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    InicioOpiniónMarta Palacio(OPINIÓN) Inteligencia en pausa. Por: Marta Palacio

    (OPINIÓN) Inteligencia en pausa. Por: Marta Palacio

    El camino de la inteligencia para llegar a la consciencia es bastante largo. La inteligencia se presenta de manera natural, pero tiene tantos retos que cada uno tiene que hacer un gran esfuerzo para que en realidad sea interesante, que le dé al ser una especie de alimento que se va dando en escalones y a veces en laberintos muy complejos. Como la humanidad lo ha ido entendiendo, empezamos desde muy pequeños a “cultivar” la capacidad de aprender, incluyendo la memoria, la curiosidad, la investigación, la comparación, el buscar salidas al desarrollo del diario vivir y las circunstancias que se van presentando, las cuales son casi personalizadas.

    Cada uno trae consigo una cantidad de “información”: orgánica, mental, emocional, ancestral, álmica, espiritual, que se nutre de cada momento vivido. Así va descubriendo poco a poco lo que “tiene adentro”, fortalezas y debilidades, talentos y dificultades, capacidades y temores. Llegan guías y también retos. Va aprendiendo a conocer el mundo en el que vive y desarrollando su “personalidad”.

    Es una realidad para todos.

    Ahí empieza a buscar su “lugar en el mundo”. Los primeros pasos, las primeras palabras, aprender cada instante. Recopila lo que va aprendiendo y entendiendo, y empieza a “tomar control de sus propias decisiones”. El medio a veces le ayuda, pero muchas, se las pone difícil. Así que desarrolla “carácter” que es como el sello personal, basado en lo que descubre y le llama la atención, pone al servicio de sus intereses, “su inteligencia y sus talentos” y dedica su atención a investigar, aprender con énfasis en lo que le interesa.

    El abanico de opciones es inmenso, pero va seleccionando a medida que va creciendo y formando su personalidad. En los retos están todas las personas con las que convive y las experiencias que le ofrecen o le complican el camino. Así, tiene que decidir, si sigue adelante, aunque le duela o se rinde y no trabaja más en sí mismo, el amor y el rencor, agradece el impulso o se frena por el dolor.
    ¿De qué se trata la inteligencia? De aprender a superar las dificultades, cuando se cierra una puerta, hay que buscar otra salida.

    El reto más grande está en la justicia, porque es difícil superar las injusticias propias y ajenas. A veces la personalidad se desarrolla en buscar justicia, para uno mismo o para los demás, la justicia desde el dolor es trabajar con y para la comunidad, pero es diferente la injusticia que uno siente y la justicia legalizada para garantizar la equidad, la diferencia entre el bien y el mal, el bien propio o el bien común. El egoísmo es: todo para mí y dominio sobre los demás, es exclusivo, lo que hace injusticia.

    El bien común es un sentimiento de inclusión: ¿Para qué soy bueno? Servir.

    La mayoría de las comunidades son exclusivas, es decir, trabajan por y para sus miembros, los conocimientos y la producción son para la comunidad. Ejemplo: países, grupos políticos, creencias Religiosas.

    El problema es que se cierran y se convierten en círculos aislados, desconectados, exclusivos y excluyentes, los demás no tienen derechos ahí y los miembros se hacen eco, multiplican la exclusión. Al ser círculos, reciclan los conocimientos y trabajan en mantener las diferencias con los demás. La inteligencia en pausa, no tienen nada que ofrecer y cada persona entra en el juego exclusivista. Claro, es el ejemplo que hay… Lo que se conoce en el día a día, si no crees o piensas igual, no eres de los nuestros.

    La inteligencia limitada, prohibido pensar. Sin cuestionar, sin investigar, sin plantear nuevas propuestas, negando todo lo que no está en los “cánones” de la comunidad, porque las demás comunidades no son buenas… sólo la nuestra. Ego puro, nada inteligente. “Si no está conmigo, está contra mí” Y el mundo humano en caos, todos enemistados y muchos se aprovechan de la situación de “los buenos, de los organizados, de los que no desarrollan la inteligencia por estar aislados, tratando de estar a la altura de su grupo o comunidad, porque se les dificulta manejar los preceptos del bien y el mal con sus propias personalidades, con sus propios cuerpos y los pensamientos, sentimientos y sobre todo con sus deseos.

    Deseos relacionados con sus necesidades, sus miedos, su sexualidad, su manutención, sus ambiciones y su propio ego. La suma de todos los miembros del grupo trae más dolor, miedo e inseguridad para todos. “Nuestra comunidad es de amor”. Pero los que no son de nuestra comunidad no son nuestros hermanos, están condenados al rechazo nuestro, como personas, pertenecientes a esta comunidad de amor y solidaridad.

    Y el mundo gira en dolor y miedo. “Es que tenemos parámetros especiales”. “Creemos”. ¿En qué creen? En Dios, muchos dioses, muchas comunidades. En política, muchas luchas por el dominio de sus comunidades. En razas, somos todos iguales, todos tenemos lo mismo, solo un poco de variedad en color. La vida en la tierra convertida en pedacitos de dolor. ¿Dios? ¿Cuál? ¿El de los judíos, de los católicos, de los cristianos, de los musulmanes, el de los budistas, los hindúes, tibetanos, africanos, de los nativos de toda la tierra?

    ¿De qué tamaño es Dios? ¿Somos nosotros los seres humanos los que le damos la dimensión a Dios? ¿Es tanta nuestra prepotencia, que condicionamos y le ponemos límites a Dios? ¿Por qué al creer en Dios le cerramos las puertas a los demás? ¿Por qué Dios es importante para la inteligencia? Porque es el reto más grande para los seres humanos. Sí, ¿de dónde viene la inteligencia y para qué nos sirve? ¿Para girar en círculo sin encontrar la salida? La realidad es que la inteligencia nos sirve para llegar a la CONSCIENCIA. Es un estado “superior” de la inteligencia, sí, la que frenamos por miedo a saber, conocer, entender por qué y para qué vivimos.

    Se hace adentro de uno mismo. Hacia adentro y hacia arriba. Empezamos por SANAR todo lo que hemos vivido, todos los errores que nos han “cerrado” la capacidad de SER, entender que todos, absolutamente todos somos iguales hijos de Dios, creados y sostenidos, Vivos, que es una oportunidad única, individual, sí, pero que todos tenemos derecho por igual. Lo llamamos “examen de consciencia”. Y la herramienta para sanar es PERDÓN.

    Sentir que Dios, que es Padre-Madre Creador de todo lo que existe, nos perdona, nos espera, y nos da la oportunidad de regresar a la Consciencia de HIJOS VIVOS. El regalo del Creador lo llamamos Impezaperdón.

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