sábado, noviembre 15, 2025
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(OPINIÓN) Los libros salvan vidas. Por: Jorge Andrés Rico Zapata

La lectura es trascendental en la sociedad contemporánea. Hace unos días, leyendo algunos informes sobre educación y lectura, me encontré con un dato del Banco Mundial, en donde indica que “si los niños no pueden comprender un texto a los 10 años, es poco probable que lleguen a leer con fluidez, no prosperarán más adelante en la escuela y no podrán impulsar sus carreras profesionales y las economías de sus países una vez finalicen la escuela”.

Leer es un acto humano y profundo, es la obtención de uno de los precedentes más relevantes que puede desarrollar la persona para hacerse responsable de sí mismo desde la reflexión individual. A mí me salvaron, desde niño, de esas realidades que no entendía, pero que me afectaban, como la violencia, la droga o los problemas familiares. Leer salva, vidas.

La vida líquida de la cual habla Zygmunt Bauman propone la incertidumbre constante como una característica de la sociedad contemporánea y es en la lectura y en los libros que hay posibilidades de encontrar herramientas sensibles y racionales para afrontar los cambios, porque la lectura acerca al ser humano a una experiencia de encuentro con posibilidades, información, descripciones, contextos y aspectos que generan en la persona, insumos para el desarrollo del pensamiento crítico, la creatividad y el carácter para vivir en medio de las transformaciones sociales, culturales, tecnológicas, educativas, etc.

Más especiales son los libros. Tener la posibilidad de centrarse en la experiencia del texto como una compañía que está para brindar un momento de libertad, es apasionante. En el libro, el ser humano puede tener un encuentro de disfrute y aprendizaje, necesario para generar capacidades de análisis y reflexión.

El vínculo con los libros debe hacerse en las fases iniciales del aprendizaje del niño. No es un deber de la escuela inicialmente, es de la familia. El problema, en este caso, es estructural, porque hay otros problemas que la familia está tratando de resolver y el libro no es el interés inmediato. Esto se convierte en un problema cíclico y generacional, al cual, podemos aportar a solucionar, quienes amamos los libros.

El desarrollo de la comprensión lectora, de las capacidades y hábitos de lectura impactan en la construcción cultural y social de un país. En las instituciones educativas, es innegable la diferencia que se presenta en competencias blandas como gestión de las emociones, análisis, reflexión, creatividad, pensamiento crítico, comunicación integral, conversación y otras, de parte de jóvenes que tienen prácticas de lectura y quienes no. Leer genera una diferenciación respecto a la sensibilidad de parte de quien lo hace, porque, el mayor objetivo que logra esta experiencia, es la curiosidad por comprender y reflexionar el mundo.

La transformación tecnológica y los procesos de reconfiguración digital que conllevan que el ser humano tenga acceso constante a información o desinformación, imágenes y videos falsos, y en general, el escenario de hiperconectividad, requiere unos momentos al día de ubicación espacial y emocional consciente, donde haya libertad real, alejada del celular como insumo automatizado para entretenimiento en las redes sociales digitales.

El libro como objeto y experiencia es una opción, es fomentar la conversación con los libros en estos tiempos de caos informacional y humano. Como dato anecdótico, porque son muchos los factores relacionados con esto, en el mundo, según datos de la encuesta de este año realizada por Ceoworld los países en donde más se leen libros, son: Estados Unidos, la India y el Reino Unido. En EE. UU. el promedio de libros leídos por una persona al año, es de 17, y en su mayoría libros impresos, y en Colombia, una persona lee aproximadamente 6 libros al año.

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