sábado, junio 21, 2025
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(OPINIÓN) La cárcel de la Diversidad: tu mente. Por: César Bedoya

Junio, el mes de la diversidad, se alza no solo como un recordatorio de la riqueza humana, sino como un espejo que nos confronta con la sabiduría de la naturaleza. Mientras celebramos las múltiples facetas de nuestra existencia, es imperativo alzar la voz contra la ceguera que nos consume.

La naturaleza, en su infinita magnificencia, muta, se transforma, evoluciona sin pedir permiso ni explicación. Plantas, animales, insectos… todos son testimonio vivo de que la rigidez es el camino hacia la extinción, y solo quienes resisten el cambio quedan atrapados en un pasado nostálgico y melancólico.

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¿Es hora de que, como especie dominante, aprendamos de ella? ¿Por qué, entonces, nos empeñamos en una visión tan estática y homogénea del mundo?

Hemos construido barreras invisibles, juzgando y clasificando aquello que difiere de nuestra estrecha concepción. La naturaleza nos enseña que hay diversidad sin crítica, sin clasificación, sin juzgamiento. Ella simplemente es. Y en esa verdad inmutable, reside la profunda indignación que deberíamos sentir al ver cómo el ser humano se niega a aceptar lo evidente: que la diversidad es la fuerza motriz de la vida, no una anomalía a corregir.
Mi cuerpo, tu cuerpo, nuestros cuerpos son canales de comunicación, lienzos vivos de nuestra existencia. He sido testigo de mi propia metamorfosis, un «queen» en constante evolución.

No solo mi cuerpo ha cambiado, sino mi ser, mi pensamiento. He transformado mi forma de vestir, de comer, de hablar, de viajar, de vivir. Tengo personajes que me permiten interactuar en cada esfera de mi vida, demostrando que la multiplicidad no es una debilidad, sino una fortaleza.

¿Acaso esto me hace menos válido para mi trabajo, mi familia, mis amigos? Entonces, surge la pregunta que debería avergonzarnos: ¿Por qué nos obsesiona la orientación sexual del otro? ¿Qué nos impulsa a querer saber qué hace el prójimo «debajo de la cama», en la intimidad de su ser?

Esa curiosidad morbosa no solo es invasiva, sino que nos desvía de lo verdaderamente importante. La orientación sexual no define a una persona para ejercer como líder, empleado, amigo, hijo, padre o cualquier otro rol en la sociedad. Es una cortina de humo que impide ver la valía intrínseca del individuo.

Es momento de reflexionar y, sobre todo, de actuar. ¿Cuántas versiones de ti mismo has tenido? ¿Te molesta que el otro no sea como tú quieres o piensas? Dejemos de lado los prejuicios, esas cadenas invisibles que nos impiden ver la belleza de lo diferente. La vida no es blanco y negro, aunque si la tuya lo es, es porque tú has elegido verla así. Abre los ojos a la paleta infinita de colores que nos rodea.

En este mes de la diversidad, el llamado es claro: hay que respetar los colores, la diversidad, la transformación. Dejemos que cada quien sea como elija ser, desde la libertad más pura y sin restricciones. La naturaleza nos ha dado la lección; ahora es nuestra responsabilidad aprenderla y aplicarla. Es un grito de indignación, una súplica a la reflexión y, sobre todo, un llamado urgente a la acción por el respeto incondicional al otro. ¿Estás dispuesto a responder?

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