Colombia es un país paradójico. Bendecido con recursos naturales abundantes, dos océanos, una posición geográfica privilegiada y talento humano excepcional, hemos desperdiciado décadas en el mayor letargo de conectividad que una Nación podría permitirse.
No es la geografía la que nos ha traicionado. Ha sido nuestra incapacidad histórica, tanto del sector público como privado, para convertir esa geografía en una ventaja competitiva mediante infraestructura física moderna.
Durante años he analizado cómo los países avanzan o se estancan. Y la evidencia es contundente: no existe desarrollo sin conectividad. Los países ricos del mundo no tienen vías porque son ricos. Son ricos porque decidieron, hace décadas, invertir masivamente en infraestructura como política de Estado, no como proyecto de gobierno.
Tomemos a Suiza. El 60% de su territorio está cubierto por los Alpes, que son montañas infinitamente más desafiantes que nuestras cordilleras. Aun así, opera 5,323 kilómetros de red ferroviaria y encabeza el ranking europeo de transporte. Sus ciudadanos viajan 2,459 kilómetros anuales en tren. Noruega, otro país montañoso, está invirtiendo €120,000 millones en infraestructura de transporte. Están construyendo túneles submarinos a 400 metros de profundidad. Su autopista E39 costará €33,000 millones y conectará 1,100 kilómetros a través de fiordos imposibles. China invirtió $26,000 millones solo en ferrocarriles durante los primeros cuatro meses de 2024.
¿Y Colombia? Tenemos apenas 1,074 kilómetros de vías férreas operativas de los 3,533 que alguna vez construimos. El 97% de nuestras vías terciarias no están pavimentadas. Solo el 6% de nuestras carreteras tienen pavimento. Invertimos 1.8% de nuestro PIB en infraestructura cuando necesitamos al menos 3.12% para cerrar brechas. El resultado es predecible: crecemos al 1.7% cuando podríamos estar creciendo al 5% o más.
Lo más frustrante es que conocemos el impacto real. La inversión en infraestructura genera un efecto multiplicador entre 1.5 y 2.5 veces su valor inicial en la economía. Cada peso invertido genera entre 1.5 y 2.5 pesos adicionales. En 2019, el sector de infraestructura aportó el 10.7% al crecimiento del PIB colombiano. Imaginen si multiplicáramos esa inversión de manera sistemática.
Pero hay una paradoja aún más perturbadora: Colombia se desarrolló de espaldas al mar.
Poseemos costas en el Pacífico y el Caribe, puertos estratégicos como Buenaventura —que moviliza más del 40% de nuestra carga marítima—, Cartagena, Barranquilla y Santa Marta. Sin embargo, nuestras principales ciudades productoras están a 300-500 kilómetros de distancia, desconectadas por infraestructura deficiente. Bogotá, Medellín, Cali, que generan más del 60% del PIB nacional, están aisladas de nuestros puertos por costos logísticos prohibitivos y tiempos de transporte que erosionan nuestra competitividad.
Esta desconexión es nuestra mayor deuda como país. No es una cuestión de recursos económicos. Es una cuestión de visión política y continuidad institucional. Los grandes proyectos de infraestructura en el mundo no son iniciativas de gobierno. Son políticas de Estado que trascienden administraciones porque entienden una verdad fundamental: la infraestructura es la columna vertebral de cualquier nación competitiva.
Colombia necesita una revolución de infraestructura de 20 a 30 años. Un plan que conecte efectivamente más de 700 municipios con sus cabeceras, veredas y centros productivos. Que reactive y modernice una red ferroviaria que hoy moviliza principalmente carbón. Que integre autopistas modernas con corredores férricos eficientes. Que reconecte nuestras regiones con nuestros puertos.
No estamos inventando el agua tibia. Ya hemos demostrado capacidad: el Túnel de Oriente transformó la conexión con el Oriente Antioqueño. El Túnel del Toyo promete revolucionar el acceso a Urabá. Estos proyectos prueban que sí podemos.
Lo que necesitamos es que finalmente decidamos ser un país conectado. Que entienda que la prosperidad regional no es posible sin infraestructura. Que la descentralización efectiva requiere vías. Que el crecimiento por encima del 5% depende de conectividad real.
Suiza atravesó los Alpes. Noruega está perforando el océano. China unió continentes, ¿Cuándo Colombia decidirá que vencer sus montañas vale la pena?





