Aquí hace rato ya no hay democracia. No funcionan la justica ni los entes de control, y al parlamento lo controla una corrupción explicita. Y nosotros jugando a que no nos dimos cuenta de que nos desinstitucionalizaron el país y la sociedad civil, mientras Petro y Maduro, tiranos usurpadores disfrazados de demócratas y toda suerte de organizaciones criminales están ajustando cuentas sobre el reparto del frondoso botín de ilegalidad que representa toda la sufrida “franja fronteriza colombo-venezolana” (más de 2200 Kilómetros de extensión).
Desaparece el Estado de Derecho donde no existe la coercibilidad de la ley, donde no hay voluntad política de poner orden, donde no hay unas Fuerzas Armadas operativas y capaces de contener la avalancha de inseguridad y delitos que generan miles de organizaciones criminales, algunas institucionalizadas política y socialmente por el gobierno de turno cual es el caso de muchos reinsertados y de los 75 criminales de lesa humanidad convertidos en gestores de paz.
El caso es que adonde líderes políticos y privados que podrían ejercer alguna fuerza de poder se lleguen a caer del ego, se matan, y el resto del país solo lloramos en estado de “indefensión aprendida”, que significa que somos incapaces de actuar.
Colombia, Venezuela y Panamá representan un HUB global en plena disputa geopolítica que es crítico para el futuro pues su potencial energético y biológico es inmenso, porque por aquí pasan la carga que le da la vuelta al mundo y siete cables de fibra críticos para el funcionamiento global del internet.
Lo único lógico que se ha escuchado es una intervención de Naciones Unidas en Venezuela, para hacer valer la voluntad del pueblo, como lo planteó en derecho internacional Uribe, quien lleva quince años advirtiendo de la amenaza Castro-Chavista regional. Pero eso no lo van a atender “los progres” de las organizaciones internacionales como la ONU y la OEA.
En Colombia en lugar de andar divagando en discusiones de candidaturas aún minusválidas o inmerecidas, deberíamos ponerle atención a no permitir que el país siga en manos de “la ejecución de un proyecto de caos revolucionario” que consiste en el cambio de sistema de libertades por un modelo de control estatal centralizado neo-narco-estalinista que vienen implementando perfectamente, aunque para nosotros sea una incoherencia demencial que nos resistimos a entender.
Mientras el gobierno tiene la plata de nuestros impuestos invertida en redes, influenciadores y bodegas generadoras de falsedades multiplicadas con “bots” que colman el vacío de la ignorancia generalizada, y en pagarle sueldo a delincuentes que se saquean el erario, la dirigencia del país productivo solo tiene por doctrina: “una acomodada prudencia políticamente correcta” y no es capaz de invertir en pauta y en redes con un relato unificado, y los ciudadanos del común estamos limitados a lo que anuncian algunos noticieros de medios que dependen de la pauta estatal y unos gremios entregados al Petro-Santismo tratando de encontrar esperanzas en encuestas ambiguas.
Colombia tiene derecho a saber todo sobre la vida oscura de sus gobernantes. Nadie puede negar que desde el 2022 y ante una inhabilitación premeditada de las Fuerzas Armadas, las luchas por el dominio territorial entre organizaciones criminales en todo el territorio nacional han ido en detrimento de la presencia soberana del Estado y la seguridad ciudadana.
Si en algún momento el país creyó en una posibilidad de negociar acuerdos de paz con el narcoterrorismo, ahora el gobierno está metido en camisa de once varas, cayó en una trampa sin salida llena de víboras venenosas que se están matando entre ellas por el botín de la rica franja fronteriza colombo-venezolana, tan ilegal e inhumana como es el ajuste de cuentas entre toda suerte de organizaciones criminales. Lo anterior explica el incremento de las matanzas en más de un 50% y las luchas por el control de las zonas fronterizas, las áreas de cultivos ilícitos y los corredores de narcotráfico, correlacionados con lo que Santos llamara los municipios PDET.
Tal y como era predecible, las FARC-EP y el ELN, fueron amigos hasta que el uno le robó al otro en la repartija de todos los negocios ilícitos que les ha permitido y auspiciado el espurio gobierno revolucionario que tenemos y la dictadura del narcoestado venezolano con su cartel de los Soles y su tren de Aragua.
Estos grupos narcoterroristas que parecía que venían operando sin pelearse en el noreste del país, desde que se aliaron con Petro y Bolívar para dar un golpe de Estado que no les resultó en 2021, época en la que aún intercambiaban brazaletes según conveniencia, ahora que el negocio creció, empezaron a matarse con la complicidad de tiranos populistas que vienen hablando del proyecto Bolivariano narco-castro-chavista etiquetado como socialismo del siglo XXI.
El mandatario colombiano comprobó entregando información de inteligencia reservada en redes sociales, que toda la operación “Relámpago” es solo una pantomima. No podemos ignorar: la presencia de Irán en la región y que el ELN es un promotor de la ideología revolucionaria cubana que se tomó Venezuela y que es la fuerza que controla el “Arco Minero” que comprende, el uranio que le venden a “Hezbollah”, el comercio ilegal de oro, coltán, y cocaína, el contrabando de combustibles ilegales y las emisoras fronterizas que se escuchan en toda la franja limítrofe.
El ELN y el Clan de Golfo se disputan el control de la costa Caribe, el Darién y Urabá, y luchan por el sur de Bolívar y el megalito segoviano antioqueño de donde salen más de cuatro toneladas ilegales de oro por año. El ELN y las FARC-EP luchan con el Clan del Golfo y otras organizaciones narcoterroristas por el control de los corredores de la droga en el centro del país. Las FARC-EP no son disidencias como aducen todos los que siguen cobrando de los acuerdos espurios de Santos en Cuba desde el parlamento y entidades del Estado, conviven con el narcoindigenismo y con más de 17 carteles mexicanos en el centro y sur del país, donde controlan zonas críticas como el Caquetá, el Huila, el Putumayo el Cauca y Nariño.
Entendamos que ese negocio no está para la venta, y que los ajustes de cuentas son a bala.