Por mucho que un columnista quiera escribir sobre temas rutinarios, es decir sobre asuntos del diario acontecer, las adversas circunstancias que gravitan sobre nuestro país lo obligan a ocuparse de la situación nacional, que actualmente no puede ser más delicada, especialmente porque es claro que el gobierno que preside Gustavo Petro no está, ni nunca lo ha estado, en condiciones de solucionar los muchos problemas que nos agobian y, por el contrario, su caótico accionar ha contribuido sustancialmente al deterioro general del estado, especialmente en materia de seguridad y orden público, estabilidad, economía, cumplimiento de su programa de gobierno y relaciones con otros estados
Transcurridos 30 meses de gobernar el Pacto Histórico ha quedado demostrado que el famoso cambio prometido por Petro si se ha dado, pero para empeorar la situación del país porque hasta la recordada revuelta de 2021, que la izquierda promovió y que pretendía tumbar al presidente Duque, el país marchaba de una manera aceptable porque se conocían los problemas y se trabajaba en solucionarlos, pero a partir de aquel acontecimiento al que no fueron ajenos personajes que hoy figuran entre la élite gubernamental, el país comenzó a descuadernarse y en tales circunstancias vino la campaña presidencial del Pacto Histórico.
Esa campaña culminó con el cuestionado triunfo de Gustavo Petro y con él en la casa de Nariño, se inició una época de problemas sin resolver, de desgobierno sistemático, de decrecimiento voluntario, de marchitamiento de la Fuerza Pública y de despido de sus altos oficiales más experimentados; de grave deterioro de la seguridad y de declaraciones y acciones gubernamentales que bien podían interpretarse como comprensivas y favorables para los grupos criminales responsables del deterioro; de unas reformas contrarias al querer mayoritario de la población, de la compra de conciencias y votos de congresistas venales y de elevados índices de corrupción en el gobierno.
A lo anterior debe agregarse un pésimo manejo de las relaciones exteriores pues se agravia a los gobiernos amigos y se elogia, respalda y se profesa pública amistad a gobiernos espurios y dictatoriales; y en cuanto al manejo interior del gobierno, baste decir que las renuncias y destituciones de ministros y altos funcionarios y el nombramiento o traslado de sus reemplazos parece un espectáculo circense pues entra y sale gran cantidad gente (en su mayoría procedente del antiguo y nada recomendable grupo guerrillero M-19) en muy breves lapsos de tiempo como ocurre en las pistas de los circos cuando actúan trapecistas, contorsionistas, magos, payasos y auxiliares y se hacen cambios tan rápidos que el espectador no alcanza a verlos por completo y solo puede darles una mirada fugaz.
El Pacto Histórico ha fracasado como partido de gobierno y sus desaciertos son tantos y de tal envergadura que llegaron a amenazar con llevar a la Nación a la vergonzosa condición de estado fallido y sucede que el culpable principal fue el señor Gustavo Francisco Petro Urrego, un exguerrillero del que se cuentan terribles historias, que a base de mentiras, exageraciones, falsas promesas y acciones reprochables, ayudado por políticos corruptos y desacreditados y por personas buenas pero equivocadas que creían en sus promesas de cambio, lo catapultaron a la jefatura del Estado, donde se ha comportado como lo que es: un Presidente que parece odiar a sus compatriotas y un individuo que actúa como si detestara a Colombia, su Constitución, sus leyes, sus instituciones y que por eso no desaprovecha ocasión de avergonzarla y denostarla.
Teniendo en cuenta lo anterior, muchos colombianos contamos atentos las semanas y los meses que faltan para que termine su mandato (ya que la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes no ha querido cumplir con su deber de procesarlo por graves irregularidades cometidas durante su campaña según la denuncia del Consejo Nacional Electoral), lo cual nos exige también que debamos estar fuertemente unidos y vigilantes para seleccionar a quien lo suceda, porque a pesar de su fracaso, el Pacto Histórico y su líder, quieren seguir gobernando a nuestra nación.
Esa peligrosa eventualidad no la podemos permitir porque eso equivaldría a aceptar el funesto destino de Cuba, Venezuela y Nicaragua y caer en las garras del comunismo, que después de su derrota en la Unión Soviética y paises de su órbita, donde según datos confiables del respetado historiador y periodista español don Federico Jiménez Losantos fue el causante directo de 100 millones de muertes, se ha venido a refugiar en América Latina y desde hace mucho tiempo (9 de abril de 1948) ha querido adueñarse de Colombia, actualmente disfrazado de Socialismo del siglo XXI dirigido por el llamado Grupo de Puebla una entidad de izquierda radical con proyección internacional afín al Pacto Histórico.
Por eso, mucho cuidado colombiano con volverle a “comer cuento” al señor Petro o a cualquiera de sus alfiles porque eso traería la desgracia para todo el país.