En la antesala de las elecciones presidenciales, Colombia no está asistiendo simplemente a una competencia electoral, sino a un intento activo de ordenar el tablero político antes de que la sociedad decida. El instrumento principal de ese intento ha sido la encuesta, en particular la de Invamer, que no actúa como fotografía neutral de la realidad, sino como mecanismo de ingeniería de expectativas.
Invamer no miente en los números individuales; manipula algo más sofisticado: los escenarios. Al repetir sistemáticamente combinaciones donde Iván Cepeda aparece como ganador y Sergio Fajardo como el único capaz de “darle pelea”, la encuesta entrena al electorado para pensar que solo hay dos opciones viables. Todo lo demás —en especial Abelardo de la Espriella— es presentado como ruido, como extremo inviable, como error estratégico del votante.
Ese no es un error metodológico. Es una decisión política.
¿Por qué promover a Fajardo?
Sergio Fajardo cumple una función clave dentro del sistema: es vendible como “centro”, aunque ideológicamente no lo sea. Representa continuidad sin épica, corrección sin ruptura. Es aceptable para los grandes medios, para el poder económico, para el santismo reciclado y para quienes necesitan evitar tanto a la izquierda dura como a una derecha movilizadora.
El plan es sencillo:
1. Usar a Cepeda como figura de miedo (la “amenaza”).
2. Descartar a Abelardo como extremo inviable.
3. Presentar a Fajardo como el único refugio racional.
Es el mismo esquema que permitió a Gustavo Petro llegar al poder: una coalición artificial de izquierda + centro + fragmentos de derecha, empujada por pánico más que por convicción. El problema es que ese truco ya no tiene el mismo capital moral. El gobierno fracasó en seguridad, desgastó la economía y rompió la confianza del electorado que “prestó” su voto al centro.
El contraste que rompe el relato: Invamer vs Polymarket vs Google Trends
Cuando se cruzan tres miradas distintas —encuesta, mercado de expectativas y atención real— ocurre algo revelador.
• Invamer intenta cerrar el sistema: Cepeda vs Fajardo.
• Polymarket muestra que el sistema no está cerrado y que Abelardo sigue siendo percibido como altamente viable.
• Google Trends confirma que Abelardo no ha sido descartado por la sociedad: sigue siendo buscado, consultado, temido y discutido.
Ese cruce no converge hacia Fajardo.
Converge hacia una conclusión incómoda: el tablero sigue abierto y el candidato que introduce mayor inestabilidad —Abelardo— es precisamente el que se intenta sacar temprano del juego.
Cuando un actor es minimizado por encuestas, resistido por mercados y, al mismo tiempo, sostenido por la atención social, no estamos ante un candidato muerto. Estamos ante el portador de volatilidad del sistema.
Por qué intentan sacar a Abelardo
Abelardo de la Espriella es peligroso para el sistema no por su ideología, sino por su capacidad de concentración electoral. A diferencia de Fajardo, no administra. Moviliza. A diferencia de Cepeda, no polariza contra un gobierno desgastado, sino que encarna el voto de castigo.
Cuando se analizan fríamente los bloques históricos de voto, el problema se vuelve evidente para el establishment:
• Izquierda dura: ~20%
• Fajardo históricamente: ~5–6%
→ Suma total posible: 23–25%, insuficiente para ganar.
En contraste:
• Derecha + centro-derecha (uribismo, conservadores, Cambio Radical, derecha cristiana y antipetrista):
→ 38–40% efectivos, siempre que no se dividan.
La única manera de impedir que ese bloque gane es fragmentarlo. Y la única manera de fragmentarlo es evitar que Abelardo concentre ese caudal. Por eso la necesidad de bajarlo, minimizarlo o forzarlo a una consulta que no controla.
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La jugada de Abelardo: ir solo a primera vuelta
La decisión de Abelardo de inscribirse con millones de firmas y anunciar que irá solo a primera vuelta es, estratégicamente, la jugada correcta.
• Le impide al sistema usar encuestas o consultas para sacarlo.
• Le da narrativa de legitimidad popular.
• Lo posiciona como outsider real, no como actor prestado por los medios.
• Lo convierte en el punto de referencia para todo el voto de derecha y castigo.
No es arrogancia. Es supervivencia política.
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El giro de Vicky Dávila y el colapso de la coalición
El cambio de discurso de Vicky Dávila no es ideológico, es táctico. Al entender que no tiene caudal electoral propio y que Abelardo ya no se somete al mecanismo de coalición, su incentivo cambia: pegarse al centro, donde todavía hay espacio burocrático, mediático y eventualmente vicepresidencial.
Eso revela una verdad incómoda: la coalición no nace de la suma de votos, sino del miedo a perder control. Y cuando el miedo no ordena, la coalición se vuelve frágil.
Los tres escenarios y sus desenlace.
Analicemos tres escenarios claros para segunda vuelta:
1. Coalición vs Cepeda (segunda vuelta):Gana la coalición, pero con margen estrecho y sin mandato fuerte.
2. Coalición vs Abelardo:
Gana Abelardo. Moviliza mejor, concentra la derecha y supera al centro tibio.
3. Cepeda vs Abelardo:
Gana Abelardo. La izquierda no crece más allá de su base y el centro se inclina por orden y castigo al gobierno.
La conclusión es simple y brutal:
si Abelardo llega a segunda vuelta, es favorito.
Por qué vendrán ataques feroces contra Abelardo
Por todo lo anterior.
Porque Abelardo:
• rompe el esquema,
• impide repetir la coalición de 2022,
• concentra el bloque mayoritario,
• y no se deja ordenar por encuestas ni por medios.
Por eso veremos:
• nuevas encuestas hechas para bajarle el techo,
• ataques coordinados desde la izquierda y la coalición,
• intentos de asociarlo con caos, aislamiento o extremismo,
• presión mediática constante.
No porque esté débil.
Sino porque está peligrosamente fuerte.
Conclusión final
Todo el sistema político colombiano —izquierda, centro y coaliciones de control— converge hoy en un solo objetivo: impedir que Abelardo de la Espriella llegue a segunda vuelta. Porque si llega, el cálculo frío indica que tiene la mayor probabilidad de ganar la Presidencia de la República.
No por manipulación.
No por encuestas.
Por aritmética política, ruptura social y desgaste del poder.
Por eso van todos contra Abelardo.
Y precisamente por eso, si el sistema falla, Abelardo será el próximo presidente de Colombia.









