domingo, julio 20, 2025
InicioOpiniónColumnista Invitado(OPINIÓN) "El acrónimo de nuestra tragedia nacional". Por: Fernando Torres

(OPINIÓN) «El acrónimo de nuestra tragedia nacional». Por: Fernando Torres

Cinco letras que han marcado a fuego el destino de una nación. P-E-T-R-O no es simplemente un apellido, sino el símbolo perfecto de nuestro colapso colectivo. Cada una de estas letras encierra una dimensión particular de la crisis que nos ahoga, un aspecto distinto de esta pesadilla que vivimos día tras día.

La letra “P” nos habla de pobreza que se extiende como mancha de aceite, corroyendo los cimientos de los hogares colombianos. De polarización que envenena el diálogo y fractura el tejido social. De prisión no solo física sino intelectual, donde pensar distinto se convierte en riesgo. Es la letra del prevaricato como norma, donde la justicia se doblega ante los intereses del poder. De pandemia, no la sanitaria, sino esa otra más letal: la de corrupción que contamina cada rincón del Estado. De pillería elevada a arte de supervivencia y de putrefacción moral que emana desde las altas esferas del poder.

La “E” resuena como eco de estafa monumental: a los pensionados, a los enfermos, a los estudiantes. De un exilio económico que empuja a miles de compatriotas a buscar en tierras extrañas lo que su propio país les niega. De una epidemia que no se limita a virus, sino que se extiende en balas y violencia cotidiana. Es la letra de la especulación que encarece hasta el pan de cada día, del embargo invisible al desarrollo, de la expropiación no solo de tierras, sino de sueños y esperanzas.

La “T” dibuja los contornos del terrorismo de Estado contra quienes osan disentir. De tortura que ya no necesita de sótanos, porque se ejerce a plena luz del día. Del tráfico de influencias convertido en política de gobierno. Es la tragedia que se mide en cifras de homicidios, el tifón de impunidad que protege a poderosos, el turbio manejo de lo que por derecho es de todos. La tiranía que se viste con ropajes democráticos, pero muestra su verdadero rostro en cada acción represiva.

La “R” retrata con crudeza la represión contra la voz de una oposición legítima, contra quienes no comparten sus ideales. El robo descarado a las arcas públicas, esa cleptocracia disfrazada de gestión. La recesión que asfixia a pequeños y medianos empresarios, mientras unos pocos nadan en la abundancia. Es el régimen que oprime, en lugar de gobernar, la rabia social que hierve bajo la superficie, la ruina económica cuidadosamente planificada. El rencor cultivado desde el poder, la resignación impuesta a un pueblo históricamente resistente.

La «O» completa este círculo vicioso con su opresión diaria y sistemática. El oprobio internacional ante la mirada indiferente del mundo. El oscurantismo mediático que distorsiona la realidad a conveniencia. La orfandad institucional que deja desprotegidos a los más vulnerables. La obstrucción permanente a cualquier atisbo de justicia verdadera. La obsesión enfermiza por mantener el poder a cualquier costo, incluso el de sacrificar el futuro de toda una nación.

Esta es la ecuación perfecta de la destrucción: Pobreza que empobrece aún más + Estafa institucionalizada + Terror como método de gobierno + Represión sistemática + Opresión permanente = PETRO. A poco más de un año del posible final de este ciclo oscuro, el país que heredaremos será un campo de ruinas: infraestructuras colapsadas, tejido social irreconocible, economía y salud en cuidados intensivos.

Pero en medio de este panorama desolador, brilla una luz de esperanza. La reconstrucción, aunque ardua, es posible. Comenzará cuando cada una de estas letras se transforme en su antónimo virtuoso: la P de Paz verdadera y duradera. La E de Equidad como principio rector. La T de Transparencia como norma inquebrantable. La R de Respeto a las diferencias. La O de Oportunidades para todos sin distinción.

El cambio auténtico, el que realmente necesitamos, consistirá en borrar para siempre de nuestra memoria colectiva ese acrónimo endemoniado llamado PETRO. En su lugar, escribiremos con letras doradas una nueva palabra: PATRIA. Una Patria donde quepamos todos, donde la justicia no sea privilegio, sino derecho, donde el progreso no sea eslogan, sino realidad tangible.

El momento de comenzar este nuevo capítulo se acerca. El reloj ya empezó su cuenta regresiva. Cuando suene la última hora de este periodo oscuro, estaremos listos para reconstruir lo destruido, para sanar las heridas, para unir lo que fue dividido por PETRO, «El acrónimo de nuestra tragedia nacional».

ÚLTIMAS NOTICIAS