Nueva Zelanda reforzó las medidas de seguridad en su parlamento el martes cuando miles de personas se reunieron para protestar contra los mandatos de la vacuna COVID-19 y los cierres gubernamentales destinados a controlar la pandemia.
Todas menos dos entradas al edificio del parlamento, conocido como Beehive, fueron cerradas con medidas de seguridad sin precedentes, ya que manifestantes en su mayoría sin máscara marcharon por el centro de Wellington y se congregaron frente al parlamento.
Si bien la manifestación fue pacífica, se vio a muchas personas sosteniendo carteles y pancartas con mensajes como “Libertad” y “Los kiwis no son ratas de laboratorio” y gritando consignas mientras exigían que el gobierno revocara la vacunación obligatoria y levantara las restricciones.
También se exhibieron pancartas que mostraban su apoyo al ex presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, y que criticaban a los medios de comunicación como “falsos” y mentirosos.
“No me obligarán y no me obligarán a tomar algo que no quiero en mi cuerpo”, dijo un manifestante fuera del parlamento.
“Le estoy pidiendo (al gobierno) que nos devuelva el 2018. Así de simple. Quiero recuperar mis libertades”.
Nueva Zelanda ha luchado para combatir un brote altamente infeccioso de la variante Delta este año, lo que obligó a la primera ministra Jacinda Ardern a pasar de su estrategia de eliminación mediante bloqueos a vivir con el virus con vacunas más altas.
Ardern dijo el mes pasado que el país requeriría que los maestros y trabajadores de los sectores de salud y discapacidad estén completamente vacunados contra COVID-19, lo que invita a las críticas de personas que piden más libertades y que pongan fin a los requisitos obligatorios de vacunas.
“¡Trátennos como personas!” otro manifestante exclamó cuando se le preguntó sobre la postura del gobierno sobre la ordenación de la vacuna.
“Estoy aquí por la libertad. El gobierno, lo que están haciendo, es anti-libertad”.
En declaraciones a los reporteros dentro del parlamento, Ardern dijo: “Lo que vimos hoy no fue representativo de la gran mayoría de los neozelandeses”.
Pero el primer ministro se ha enfrentado a una creciente presión política y protestas públicas para aliviar las medidas pandémicas antes de las vacaciones de Navidad.
Ella planea viajar a Auckland el miércoles cuando se alivien las medidas de bloqueo impuestas en la ciudad hace casi tres meses. Se espera que enfrente más protestas durante su visita.
Nueva Zelanda todavía tiene uno de los casos de COVID-19 más bajos del mundo con menos de 8,000 casos reportados hasta ahora y 32 muertes. Informó 125 nuevos casos el martes y su tasa total de vacunación de doble dosis había alcanzado casi el 80% de su población elegible.
