Ha sido el último en presentarse formalmente en el escenario de partida para la carrera por la Presidencia de Colombia y lo ha hecho de una manera muy novedosa e interesante. Es la segunda vez que en tiempos modernos una campaña presidencial implica una acción de defensa y salvación de la Patria, un poco parecida a la que en alguno de sus intentos lo hizo el gran Álvaro Gómez Hurtado con su Movimiento de Salvación Nacional, aunque en este caso con claras diferencias.
De la Espriella planteó su campaña en términos político-militares, que comenzó virtualmente con contactos individuales con colombianas y colombianos de diversas regiones del país con los cuales formó una amplia faja de opinión de simpatizantes convertidos luego en seguidores agrupados bajo el nombre de Defensores de la Patria, unidos todos por el común propósito de salvarla de los desmanes causados por el mal gobierno del Pacto Histórico.
Luego les preguntó si les gustaría que él lanzara su candidatura presidencial, obteniendo una respuesta afirmativa del 98% de los consultados, por lo cual decidió presentarla, iniciando la campaña con la advertencia de que lo hacía con recursos propios para así poder gobernar con entera independencia, sin estar obligado o comprometido con intereses particulares que de plano rechazaba.
Con tan favorable auspicio procedió después a proclamar con orgullo su condición de político de derecha y a presentar en términos generales lo que serían sus primeras y más urgentes acciones de gobierno si es elegido, que este columnista interpreta así en apretada síntesis:
Combatir con entereza, vencer y castigar al narcoterrorismo y a sus aliados Petro-comunistas, mediante el más completo fortalecimiento del Ejército y la Policía y devolver a la normalidad democrática los territorios que actualmente sufren la opresión de los criminales.
– Deshacer, por la vía más rápida, las perjudiciales acciones petristas del Pacto Histórico en perjuicio de todos los colombianos, enderezando los torcidos que se presentan en materias de salud, empleo, educación, vías, hacienda pública y desarrollo energético responsable.
-También recuperar y fortalecer a Ecopetrol, ISA y demás empresas de propiedad total o mayoritaria de la Nación, colocándolas en manos profesionales y expertas.
-Adelgazar el tamaño del Estado y reducir el intervencionismo oficial mediante la supresión de dependencias y empleos innecesarios o inconvenientes, con el fin de que los recursos que se obtengan del ahorro presupuestal se empleen en beneficio del pueblo colombiano, y al mismo tiempo se fortalezca el sector privado y el emprendimiento de tal manera que puedan compensar menores cargas fiscales con mayor generación de empleo popular.
– Corregir y regresar a la normalidad democrática las relaciones con el Congreso, acabando con la corrupción de la “mermelada” y con las negociaciones sucias y mantener una respetuosa, permanente y productiva relación institucional con los gobernadores de los departamentos y los alcaldes de las ciudades capitales y más necesitadas de las regiones, a fin de que los recursos de la Nación vayan directamente a las poblaciones mediante una supervisión de la ejecución de la obra, concertada entre los gobiernos nacional, departamental y municipal.
– Intentar, desde el inicio mismo del gobierno, una reforma a la administración de justicia, previa concertación con la rama judicial y el Congreso, teniendo como objetivos principales, además de la modernización tecnológica de los juzgados y la aceleración de los fallos y sentencias, el castigo intramural de los delincuentes mediante construcción y operación de cárceles seguras y severas, donde los internos realmente purguen sus penas y se resocialicen o carguen sin contemplaciones con todo el peso de la justicia.
– Revisar las relaciones de Colombia con otros estados y corregir los errores que se hayan cometido durante el gobierno de la izquierda. Este columnista, por su parte, se permite proponer a la consideración del doctor de la Espriella y a la de los precandidatos de la derecha o de la centro derecha, incorporar en su programa la conformación desde el inicio mismo del nuevo gobierno, de una comisión de verdaderos expertos que hagan una revisión integral de la Constitución Nacional a efectos de evaluar con toda rectitud y profesionalismo su cumplimiento y utilidad durante su vigencia y si fuere necesario o conveniente reformarla, continuando luego en forma concertada con decidir las materias y el procedimiento a seguir en caso de que deba ser modificada.
La verdad es que resulta atractivo para quienes realmente nos interesamos por salir del caos en que ha sumido a nuestro país el populismo petro-comunista, que se hayan presentado ante la opinión pública personajes como el sufrido y valiente Miguel Uribe a quien el Todopoderoso siga mirando con amorosa misericordia; la señora Cabal, Vicky, de la Espriella y los demás precandidatos de la derecha, que le proponen al país un nuevo gobierno fuerte, democrático, decente y transformador, que le permita a Colombia recobrar el rumbo que en mala hora le torció la manguala del narcoterrorismo, el santismo, el populismo petro-comunista y el crimen organizado y tolerado.
Pero es necesario ante todo que así como el nefasto Pacto Democrático se ha organizado para escoger una sola fórmula presidencial de izquierda para las próximas elecciones, la derecha y el centro-derecha (si es que después de los últimos ataques combinados de los enemigos internos de la Patria queda un centro), se presente también antes de finalizar el año con un programa concertado y una sola fórmula presidencial producto de una alianza nacional para la recuperación de Colombia, que por lo demás debe prepararse también para obtener por conducto de cada uno los partidos y movimientos de esa coalición, una representación mayoritaria en el Congreso. Con eso, Colombia estará salvada.