El país celebra elecciones presidenciales y parlamentarias con dos novedades históricas: el voto obligatorio para 15,6 millones de ciudadanos y la participación decisiva de 885.940 migrantes habilitados.
La medida busca aumentar la participación y redefinir el mapa político tras años de polarización.
Este domingo, Chile vivirá unas elecciones inéditas que podrían cambiar el rumbo político del país. Por primera vez, el voto será obligatorio para todos los ciudadanos inscritos en el padrón, bajo pena de multa, y se incorporará de manera significativa el voto migrante, con casi 900.000 extranjeros habilitados para sufragar. La combinación de estas dos variables introduce un nivel de incertidumbre sin precedentes en la contienda presidencial y parlamentaria, marcada por debates sobre seguridad, economía y políticas migratorias.
La obligatoriedad del voto, establecida por ley y acompañada de sanciones económicas para quienes no asistan sin justificación, busca revertir la baja participación que caracterizó los últimos procesos electorales. Expertos estiman que la medida podría duplicar la asistencia registrada en 2021, incorporando a millones de personas tradicionalmente alejadas de la política, como jóvenes y población apolítica. “Este cambio puede alterar por completo las tendencias conocidas”, advierte el politólogo Kenneth Bunker, quien señala que los votantes despolitizados suelen inclinarse por opciones moderadas, mientras que los jóvenes tienden a polarizar, favoreciendo a los extremos.
El otro factor disruptivo es el voto migrante. Según el Servicio Electoral (Servel), 885.940 extranjeros están habilitados para votar, principalmente venezolanos, peruanos, colombianos y bolivianos. Este grupo representa cerca del 10 % del padrón y podría definir resultados en comunas clave como Santiago, Estación Central e Independencia. Analistas advierten que su comportamiento electoral es complejo: muchos migrantes buscan integrarse y votar por opciones que perciban como garantes de estabilidad, incluso si son partidos con discursos restrictivos hacia la migración.
La migración ha dominado la campaña electoral. Los candidatos han centrado sus propuestas en control fronterizo, expulsiones y seguridad, dejando en segundo plano políticas de integración. “El tratamiento ha sido profundamente populista”, señala Alexis Torreblanca, coordinador de Infomigra, quien critica la falta de una visión estratégica que combine orden con inclusión. Mientras tanto, centros de estudio proponen medidas para una política migratoria integral que aborde institucionalidad, convivencia y desarrollo económico, pero estas ideas no han permeado el debate público.
En este contexto, la elección no solo definirá al próximo presidente y al Congreso, sino también el rumbo de Chile frente a desafíos como la gobernanza migratoria, la seguridad y la cohesión social. Con un padrón ampliado y reglas más estrictas, el país se enfrenta a una jornada electoral que promete ser histórica y, sobre todo, impredecible.





