lunes, junio 9, 2025
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(OPINIÓN) ¿De qué tipo, de nueva violencia, estamos hablando? Por: Juan Ortiz Osorno

Miguel Uribe es el Senador que más celebró en redes sociales, la victoria de los suyos y de la oposición en general, al impedir que Petro tuviera su Consulta Popular. Estaba realmente feliz porque su victoria era muy difícil de lograr, teniendo en cuenta que Petro tenía alineado al Senado, al mismísimo Armando Benedetti, uno de los ministros más hábiles a la hora de lograr consensos en el Senado. Difícil era ganarles. La votación estrecha lo muestra. 49 votos en contra de la Consulta Popular y 47 a favor. Solo 2 votos de diferencia. Por eso, cuando hundieron la Consulta Popular, Miguel Uribe saltó y le gritó a su celular y, a través de él, a sus miles de seguidores, que habían ganado. Parecía grabado por una cámara que flotaba, porque Miguel no paraba de girar entre el tumulto de senadores y sostenía su celular alto para poder hablarle.

Miguel es el hijo de Diana Turbay, quien era la directora del noticiero Criptón desde 1987. En agosto de 1991, Diana concretó una cita para entrevistar al líder del ELN en ese entonces, el cura guerrillero Manuel Pérez, una figura de interés periodístico mundial, en esa época. Según su fuente, el cura Pérez la vería en Copacabana, Antioquia. Diana confió en su contacto y viajó a Copacabana. Allí se encontró no con una entrevista sino con un secuestro. El de ella. Diana había sido engañada por «Los Extraditables». Como su nombre lo indica, «Los Extraditables» querían presionar él, no a la extradición, y por eso secuestraron personajes influyentes. Diana no solo era la directora de un noticiero. Además, era la nieta del expresidente Julio César Turbay. Por eso las autoridades realizaron un trabajo de inteligencia y dieron con el paradero de Diana e intentaron rescatarla. Diana murió abaleada durante el enfrentamiento entre sus secuestradores y una unidad del DAS, Inteligencia del Estado, el 25 de enero de 1991. Para ese entonces, Miguel Uribe tenía 6 años.

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Miguel es de los pocos senadores que uno puede ver que no tiene otra agenda diferente a la que dice, en contra de la corrupción y en contra de los violentos. Su vida ha estado marcada por la violencia que le arrebató a su mamá. Y desde ahí es que asume sus posiciones. Antes de que le dispararan, estaba hablando sobre la tenencia y el porte de armas. Y decía que las regulaciones estrictas, han ocasionado que la gente honesta esté totalmente desarmada e indefensa, mientras las armas las tienen y las portan con comodidad y facilidad, todos los bandidos. Una pistola de esas, una Glock  de 9 mm, una de las más comunes en el mercado negro de armas en Colombia, fue la que le disparó. Se estima que hay 5 millones de armas ilegales, en manos de civiles. Mientras tanto, las armas legales son tan solo 700 mil. En el mercado legal, una Glock se consigue por $1.300.000, pero en el mercado negro se consigue por $300.000. Y lo más perverso es que no tienes que comprarla. Puede alquilarse, para cometer un crimen, por solo $50.000.

Pero el arma no se disparó sola. La disparó un menor de edad, de 15 años. Su apariencia huyendo, mientras cojea, en unos videos de seguridad, muy pixelados, recuerdan las imágenes de la televisión en 1984, cuando un atentado le quitó la vida al Ministro de Justicia Lara Bonilla y el conductor de la moto, alias Quesito, era arrestado.

Las imágenes de Miguel Uribe, recibiendo disparos en todos los ángulos, recuerdan al magnicidio de Luis Carlos Galán. Retrocedimos, con el atentado de Miguel Uribe, entre 35 y 41 años, en un solo día. Estamos allí de nuevo. Para los que estamos grandes y viejos, este atentado nos abrió un túnel del tiempo al horror. Para los que están jóvenes, esas imágenes serán las que definan su generación y las que redefinirán cómo hacer política en la contienda que apenas empieza. Está claro ya que se va a matar por decir lo que se piensa. No importa de dónde haya venido la violencia, está claro que se puede morir por decir lo que se piensa. La calle, el que el candidato o la candidata, vaya a la calle a hacer campaña y a encontrarse de frente con el elector, acaba de ser eliminada como posibilidad para aquel político que no sea dueño de la calle y no pueda garantizar su seguridad mientras hace plaza pública. Eso ha expresado la violencia: Si vas a ir a la calle a hablar, con un menor puedo matarte sin gastar mucha plata. Así la violencia ha hablado. Y es aterrador saberlo porque la calle es el escenario donde van a ganarse las elecciones. Por eso Petro se dedicó a sacar sus seguidores a las calles desde que la Consulta Popular se hundió en el Senado. Y con el control de las calles y de las manifestaciones del pueblo es que amenaza con cerrar el Congreso. Por eso la oposición salía a las calles a tratar de ganar allí las elecciones. Pero está claro, ya que en la calle haciendo política pueden matarte, salvo que tú o tu partido sea el dueño de las calles.

Los no violentos solo tienen como opción guardarse. El horror de las elecciones presidenciales ha empezado temprano esta vez. Terrible el atentado, terribles las y los candidatos oportunistas que intentan ganar electores con el atentado que sufre otro. Pero no es la misma violencia la que vivimos hoy, a la de hace 40 años. Esta es otra más peligrosa. No te disparan por hablar mal de los violentos ilegales. Si el atentado de Miguel Uribe tiene un tinte político y el atentado es producto de su oposición a la Consulta Popular o a temas electorales ¿De qué tipo de nueva violencia estamos hablando?

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