sábado, marzo 23, 2024

Me preocupa Medellín

Por: Margarita Restrepo

La vida en democracia obliga a acatar el veredicto del pueblo. La mayoría ciudadana en su momento consideró que la persona indicada para llevar las riendas de Medellín era el señor Daniel Quintero Calle.

Desde el Centro Democrático, respetamos el resultado no sin antes advertir los riesgos a los que se enfrentaba nuestra ciudad.

En mi caso particular, consideré prudente darle un compás al alcalde. Pasado su primer año al frente de la capital antioqueña, es fácil llegar a la conclusión de que Quintero Calle ha sido uno de los perores, si no el peor, de los mandatarios medellinenses. Su gestión ha sido errática y en extremo improvisada.

La soberbia del alcalde es altamente preocupante. Sus salidas en falso, no son un chiste. Aquellas develan su talante autoritario y excluyente. Según él, Medellín -su Medellín- no es de todos, sino de unos pocos, aseveración con la que el mandatario cae en el peligroso terreno de la división ciudadana. A comienzos de este año, en tono mesiánico, se refirió a quienes objetamos su forma de gobernar, sentenciando que “Medellín ya no nos pertenece” ¿Acaso la ciudad le fue escriturada a él o a su corriente política?
Esa fórmula polarizadora es una expresión propia de los neocomunistas tan afectos a la ‘lucha de clases’. Se equivoca radicalmente el señor alcalde quien groseramente nos notifica que él gobierna para sus electores, cuando el deber de todo mandatario es el de ejercer como dirigente de la totalidad de los ciudadanos, independientemente de quienes están a favor o en contra suya.

Así mismo, es inaceptable la expresión de Quintero en el sentido de que “le va a robar” a Medellín a quienes “siempre la han tenido”. Esa notificación elevada en tono gansteril, que le desluce a un alcalde, parece una amenaza contra la amplísima franja ciudadana que no votó por él y que, de alguna manera, se opone a las medidas adoptadas por su gobierno.

Para nadie es un secreto que Quintero Calle es un “progre” muy dado a desafiar y a retar a través de expresiones salidas de tono que rayan en la vulgaridad como es el caso de un evento que en agosto del año pasado convocó la Secretaría de la Juventud y que estaba enfocado en las mujeres de la ciudad. Una asesora de la alcaldía utilizó unas palabras que por respeto a mis lectores me abstengo siquiera de citar entre comillas, pero lo cierto es que la reacción fue tan clara y contundente que la alcaldía se vio forzada a cancelar el desventurado encuentro. Pero inaceptablemente, el alcalde mantuvo en el cargo a la funcionaria que desató la polémica.

Daniel Quintero Calle está en las antípodas del respeto a los principios de la democracia. Nuestra Constitución y nuestras leyes permiten que los ciudadanos convoquen y lideren procesos de revocatoria de los mandatarios que incumplen con su programa de gobierno. Terminando el 2020, cuando empezó a formarse un movimiento espontáneo que tiene el objetivo de revocar al alcalde Quintero, su reacción fue extremadamente violenta y descortés, calificando a sus opositores de tener como “referente a Pablo Escobar”.

Acusación inaceptable y temeraria que, además del rechazo generalizado, debería tener una sanción judicial ejemplarizante.

Por estar concentrado en atacar a sus opositores, el alcalde ha olvidado que tiene el deber de gobernar. Las pocas ejecutorias que se han visto en Medellín en los últimos 12 meses, han sido proyectos que hemos liderado desde el Centro Democrático, obras que él -Quintero Calle- se ha apropiado y mostrado como resultados de su administración. Cito algunos ejemplos: la financiación para la construcción del metro de la 80, obra que será financiada en un 70% por el gobierno del presidente Duque. Ese fue un logro del uribismo, que el alcalde presenta como una ejecutoria suya.

Ante el calamitoso manejo de la pandemia por parte de la alcaldía, el gobierno nacional entregó 50 ventiladores. Quintero hace alarde de aquello como si fuera un logro de su administración.

El proyecto de ley declarando a Medellín como distrito especial, fue impulsado decididamente por el presidente Uribe. El alcalde cruzó sus brazos y ahora se apropia del mismo para exhibirlo ante sus electores como una conquista de su gobierno “progre”.

Y cierro la lista citando las tres donaciones que el gobierno de los Emiratos Árabes Unidos le hizo a Medellín -donaciones que por demás ayudé a gestionar-, pero que “misteriosamente” son presentadas entre el listado de avances de la alcaldía.

Bien vale decirle una vez más a Daniel Quintero Calle que en vez de hacer tanta politiquería “alternativa” y de perder el tiempo insultando a sus opositores, debería dedicarse a gobernar para evitar que la ciudad siga en caída libre.

En lo personal, tengo el propósito irreductible de trabajar a brazo partido para impulsar la revocatoria de Quintero quien, como señaló el presidente Uribe recientemente, es un alcalde improvisado. Yo le sumaría que, además de ello, es rencoroso.

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