Resulta inadmisible por no decir cínico que el Gobierno nacional insista en reanudar unos diálogos con el ELN que, a estas alturas, han demostrado no tener voluntad de paz. Es un ejercicio fútil y peligrosamente ingenuo seguir creyendo que el solo hecho de sentarse a conversar, ahora incluso pretendiendo utilizar el territorio del Vaticano, que al parecer no le serás aceptado, puede cambiar la naturaleza violenta y estratégica de una organización que no ha mostrado intención alguna de cesar sus actos criminales.
El ELN no está negociando por la paz, sino por ventaja territorial, política y militar. En repetidas ocasiones han dejado claro que no les interesa pactar con el gobierno de Gustavo Petro. Han usado los espacios de diálogo como vitrinas diplomáticas para reposicionarse, mientras en el terreno se fortalecen, reclutan, extorsionan y asesinan impunemente.
El Ejército de Liberación Nacional ha tenido múltiples intentos de proceso de paz con distintos gobiernos en Colombia, y en varios de ellos se ha levantado de la mesa de negociación o ha roto unilateralmente los diálogos.
En el gobierno de Belisario Betancur (1982-1986) el ELN no se comprometió seriamente con el proceso y se retiró tras el asesinato de varios de sus líderes y la falta de condiciones de seguridad.
Durante el Gobierno de César Gaviria (1990–1994), se dieron los conocidos diálogos en Caracas (1.991) y en Tlaxcala (1992), en un proceso conjunto con las FARC y el EPL. Se levantaron de la mesa por un atentado contra el líder del ELN, Francisco Galán. La reacción no se hizo esperar y el ELN se retiró argumentando falta de garantías. El proceso de Tlaxcala se derrumbó tras el secuestro y asesinato de un exministro por parte del ELN.
Andrés Pastrana (1998–2002), solamente se firmaron acuerdos preliminares, y se propuso crear una zona de encuentro en el sur de Bolívar, pero nunca se concretó. El ELN nunca aceptó una zona como la del Caguán y se mantuvo escéptico ante las condiciones del proceso. No hubo levantamiento formal, pero tampoco avance sustancial. Colapso por falta de voluntad política y ataques continuos del ELN.
En el gobierno de la seguridad democrática (2002–2010), se dieron algunos acercamientos en la Habana y Ginebra por mediación de la iglesia y gobiernos europeos. El ELN se retiró de manera intermitente de los diálogos, según dijeron, debido a ofensivas militares del gobierno y diferencias sobre el cese bilateral. El ELN se quejó de falta de garantías y pidió ser tratado como actor político, lo que no le fue otorgado.
Durante el gobierno de Juan Manuel Santos (2010–2018) se estableció una mesa de diálogo en Quito en 2017. Se suscribió un cese bilateral al fuego temporal, pero a su final en el 2018, tras el fin del cese, el ELN reanudó ataques armados, incluyendo contra la Fuerza Pública y oleoductos. El gobierno como era obvio que le correspondía hacer. suspendió los diálogos.
Gravísimo lo acontecido en el Gobierno de Iván Duque (2018–2022), cuando se llegó a la suspensión definitiva por el grave atentado en el 2019 a la Escuela de Cadetes General Santander. Fallecieron 22 jóvenes estudiantes. Se rompió todo contacto y se emitieron órdenes de captura contra los negociadores del ELN en La Habana. Resultado final el quedó completamente roto.
Siempre ese grupo subversivo terrorista termina siendo intransigente y persiste en cometer el delito de lesa humanidad del secuestro.
Petro prometió que haría la paz en tres meses. Hoy, a casi tres años de gobierno, el país sigue en su eterno conflicto con ellos. Pero no solo eso: el ELN se ha expandido, ha ganado poder en zonas estratégicas y ha capitalizado políticamente un proceso que solo les ha servido a sus fines.
No se puede seguir confundiendo paz con claudicación. Llevar el proceso al Vaticano no cambia la realidad de los fusiles. La paz no es y nunca podrá ser un acto de fe. Es un compromiso de hechos, y el ELN ha demostrado que no los tiene. Persistir en este camino es condenar al país a una farsa de diálogo mientras el conflicto se recrudece. La paz no se decreta: se construye con verdad, justicia y voluntad real. Nada de eso está sobre la mesa hoy y como se analizó nunca lo ha estado con ese grupo terrorista.
Los ex militantes de ese grupo, otros simpatizantes cercanos a ellos y cierta línea de opinión de izquierda desea que se reanuden los diálogos pero hay que recordar que en reciente entrevista, grabada en la selva del Catatumbo, finalizando marzo de 2025, escenario de un grave conflicto territorial entre el ELN y el Frente 33 de las disidencias de las FARC, los comandantes ‘Ricardo’ y ‘Silvana Guerrero’, del Frente de Guerra Nororiental, uno de los más poderosos del ELN, aseguran que no hay posibilidad de un acuerdo de paz con el actual Gobierno. Llevan ya 60 años en conflicto y la paz cada vez más lejos, y las victimas en completo olvido.
De las víctimas completo silencio.