Las fotos de Gustavo Petro en tarima con jefes de organizaciones criminales son tan inaceptables como condenables. Condenables en serio. Es decir, que merecen ser tenidas en cuenta para condenarlo en un Juicio Político.
¿Qué pretendía con ellas? ¿Hacer alarde de sus pactos carcelarios? ¿Qué le quiso decir al país?
A dos semanas de que Miguel Uribe Turbay fue víctima a manos de sicarios, Gustavo Petro sale a exhibirse con los jefes de sicarios más connotados de Colombia.
¿Qué quiere decirnos? ¿Qué quiere notificarnos?
En medio del dolor tan profundo que sentimos por el atentado a Miguel, a una semana de que marchamos orando por un milagro para su vida, sale Petro a notificarnos quiénes son sus verdaderos aliados, los protagonistas de su verdadero “Pacto Histórico”.
Sí, así de claro. Debe abrirse el Juicio Político para que Gustavo Petro responda por sus responsabilidades en el atentado contra Miguel Uribe Turbay. No, no me refiero al proceso penal. Ese es otro tema. Me refiero al Juicio Político.
La expectación que existe sobre la investigación es muy grande. Todos estamos muy pendientes de que los asesinos, los materiales y los intelectuales paguen por la barbaridad que cometieron. La sociedad exige justicia.
Lo que ocurre en un crimen político, como este, es que no solo existen las responsabilidades penales, también existen las responsabilidades políticas.
Es posible que en este tipo de crímenes lleguen a juntarse las responsabilidades penales con las responsabilidades políticas. Ha ocurrido muchas veces en la Historia. Es el caso de Maduro, Cabello y Padrino, por ejemplo, que todo el mundo sabe que son ellos quienes directamente dan las órdenes de matar, desaparecer, secuestrar, torturar.
En este caso, en el del atentado contra Miguel Uribe Turbay, aún no lo sabemos. Todavía hay un margen de duda.
Me vienen a la memoria los crímenes contra los candidatos presidenciales en 1990, cuando asesinaron a Jaime Pardo Leal, a Luis Carlos Galán, a Bernardo Jaramillo y a Carlos Pizarro. El país sabía perfectamente que el presidente Virgilio Barco no tenía nada que ver con los crímenes. Que, por el contrario, su gobierno libraba una lucha dificilísima contra los criminales. Por eso el M-19 decidió honrar la firma de la paz por encima del asesinato de Carlos en el avión de Avianca. Porque teníamos la convicción de la inocencia del Presidente y porque sabíamos que volver a las armas era caer en la celada de los criminales. Por eso se ratificaron y se honraron los acuerdos de paz.
Imagínense cuál hubiera sido la decisión si hubiera cabido la más mínima duda sobre la participación del gobierno en el crimen.
Allí radica el primer gran problema político que surge del crimen contra Miguel Uribe Turbay: que existe la duda sobre si Gustavo Petro tiene responsabilidades o no.
De por sí, la duda existe porque el país sabe que Gustavo Petro, su gobierno y su partido no tienen límites. Ni éticos, ni legales. Que son capaces de todo. Esto ya, de por sí, plantea un problema político inmenso. Tal vez el más grave que tenemos.
Imagínense lo que ocurre en un país adonde la sociedad llega a comprender que la persona que ocupa la Presidencia es capaz de cualquier cosa.
No tenemos otra opción que esperar a que las investigaciones de la Fiscalía y la Policía avancen con el fin de establecer quiénes fueron los autores materiales e intelectuales, para que sean castigados y para saber si se juntan esta vez, una vez más en la Historia, las responsabilidades penales con las responsabilidades políticas. Como ocurre siempre con los dictadores, y hasta con los dictadorzuelos, Pero, repito: no son lo mismo las responsabilidades penales que las responsabilidades políticas; sobre si Petro y sus funcionarios están involucrados penalmente en el crimen: existen dudas. Para saberlo hay que esperar a que avancen las investigaciones. Si es que avanzan.
Pero sobre si Gustavo Petro y sus funcionarios tienen responsabilidades políticas en el atentado contra Miguel Uribe Turbay: ahí sí no cabe la menor duda.
Y por eso debe ser juzgado en el Juicio Político. Para que responda por las responsabilidades políticas. Para eso es el Juicio Político. Si además llegasen a juntarse las responsabilidades políticas con las penales, entonces el Juicio Político deberá pasarle el expediente a la Corte Suprema de Justicia para que esta última adelante el proceso penal.
¿Por qué la responsabilidad política?
Porque Gustavo Petro hace uso de la violencia en su proyecto político. Porque él incorpora y estimula el uso de la violencia en su estrategia política. Es esa la base de la milicianización como estrategia: la utilización de la violencia en la política. La política violenta. Como los nazis, los fascistas y los comunistas.
La usó cuando, en su estrategia de poder, paralizaron y vandalizaron al país durante dos meses en 2021. Ellos mismos lo han reconocido en varias ocasiones.
La usó cuando hicieron los pactos con las organizaciones criminales para llegar al poder.
La usó cuando violaron las reglas democráticas de la campaña electoral.
La usó cuando le dio rienda suelta al crimen organizado con las coartadas de la Paz Total.
La usó cuando abusó del poder para desvertebrar a las Fuerzas Armadas.
La usó para amenazar a los partidos y corromper a los congresistas del menudeo.
La usó para amenazar a los senadores que no se le arrodillaron y votaron contrario al gobierno.
La usó cuando nos dijo “asesinos” a todos los que marchamos contra el gobierno.
La usó cuando firmó el decretazo contra la Constitución. Desconociendo las advertencias y el clamor de todos los juristas, menos uno.
Usó la violencia cuando azuzó contra Miguel Uribe Turbay y contra su familia, contra su historia, contra sus posiciones políticas, contra su oposición. Al final, cuando azuzó contra su dignidad, su inteligencia y su valentía.
La usó y la sigue usando cuando sale a exhibirse, a hacer alarde y a reivindicar su alianza con el crimen organizado. Cuando sale a despreciar el dolor y el repudio que sentimos los colombianos por el atentado contra Miguel Uribe.
En una sociedad que se respete y se haga respetar, eso no puede pasar. Eso no puede permitírsele a nadie, y menos a un dirigente político, y menos aún a un Presidente. Que Gustavo Petro deje de hablar de constituyentes. Aquí no se necesita cambiar la Constitución sino cumplirla. Respetarla, acatarla y cumplirla.
Por eso, porque la Justicia y la Democracia lo exigen: el cambio debe empezar por el Juicio Político.