martes, agosto 19, 2025
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(OPINIÓN) Gloria Gaitán, furiosa con la familia de Miguel Uribe por haber rechazado la presencia de Petro en el funeral. Por: Eduardo Mackenzie

Gloria Gaitán, hija de Jorge Eliécer Gaitán (1903-1948), le envió una carta iracunda a Miguel Uribe Londoño, padre de Miguel Uribe Turbay (1), no para condenar el infame asesinato del 7 de junio de 2025 ni dos palabras le atribuye ella a ese tema, sino para hacerle saber que está molesta por la decisión de vetar la presencia del presidente Gustavo Petro y miembros de su gobierno en la ceremonia fúnebre del 13 de agosto pasado.

“Ese gesto (…) envía un mensaje dice Gloria Gaitán–, que hiere a quienes apoyamos el llamado ‘gobierno del cambio’ porque creemos en la necesidad de superar el país político oligárquico que, durante dos siglos, ha gobernado bajo la sombra de la violencia y la exclusión. Me entristece que, en un momento que debía unirnos en el dolor y en la reflexión, se haya trazado una línea que deja fuera a una parte de la ciudadanía”.

Al definir ese veto legítimo como un acto de “exclusión” de “una parte de la ciudadanía”, Gloria Gaitán pretende agobiar aún más a la familia Uribe Turbay. ¿El impune asesinato del joven senador puede ser, además, propuesto como “un momento que debía unirnos”?

La señora Gaitán olvida que Gustavo Petro hasta el día de hoy no ha enviado el menor mensaje de condolencia a la familia Uribe Turbay, ni pidió que ese crimen sea investigado y sancionado. La presidencia redactó un mensaje, pero no el inquilino de la Casa de Nariño. Deja ella de lado el hecho gravísimo de que Gustavo Petro montó durante meses una larga campaña de violentos insultos y amenazas contra Miguel Uribe Turbay (la prensa contó más de cuarenta trinos atacando a Miguel Uribe antes del atentado), contra su familia (acusó a su abuelo de torturar a diez mil colombianos) y contra su partido.

Gloria Gaitán ignora quizás que Gustavo Petro insultó hasta el último minuto a la víctima Miguel Uribe y llegó a un punto de abyección solo digno de él, al decir que con los discursos de homenaje y despedida a Miguel Uribe “se busca que los colombianos se maten entre sí (sic)” (2).

En su carta, Gloria Gaitán se define como “revolucionaria y gaitanista; no católica, pero sí inspirada en la figura de Jesús como referente moral terrenal”. Lo de “referente terrenal” muestra un saber teológico bizarro tan cuestionable como eso de elogiar la idea de “unidad nacional” y el “diálogo” pero en la versión más sectaria, aquella de la extrema izquierda fanática: “la ‘unidad nacional’ y el ‘diálogo’ son aceptables si controlamos ambos procesos y los realizamos nosotros con nosotros mismos, no con los otros, los oligarcas”.

Ella sirve ese plato recalentado así: “Sé que las clases dominantes en nuestra historia han invocado muchas veces la ‘unidad nacional’ como bandera, pero con la condición de que algunos sean ‘más iguales que otros’. Aun así, seguimos creyendo en el diálogo, en la confrontación de ideas y en la posibilidad de avanzar hacia una Colombia más justa y equitativa.”

Gloria Gaitán pide en su carta avanzar hacia una “reconciliación” y “encontrarnos en un terreno común”, donde “la diferencia no sea motivo de rechazo, sino de construcción colectiva”. Excelente. El problema es que las “reconciliaciones” y los idilios entre el verdugo terrorista y su víctima no suelen durar más de un día.

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