martes, junio 17, 2025
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(OPINIÓN) La indiferencia de Petro. Por: Juan Espinal

El atentado contra el precandidato Miguel Uribe ha sido un acto lamentable y aterrador. Los jóvenes colombianos jamás habían presenciado algo similar. Muchos incluso desconocen que, hace tres décadas, en nuestro país fueron asesinados candidatos presidenciales como Álvaro Gómez Hurtado y Luis Carlos Galán. El 7 de junio marcó un punto de inflexión: la democracia está bajo amenaza, y Colombia parece revivir los días oscuros de la violencia. Solo tres días después, el 10 de junio, se registraron más de 24 actos terroristas en el Valle del Cauca y el Cauca, con un saldo trágico de más de seis policías asesinados.

En circunstancias tan graves, lo esperable habría sido una reacción inmediata, firme y solidaria por parte del Presidente de la República. Pero no fue así. Minutos después del atentado, Gustavo Petro publicó en su cuenta de X un trino vergonzoso. Y a las 10:30 p.m., cuando finalmente se dirigió al país, lo hizo con una alocución vacía, llena de retórica y desconectada de la gravedad del momento, generando un rechazo generalizado. La indiferencia del mandatario es prueba irrefutable de su falta de humanidad y de solidaridad ante la tragedia que viven miles de colombianos.

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La insensibilidad del Presidente quedó aún más en evidencia cuando, pocas horas después del atentado, se realizó un mega concierto en la Plaza de Bolívar, organizado con recursos públicos y promovido por él mismo. Siguió adelante con su agenda activista: firmó un decreto de emergencia, viajó a Cali para impulsar su consulta popular y rompió la regla fiscal con el anuncio de una nueva reforma tributaria. Su único intento de respuesta institucional fue convocar una reunión sobre el “Plan Democracia”, la cual resultó ser un fracaso rotundo, a pesar de las amenazas cada vez más evidentes contra la oposición.

Sin embargo, frente a la frialdad del presidente, se alzó la valentía del pueblo colombiano. Miles y miles de ciudadanos salieron a marchar el domingo, en rechazo a la violencia y en apoyo a la recuperación de Miguel Uribe. Fue un mensaje claro y contundente. La espontaneidad de los colombianos, que ni siquiera se detuvo por la celebración del Día del Padre, fue inspiradora y esperanzadora. Una vez más quedó demostrado que Colombia no se arrodilla ante los violentos, que la democracia y la libertad se defienden unidos, y que ningún presidente está por encima de la Constitución y la ley.

Este país ha superado los momentos más difíciles: las guerrillas, el paramilitarismo, el narcotráfico, la pandemia. Y también superará el mal gobierno de Gustavo Petro.

Que la indiferencia del presidente no nos robe la esperanza. El milagro de vida de Miguel Uribe es una prueba de que la unidad y la fuerza pueden sobreponerse a los desafíos más oscuros. En los 14 meses que restan de este gobierno, enfrentaremos un radicalismo ideológico que puede intentar desestabilizar la nación. El reto será preservar nuestra democracia y nuestras libertades, y acompañar a Miguel Uribe en su recuperación. Su familia lo espera. Colombia lo necesita, para que siga luchando por la patria.

Fuerza, Miguel, muy a pesar de la indiferencia de Petro.

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