viernes, diciembre 19, 2025
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(OPINIÓN) Contabilidad del alma. Por: Marta Palacio

Como seres vivos, somos energía en acción.
La energía manifiesta diferentes niveles, desde los más livianos hasta los más densos, y nosotros con decisiones y acciones, generamos energía.

Por ejemplo: una persona tiene energía guerrera y decide prepararse para cuidar a su comunidad, genera energía liviana.

Una persona tiene energía guerrera, pero se dedica a causar daño y dolor, genera energía densa.
Una persona utiliza sus conocimientos para construir, otra para destruir, es su propio ser quien produce energía.

La bondad, el amor, construyen dentro del ser energía sana, limpia, liviana. La rabia, el rencor, el deseo que inunda su propio ser, la envidia, generan dentro del propio SER energía turbia, pesada.
Se nota en la mirada, en los movimientos, en la sonrisa.

Lo singular es que es propia, de nadie más.
Pero en sus actividades se multiplica, deja impacto en la energía de los demás, que con sus propias reacciones suben o bajan su propia energía.

La verdad y la mentira sube o baja la energía de quien lo genera y de todos los seres que impacta.
Lo particular es que es de cada uno. Lo tiene adentro de su propio ser vivo, el amor o el rencor son motivaciones que el ser elige cuál cultivar dentro de sí mismo.

Es lo que le da consistencia y personalidad.
Ser para SER o ser para no ser, sólo existir porque ahí está. Tomamos modelos, los que nos llaman la atención, según nuestro sentir.

Dios, maestros, para hacer bien, otros para hacer mal y muchos para seguir obedientes.

¿Cómo está la energía del SER? ¿Cuánta verdad y ¿cuánta fantasía? ¿Cuánta propia y cuánta recogida sin entender las consecuencias dentro del propio SER?
Impezaperdón para la consciencia de todos por igual.

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