Este 2 de noviembre, Medellín celebra 350 años de fundación. Tres siglos y medio después, el Valle de Aburrá continúa siendo testigo de la evolución, la creatividad y la unión de sus habitantes. Este aniversario representa un espacio para recordar el proceso de transformación y proyectar el futuro de la ciudad.
Desde su origen, Medellín se ha consolidado como un punto de referencia en Colombia y en el exterior. Su desarrollo comercial, industrial, cultural, religioso, social y deportivo ha impulsado un modelo de crecimiento constante. Los registros históricos sitúan sus raíces en el siglo XVII, cuando comenzó a formarse la villa que más tarde se convertiría en la capital antioqueña.
La historia del valle inicia en 1541, cuando fue avistado por primera vez por una expedición española encabezada por Jerónimo Luis Téjelo, bajo las órdenes del mariscal Jorge Robledo. Antes de la llegada de los colonizadores, la zona estaba habitada por comunidades indígenas como los Yamesíes, Niquías, Nutabes y Aburraes, con presencia de orfebrería vinculada a la cultura Quimbaya.
En 1616, el español Francisco de Herrera Campuzano fundó el poblado de San Lorenzo de Aburrá, uno de los siete resguardos indígenas de la región. Posteriormente, una Cédula Real de la Reina Mariana de Austria, en 1674, otorgó el título de villa al asentamiento. El 2 de noviembre de 1675 se estableció oficialmente la Villa de Nuestra Señora de la Candelaria de Medellín.
Durante los siglos siguientes, la villa amplió su actividad económica y urbana. En 1826 se convirtió en la capital de Antioquia. El nombre “Medellín” se adoptó en honor a Don Pedro Portocarrero, conde de la ciudad española homónima, quien intercedió ante el Consejo de Indias para la aprobación de su fundación.
Con el crecimiento de las actividades mercantiles, el sector financiero tomó fuerza con la creación del Banco de Antioquia (1871), el Banco de Medellín (1881), el Banco Popular (1882) y el Banco del Comercio (1896). A comienzos del siglo XX, la ciudad inició su industrialización, destacándose en la producción textil con la fundación de la Fábrica de Hilados y Tejidos de Bello (1904) y Coltejer (1907).
El aumento poblacional y la urbanización impulsaron la creación de barrios como Prado, La Floresta y La América, mientras municipios vecinos como Envigado, Itagüí y Bello comenzaron su expansión. En la primera mitad del siglo XX, la ciudad enfrentó los efectos de la violencia nacional tras el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán en 1948 y el posterior desplazamiento rural. Décadas después, el narcotráfico marcaría un nuevo periodo de conflicto.
A pesar de las crisis, Medellín fortaleció su institucionalidad y promovió procesos sociales en las comunas, hoy acompañados por espacios de memoria como el Museo Casa de la Memoria.
El arte también fue protagonista del desarrollo cultural, con figuras como Pedro Nel Gómez, Débora Arango, Eladio Vélez y Fernando Botero, junto con escritores como Gonzalo Arango, Fernando González y Elkin Restrepo.
La ciudad avanzó en infraestructura con la puesta en marcha del Metro de Medellín en 1995, la recuperación de los cerros Nutibara y El Volador, las hidroeléctricas de Guatapé y El Peñol, y la planta de tratamiento San Fernando.
Desde 2005, con la creación de Plaza Mayor, el Parque Explora y Ruta N, Medellín apostó por la innovación y la tecnología como ejes de desarrollo.
A lo largo de su historia, la ciudad ha atravesado periodos de cambio y transformación. Hoy, al cumplir 350 años, Medellín continúa construyendo su identidad a partir de la historia y del esfuerzo de sus habitantes.




