Una empresa en crisis no se hunde de golpe, se desarticula. Se parece más a un escuadrón en maniobra que pierde sincronía: uno de los frentes se adelanta, otro no reacciona, la línea se rompe. Allí, el riesgo no proviene de la fuerza enemiga, sino de la desalineación interna. Lo mismo ocurre en las organizaciones: un área, una decisión o un proceso fuera de sincronía puede desestabilizar toda la operación.
La insolvencia, como lo he dicho antes, no es un castigo, sino una herramienta jurídica de la economía para administrar la escasez manifestada en el impago o su inminencia. Pero antes de lo legal viene lo estructural: un sistema desbalanceado, en donde un recurso desalineado arrastra a todos los demás.
¿Qué es el recurso desalineado?
El recurso desalineado no es necesariamente el más débil o escaso, sino aquel que, por su falta de sincronía con el resto del sistema, impone un límite operativo o financiero. Puede estar en la cultura organizacional, en los liderazgos, en la operación, en el modelo comercial o incluso en la estrategia. Detectarlo y corregirlo es lo que marca la diferencia entre una empresa que sobrevive y una que desaparece.
Diagnóstico por desalineación
La experiencia nos ha demostrado que, salvo casos de fraude o colapso repentino, las empresas no quiebran de un día para otro: se desalinean. Por eso, todo proceso de recuperación serio empieza con preguntas incómodas:
- ¿Estamos entregando lo que prometemos?
- ¿A tiempo? ¿Con valor percibido por el cliente?
- ¿Lo estamos haciendo de forma eficiente o solo repetimos por inercia?
- ¿Sabemos qué se espera de cada uno y cuándo?
- ¿Cómo medimos y mejoramos lo que hacemos?
Las respuestas a estas preguntas ayudan a mapear la organización. Allí donde hay descoordinación persistente, probablemente está el recurso desalineado. Como en una operación militar, donde el error de una unidad expone a todo el escuadrón, en una empresa el desalineado no solo limita: pone en riesgo a todos los demás.
La recuperación comienza con enfoque
Recuperar una empresa no se trata de hacer más, sino de hacer mejor. No se trata de diversificar, sino de alinear. La clave está en concentrar los esfuerzos en ese recurso desalineado hasta estabilizarlo. Solo entonces es posible avanzar hacia una recuperación integral. Lo contrario lleva a la dispersión, a soluciones parciales, a esfuerzos desgastantes sin resultados sostenibles.
Las cifras alertan
En Colombia, cerca del 70% de las empresas no supera los cinco años de vida (Confecámaras). El DANE señala que las principales causas de cierre se relacionan con baja productividad, ineficiencias operativas, problemas financieros y desajustes con el mercado. Todos estos son síntomas de desalineación sistémica: decisiones que no conversan entre sí, procesos sin propósito común, equipos descoordinados.
¿Y si el recurso desalineado está afuera?
A veces, el origen del desbalance no está dentro de la organización, sino en el entorno: una regulación adversa, una contracción del mercado, un socio estratégico que cambia su dinámica. En estos casos, la recuperación exige rediseñar el modelo para adaptarse. Un sistema robusto no es el que resiste todo, sino el que se ajusta con agilidad.
Una visión para empresarios conscientes
Determinar el recurso desalineado no es un lujo ni una sofisticación. Es una urgencia. Una empresa que se alinea internamente mejora sus tiempos, su productividad y su rentabilidad. Una empresa que ignora sus puntos de quiebre, se acerca peligrosamente a ellos.
Ser empresario es más que liderar una operación: es orquestar un sistema donde cada elemento; del talento humano a la estrategia, esté en el lugar correcto, con el ritmo adecuado, y hacia una misma dirección. Porque al final, como en toda maniobra bien ejecutada, la victoria se construye desde la alineación.