El Senado de la República eligió este martes a Miguel Efraín Polo como nuevo magistrado de la Corte Constitucional, en una votación que definió el futuro del alto tribunal para los próximos años.
Polo, abogado con una destacada trayectoria tanto en el ámbito jurídico como académico, reemplazará a Antonio José Lizarazo a partir de 2025.
La elección, que se dio tras una jornada previa marcada por irregularidades, culminó con Polo, obteniendo 57 votos frente a los 47 de su competidora Claudia Dangond, mientras que el tercer candidato, James Tobar, no recibió apoyo.
En esta ocasión, no hubo votos en blanco, lo que contrastó con la fallida votación del lunes, donde un voto no marcado generó la anulación de los resultados.
Un perfil técnico con respaldo político
Miguel Polo no es un desconocido en la Corte Constitucional. Su carrera incluye más de 18 años de servicio en este tribunal, 13 de los cuales se desempeñó como magistrado auxiliar en despachos clave, como los de Luis Guillermo Guerrero, Alejandro Linares y Vladimir Fernández.
En el ámbito académico, es abogado de la Pontificia Universidad Javeriana, institución donde también ha ejercido como docente durante más de dos décadas. Su preparación incluye maestrías en Derecho Constitucional y Gobernanza, así como especializaciones en áreas como Derecho Comercial y Administrativo.
Polo contó con el apoyo del Pacto Histórico, sectores de los Verdes, algunos liberales y La U, así como de aliados cercanos al ministro del Interior, Juan Fernando Cristo.
El desafío de la independencia judicial
La elección de Polo se produce en un momento en que la independencia de las altas cortes está bajo la lupa. Durante su intervención en el Senado, la senadora Paola Holguín llamó a preservar los valores fundamentales de la nación, destacando la importancia de garantizar que la Corte Constitucional mantenga su autonomía frente a los intereses políticos.
Para Miguel Polo, este contexto plantea un reto significativo al demostrar que su gestión como magistrado estará guiada por el respeto irrestricto a la Constitución y no por compromisos políticos.
En palabras de Polo, la Constitución debe ser un documento vivo que evolucione con las necesidades de la sociedad, siempre garantizando los derechos fundamentales y el equilibrio entre las ramas del poder.
