sábado, agosto 2, 2025
InicioOpinión(OPINIÓN) Leer lo incómodo: cuando pensar se vuelve un riesgo necesario. Andrés...

(OPINIÓN) Leer lo incómodo: cuando pensar se vuelve un riesgo necesario. Andrés Felipe Molina Orozco

No se trata de leer más. Se trata de leer lo que nos desmonta. En tiempos de algoritmos pedagógicos, coaching afectivo y certezas virales, leer lo difícil es una forma de resistencia. Y pensar con rigor, un acto político.

He escuchado demasiadas veces la frase: “ese autor es muy enredado”. O peor aún: “eso suena bonito, pero no sirve para la vida real”.

Cuando alguien dice que un texto es “difícil de digerir”, rara vez está hablando solo del estilo. A menudo está revelando su relación con el pensamiento: su umbral de incomodidad intelectual, su disposición a dudar con método, su tolerancia al silencio incómodo que deja una idea bien lanzada.

Vivimos una época que convirtió la claridad en eslogan, la síntesis en dogma, y el aprendizaje en entretenimiento. Leemos rápido, opinamos fácil, compartimos sin contexto. En este mundo, leer lo difícil ya no es una exigencia académica: es una herejía cultural.

Y, sin embargo, es lo único que puede devolvernos el criterio.

Trabajo desde el campo de la estrategia, el liderazgo y la toma de decisiones. Y lo que más me ha transformado no son las frases virales ni los manuales de herramientas. Han sido los autores que me incomodaron. Aquellos que no comulgaban con lo que el management institucionalizado prefería enseñar.

Como Daniel Kahneman, que desmanteló la fantasía del ser humano racional y mostró, con décadas de evidencia empírica, que nuestras decisiones están plagadas de sesgos y heurísticas.

Como Byung-Chul Han, que denunció que la positividad sin crítica no libera: doméstica.

Como Abraham Zaleznik, que se atrevió a decir que los líderes no son gestores ordenados, sino figuras incómodas, complejas, casi poéticas.

Como James March y Herbert Simon, que nos pidieron dejar de idealizar al decisor como optimizador y empezar a entenderlo como actor limitado, contradictorio, institucional.

Como Henry Mintzberg, que tuvo la osadía de decir que la estrategia no nace en una sala de juntas, sino en la experiencia, la práctica, la calle.

Todos ellos fueron leídos con sospecha. Tildados de marginales. A veces premiados (como Kahneman y Simón con el Nobel), pero casi siempre incorporados tarde, cuando ya eran imposibles de ignorar.

¿Por qué incomodan?

  • Porque no ofrecen técnicas. Ofrecen pensamiento.
  • Porque no entregan certezas. Entregan estructuras para dudar.
  • Porque no sirven para “aplicar mañana”. Sirven para pensar distinto siempre.

Y eso, en muchos entornos (académicos, corporativos o sociales) es imperdonable.

En Colombia, donde aún confundimos el carisma con la competencia, el diploma con la sabiduría y la productividad con la inteligencia, leer lo difícil se volvió subversivo. Preguntar se volvió incómodo. Y pensar… una actividad para los que “tienen tiempo”.

Pero si hay algo que no podemos seguir subcontratando, es el criterio. Y el criterio no se hereda. No se improvisa. No se compra en audiolibros. Se forma con la lectura incómoda, con el desacuerdo sostenido, con la teoría bien elegida, con la experiencia discutida, con la pausa defendida.

Como decía Bell Hooks sobre la educación, debemos verla como práctica de la libertad, no se trata solamente de consumir información, sino reorganizarla para generar pensamiento emancipador.

Y como advertía Paulo Freire, enseñar exige asumir riesgos; exige la valentía de decir lo que se piensa, aun cuando eso incomode al poder.

Entonces, ¿qué significa leer lo incómodo?

  1. Significa que si un texto no se deja subrayar, pero no puedes dejar de pensarlo… es probablemente importante.
  2. Que si una página te enoja, te revuelve o te desordena… es probablemente necesaria.
  3. Que si una idea no cabe en tu marco mental… es probablemente urgente.

¿Cómo se entrena el criterio?

  1. Leyendo lo que contradice tus convicciones favoritas.
  2. Volviendo a leer lo que no entendiste a la primera.
  3. Hablando con quienes piensan desde otros mapas.
  4. Sosteniendo una pregunta por semanas, no por tweets.
  5. Nombrando tus límites sin miedo a parecer inseguro.

El criterio no es un estilo.

Es un compromiso.

Una decisión.

Una forma de vida.

¿Y tú?

¿Lees para reafirmarte… o para reconstruirte?

¿Prefieres lo fácil… o lo necesario?

¿Te molesta quien te contradice… o lo invitas a conversar?

¿Quieres liderazgo… sin pensamiento? ¿Estrategia… sin teoría? ¿Cambio… sin incomodidad?

Porque en un país como el nuestro, y en un mundo como este, pensar con estructura es un acto de valentía.

Y leer lo incómodo, es la manera más honesta de empezar a transformar lo que somos.

ÚLTIMAS NOTICIAS