viernes, octubre 10, 2025
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(OPINIÓN) La caña de azucar y la mala Irene. Por: Álvaro Ramírez González

Irene Vélez, filósofa de profesión, pero hija de un amigo y financiador de la campaña Petro presidente, fue la primera ministra de minas y energía de este gobierno. Su nombramiento fue una sorpresa para todo el sector, comoquiera que su profesión de filósofa y su total inexperiencia en esos delicados temas, no auguraban nada bueno. Y así fue.

Su paso por ese crítico Ministerio fue desastroso, pero mucho más de lo que se esperaba. La decisión de Petro de cancelar de tajo, la exploración de petróleo y gas y marchitar, hasta cerrar las minas de carbón del Cesar y La Guajira, sacudieron como un tsunami al poderoso sector, a sus gremios y al país económico.

Las conferencias de la ministra Irene Vélez, eran un enredo de equivocaciones, y un ataque sin pausa a las petroleras y carboneras. La primera reacción del sector y sus gremios, fue advertirle al gobierno que esa torpe y atropellada decisión le iba a costar hasta el 35% de los ingresos del presupuesto nacional que dependían de petróleo, gas y carbón. ”Esos ingresos los vamos a reemplazar por el turismo y la venta de aguacate Haas”, contestó olímpicamente Petro.

Sonaba en un macabro chiste, que fue la impronta del gobierno Petro. Ante la avalancha de advertencias de los entendidos por el descomunal hueco fiscal que se venía, Irene, la filósofa advirtió con total seriedad: “¡El país debe decrecer un poco!” Esta imbecilidad va contra todos los postulados de la economía mundial.

Equivale a decir que es preciso que dejemos de respirar, pero debemos seguir viviendo. Un contrasentido económico brutal. La política anti exploración de petróleo y gas y anti carbón, empezó con Irene y sus estragos. Se inició una estampida de cierres de empresas que vivían de esas actividades. Y su salida del país.

Un ataque del terrorismo a un complejo petrolero chino en San Vicente del Caguán, en el Caquetá y la orden del gobierno a la Fuerza Pública de no intervenir, le mostraron al país y al mundo que la cosa era en serio.

Irene, la filósofa, es hoy Ministra encargada del Medio Ambiente. Acaba de dar unas declaraciones que sacudieron al Valle del Cauca y al poderoso gremio de la Caña de azúcar. ¡Afirmó de manera olímpica que “la caña de azúcar, había sido la ruina del Valle del Cauca!” Como las cosas en la realidad son todo lo contrario, el gremio del azúcar se estremeció.

Se refería Irene al colosal daño ecológico y a la pobreza que se le venía a las poblaciones del Valle del Cauca. La Caña, al contrario, ha sido desde hace muchos años la redención de todos esos municipios del Valle del Cauca, de Cauca y de Risaralda.

Hay en la actualidad 285.000 hectáreas de caña de azúcar están sembradas en esos territorios, donde existen 14 Ingenios azucareros que compran, procesan y exportan ese producto, después de proveer el consumo nacional. Producen hoy algún alcohol carburante y todos melazas, y material para alimentar su propia producción de energía y para papel desde el bagazo de la Caña. Y genera 650.000 empleos directos dignos.

El desarrollo físico y social de los municipios cañeros es impresionante en los últimos 30 años. Quizás los trabajadores mejor pagados del país los tiene el sector cañero. Los ingenios se han encargado de educar por su cuenta a decenas de miles de niños del área. Lo mismo han hecho en educación superior con los hijos de los empleados y lo mismo con programas de vivienda, salud y bienestar general.

Basta visitar todos los municipios del área cañera para verlo. La Virginia Risaralda en mi departamento era un municipio en una pobreza y un desorden lamentable. En los últimos 30 años su transformación física y social muestran a las claras que fue la mano poderosa y generosa del Ingenio Risaralda la gestora y financiadora de ese cambio drástico hacia el progreso.

Además, la caña construyó una poderosa clase dirigente en todos esos departamentos. Lo que sí no se le ocurrió a la iluminada ministra Irene, fue hablar de la coca sembrada. Un cultivo que supera ya las 330.000 hectáreas, deforesta sin piedad, y construye consigo toda una empresa terrorista y criminal.

Comparar la caña de azúcar con la coca equivale a comparar el cielo con el infierno. Los municipios cañeros son un emporio de paz y progreso. Los municipios cocaleros son un río de sangre, atraso y desplazamientos por la guerra entre los actores de la coca que son las FARC, el ELN, y 86 grupos terroristas más, que llegaron con la coca.

Irene no se atreve a tocar ese tema porque primero lo desconoce totalmente y segundo, sabe que la política del gobierno es apoyar la producción de coca y cocaína. Así Petro lo niegue. Y esa fue justamente la razón de fondo para que los Estados Unidos, produjera, la primera descertificación a Colombia.

Irene Vélez, al igual que Leyva, Velasco, Jaramillo, Corcho, Bonilla y Benedetti, son los peores engendros del mal en este funesto gobierno que agoniza. ¡Unos verdaderos engendros!

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