El SER ve, escucha, estudia, analiza, investiga, aprende a diferenciar, canaliza sus propios pensamientos, sentimientos, deseos, sus fortalezas, sus debilidades, descubre sus propios talentos, busca la manera de cultivar y crecerlos, a veces con mucho sacrificio.
Luego toma decisiones de su propia vida, de su rumbo, de su participación en la vida en comunidad. Es algo íntimo, personal, lo que le da personalidad, estabilidad, realidad de su participación en la supervivencia, en la salud, la economía. La seguridad de SER ÚTIL, de dar y recibir.
En su interior, va “conociendo” su propio SER, y de ahí su propia experiencia para hacer. Se prepara desde que nace; va creciendo en cuerpo físico y en comprensión del mundo que le da campo de acción. El mundo es un laboratorio donde participa como gestor de sus propias posibilidades; lo va “moldeando” de acuerdo a su propia respuesta a todo lo que experimenta, recibe y le da manejo interior.
El amor está ahí, porque alguien lo ayudó a crecer con cuidados varios años. También el dolor; de múltiples maneras lo han afectado circunstancias de seres y situaciones que se salieron de control. Y es adentro donde tramita el amor y también el dolor. Hace balance, inconsciente; así, aprende a diferenciar el bien del mal.
El bien lo alimenta, el mal le hace doler. Encuentra “maestros” que lo guían según lo que dicta su comunidad, pero con sus propios talentos, conocimientos, amor y miedos. Ahí amplía sus posibilidades de aprender. Y lo tramita adentro. Se prepara para hacer en su comunidad.
Sin embargo, dentro de sí mismo hay una gran cantidad de pensamientos, sentimientos, deseos que a veces se descontrolan y no entiende lo que le sucede; entra en rebeldía. Con el tiempo, el espacio, la familia, la comunidad, el estudio, el esfuerzo, el aprendizaje. Es parte de los ajustes internos.
Lo que recibe con lo que ES como ser independiente y autónomo. Está «acomodando su INTERIOR» para poder seguir. Lo llamamos adolescencia. Y después de muchas situaciones difíciles, aparece UN ADULTO, seguro de sí mismo, listo para ajustar su relación con el mundo. A veces es suave, a veces muy difícil. Sus luchas internas de crecer salen fortalecidas, maduras.
El caso es que toda la humanidad está “pasando” por la adolescencia. Conociendo todas sus posibilidades, sacando a la luz todas las fortalezas y también todas las debilidades. Estamos en el puente entre lo vivido y aprendido, con todos sus aciertos y todas sus debilidades. Lo que funciona y lo que no funciona para la vida en comunidad. Estamos viviendo un RETO inmenso. Que nos cuestiona nuestro propio conocimiento de la realidad, de lo que somos y significa VIVIR. Y lo más importante, es tarea propia.
De cada uno. Íntima. Descubrir su propio ser vivo, su ser humano, su REAL SER. Su propia esencia. No es tarea conjunta. Es personal. Es uno mismo quien realiza su propia realidad como ser humano vivo, con capacidad de análisis, investigación, con su propia inteligencia, su propia experiencia.
Empieza a encajar lo vivido como aprendizaje necesario para descubrir su propia realidad como ser vivo. Y de pronto se da cuenta de que dentro de sí mismo tiene todo el potencial para descubrirse como SER ESPIRITUAL, con presencia, con procedencia y continuidad, que va más allá de todo lo que ha aprendido.
Que es un ser vivo, participante activo de la Vida Eterna, porque es mucho más que un ser mortal que no tiene secuencia ni profundidad. Que está “participando” de un programa de aprendizaje, donde afuera lo pone a prueba, pero adentro tiene todo lo que necesita para encontrar el camino de regreso a la Vida.
PadreMadre Creador nos espera… Impezaperdón es un regalo para sanar lo vivido, sin culpa, sino con conciencia de salir fortalecidos de un viaje muy intenso de aprendizaje desde el olvido.
Impezaperdón para la consciencia de la oportunidad de aprender a SER VIVO.




