domingo, julio 27, 2025
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(OPINIÓN) El Narcoestado vs. El ciudadano Uribe. Un caso de persecución política inquisidora. Por: Luis Guillermo Echeverri Vélez

En el caso del Estado contra Uribe, lo que realmente está en juego es la libertad o la opresión de nuestras naciones y en particular la de todos los colombianos de igual derecho frente a la ley. La única forma en la cual han podido llevar a Álvaro Uribe Vélez a un juicio es mintiendo, no en derecho.

En su caso, no hay ni indicios ni evidencia alguna de que él haya quebrantado la ley en su búsqueda de la verdad. Uribe ha sido enjuiciado únicamente por ideología política y mediante abuso de autoridad de magistrados influenciados por las artimañas de sus opositores políticos, que curiosamente luego han pasado a ser flagrantes infractores de la ley. Se trata de un caso de envidia, venganza, maldad y engaño en contra de su honorabilidad, de su rectitud y de una vida al servicio de la patria, la libertad y la justicia.

El juicio a Uribe es la trama de sus opositores políticos que hoy están en el poder y contrario a lo que ha sido toda su vida pública, son todos afines a la impunidad del narcoterrorismo y las organizaciones criminales y subversivas.

Lo que está por definirse, es una infamia de más de dos décadas contra su persona, su hermano y toda su familia, es la seguridad democrática que necesitamos todos los ciudadanos que cumplimos las obligaciones y trabajamos aportándole a la Nación con respeto por las normas, por la vida, bienes y honra de los demás, y no quebrantamos la constitución desde el poder o por medio del terror y la violencia ejercido con las armas a manos de la criminal subversión.

Uribe es el único líder político que nunca deja de trabajar con entrega para llevar esperanza al pueblo, al vivir con la gente en la calle la realidad de los problemas del país y la región. La única y verdadera razón por la cual espera una sentencia el expresidente Uribe y con la suya, nuestra libertad, es porque ha sido el líder político más importante de Latinoamérica en este siglo, pues es quien más personifica la esencia laboriosa, noble, humilde, emprendedora y transformadora de la gran mayoría de las gentes de Colombia y de toda la región. Y es que no es poca la envidia que despierta todo lo que representa Uribe para tantos colombianos, ante la mediocridad de sus opositores, por su claridad y su determinación a la hora de servir y ayudar al progreso, bienestar social y seguridad ciudadana.

No le perdona la corruptela política el hecho de que sigan vigentes sus logros y enseñanzas en todos los corazones y los lugares donde se le conoce y añora con respeto y admiración, algo que causa gran incomodidad a quienes representan la oligarquía que ha ostentado tradicionalmente el poder político en Colombia y a la nueva clase cleptócrata y delincuente que hoy gobierna el país. Este es un juicio sin pruebas, de sentencia obligada y que pone a prueba la justicia en Colombia, y en el cual han sido totalmente desvirtuadas todas las acusaciones mediáticas e infundadas en su contra.

Un juicio en el que ha sido comprobada su total inocencia y toda una trama de versiones inventadas de manera mañosa por sus opositores. Se trata de un juicio político e inquisitorio en el cual lo que está en juego es el desmoronamiento de la justicia y la libertad ante el poderío del socialismo del siglo XXI y la continuidad sin oposición del proyecto expansionista bolivariano propuesto por el castrochavismo y endosado por Maduro, Diosdado, Petro, Cepeda, Montealegre, Santos y todos sus secuaces.

No es casual que demócratas y republicanos en la capital de los Estados Unidos se refieran al Doctor Uribe como el Abraham Lincoln de Latinoamérica, como el gran colombino que es, y el líder político más destacado de la región reconociendo su persistente e incansable lucha por la libertad, la democracia, la legalidad y la justicia en todo el hemisferio.

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