidos. PadreMadre. Nos llega IMPEZÁ. Baja por el canal de la Vida, es decir, le llega a cada ser que existe en cada dimensión, vibración, estado. Desde los más “Santos” hasta los más “dañinos”.
Lo empezamos a compartir, viene en forma esférica, porque no juzga. Es una esferita de color amarillo dorado llena de estrellitas plateadas, contiene muchas herramientas para la sanación de cada “error” que cada uno tuvo en su vida, en la oportunidad de tener cuerpo físico. Empezaron a recibir, voluntariamente. Y empezaron a «manifestar sanación y liberación de sus “problemas” que los han tenido “atrapados” en un estado de no saber, no entender, pero con todos sus miedos, deseos, hechos, apremiando por su “alimento” que los parasita a las nuevas generaciones de su «rama Almica».
Así que se está desarrollando Impezaperdón para TODOS, los seres Creados, sostenidos vivos con o sin cuerpo físico. Al recibir Impezaperdón cada muertecito o desencarnado’ empieza su proceso de sanación de su propio ser vivo. Y empieza a “sanar” el pensamiento, los sentimientos, de cada ser vivo con cuerpo que les está ayudando a las vidas anteriores de su propia Alma, o sea, nosotros, los seres vivos con cuerpo físico. Empieza el regreso a nuestra esencia Espiritual. A casa.
Impezaperdón para TODOS