En mí ya larga existencia, aunque conocía el riesgo y los intentos anteriores, nunca creí que llegaría un momento en que mi país sería vilmente atacado desde el poder por doctrinas comunistas extranjeras, disfrazadas de progresismo, predicadas y practicadas por personas que se dicen hijos de esta misma Patria, pero que en realidad son agitadores profesionales y agentes de dictaduras tropicales que en este primer cuarto del siglo 21,utilizando todos los medios de lucha ya se han apoderado de algunos países latinoamericanos y han reducido a sus ciudadanos la inferior condición de vasallos. Pero estaba tristemente equivocado porque el mal se ha hecho presente y Colombia está a las puertas de la guerra civil y a punto de desaparecer como república independiente convertida en una oprobiosa dictadura.
Desde la primera mitad del siglo 20 el mundo había sido atacado por dos peligrosísimas y fatales pestes políticas, ambas extremistas, conocida una de ellas como comunismo y la otra como nazismo, las mismas que desde la desaparecida Unión Soviética, la primera, y desde la Alemania nazi y la Italia fascista la segunda, se habían encargado de reducir en cerca de dos centenares de millones de seres humanos la población terrestre y habían sido causas directas de la destrucción de naciones, ciudades y territorios y habían contaminado al planeta en materia gravísima.
La herencia maligna de ambas guerras se había concentrado en Latinoamérica convertida en un populismo extremo-socialista, que valiéndose solapadamente de la ignorancia y de la pobreza de la mayoría de los latinoamericanos, había logrado el poder por la vía de la revolución o por la vía electoral, practicando un sistema que primero hacía maravillosas promesas de cambio progresista y comprometía especialmente a la juventud y ya en el poder fomentaba la delincuencia, marchitaba la salud pública reduciendo la atención médica y creando una escasez artificial de medicamentos; elevaba el costo de la vida mediante la inflación desbocada, impuestos onerosos para el sector productivo y para la misma ciudadanía y haciendo todo lo que un gobierno puede hacer para conseguir que haya una crisis generalizada de seguridad, manejo presupuestal, educación, salud, servicios públicos, combustibles, obras públicas, empleo y relaciones laborales, logra con todo eso que la población dependa cada día en mayor medida de la acción oficial y adquiera el hábito de subordinación extrema del gobierno con lo cual asegura el voto cautivo en cada jornada electoral con la consiguiente permanencia sin límites en el poder y en caso de que algo de esto fallara, todavía quedaba el fraude oficial y en paralelo la complicidad de los demás poderes del Estado, conseguida con la compra de conciencias, mediante un soborno que en Colombia, por ejemplo, se suele llamar “mermelada”, que es el epítome de la corrupción oficial y de la traición de los servidores públicos.
Esta es la situación de hoy. Una casta de delincuentes y traidores, se han adueñado del poder y mediante todas las execrables formas de lucha están a punto de culminar su ambición de dominio sin límites y sin fin, para lo cual casi que han inmovilizado a los naturales defensores de la Patria y han colocado a la población en precarias condiciones de vida, de tal manera que el dilema es aceptar su tiranía o perecer.
Por fortuna quedan todavía muchos compatriotas con su capacidad de lucha intacta, los cuales están invocando la protección divina en defensa de la democracia y de la libertad, mientras convocan a todos los hombres y mujeres de buena voluntad y espíritu patriótico a que luchemos como decididos DEFENSORES DE LA PATRIA para lo cual es indispensable que nos organicemos primero y después procedamos a cumplir con nuestro deber de enfrentar con decisión y valor a las fuerzas de la tiranía que pretenden mediante la revuelta y el crimen repetir sus maldades de años anteriores sembrando el caos en el territorio de la república.
De manera que ha llegado la hora de las grandes decisiones. O luchamos con todas nuestras fuerzas por defender la Constitución y las Leyes de la República, la Libertad que con la Vida son los dones supremos de Dios, la Democracia entendida en los términos de Lincoln como “el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo” pero sin pretender jamás que “el pueblo” es solo aquel conjunto de personas que apoyan a los tiranos y quienes no los apoyan, aun siendo mayoría no lo son, sino el conjunto de la población total del país sin excepción alguna, o estaremos entregando en manos indignas el destino de la nación convertida en una dictadura perpetua y en la vergüenza internacional compartida con las otras dictaduras continentales.
Para participar con fe, valor y patriotismo en la defensa de nuestro amado país, quienes estén dispuestos a hacerlo pueden encontrar informes en: https://mision2026.com/